Capítulo 44

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Capítulo 44

De nuevo estaba sucediendo y la sensación amenazaba con volverlo loco.

Cuando Fred fue asesinado en el Callejón Diagón, a plena luz del día, Ron recibió esa mirada de compasión constantemente por parte de toda la sociedad mágica. Se hablaba en todas partes y uno no podía entrar a una tienda sin escuchar el triste «Pobre familia, los Weasley han perdido a uno de sus hijos, qué desgracia...». Y ahora, de repente, sucedía de nuevo.

Tan solo llevaban dos días en Hogwarts y tanto los profesores como sus compañeros le dirigían todo el tiempo la mirada de «¡Cuánto debe de estar sufriendo por su hermana!». Y, definitivamente, esa parte era cierta. No tenían ni la menor idea de lo que había sucedido con ella, pero los Weasley volvían a estar destrozados después de que todo comenzara a recuperarse de nuevo.

Ron salió del colegio y se dirigió a buscar un punto de los alrededores en el que no hubiera nadie, necesitaba soledad casi tanto como respirar. No le resultó muy complicado, puesto que hacía bastante frío en el exterior y la mayoría de los alumnos se encontraban dentro del colegio.

Llevaba días sin dirigirle la palabra a Hermione, aunque en ese punto quería hacerlo. Harry estaba entrenando con el equipo de quidditch, pero Ron había decidido saltarse ese entrenamiento. No era capaz de concentrarse y tampoco quería relacionarse con nadie, a pesar de que el partido con Slytherin estaba muy cerca.

Ron caminó durante varios minutos, admirando el verdor de los campos escoceses, siempre húmedos a causa de la lluvia casi constante. Aún no había nevado, pero comenzaría en las próximas semanas, estaba convencido. El pelirrojo se caló el gorro de lana negro sobre su brillante cabello y se dejó caer finalmente en un pequeño claro, junto a un par de robles. Llevaba el uniforme del colegio y sentía algo de frío, pero el viento gélido le ayudaba a aclarar ligeramente sus ideas. Ahí sentado, frustrado y con los ojos cerrados pasó los siguientes segundos...

... hasta que el sonido de pasos llegó hasta él.

Ron no se puso en pie ni miró a su alrededor, tan solo tomó su varita a través de su bolsillo y la apretó ligeramente contra su cuerpo en un movimiento tranquilizador. Tomó aire y el sonido de pasos acercándose se retomó, pero nadie apareció cuando por fin abrió sus ojos azules. Silencio de nuevo.

—Te estoy escuchando —dijo finalmente—, sé que estás aquí. Lárgate, ¿quieres?

Pasaron varios segundos hasta que ella por fin recorrió los pasos que los separaban y se dejó ver por él. Astoria llevaba el cabello casi blanco y liso hasta los hombros, su piel blanca como la porcelana se hallaba ligeramente enrojecida en la nariz y las mejillas a causa del frío. También ella llevaba el uniforme de Slytherin, aunque había tenido la previsión de ponerse una gruesa capa negra por encima de la ropa. Una capa que, sin ninguna duda, parecía muy cara.

—Hola —saludó.

Ron la miró, enarcando una ceja, pero no respondió al saludo.

—¿Puedo sentarme? —preguntó Astoria.

Ron se encogió de hombros y acto seguido se incorporó del suelo, a punto de ponerse de pie. Astoria lo detuvo.

—Espera, espera un segundo, Weasley —lo detuvo Astoria—. Quédate, por favor.

Ron frunció el ceño. ¿Qué demonios le pasaba a esa chica? Finalmente decidió hacerle caso y permaneció sentado, ella hizo lo propio, quedando frente a él.

—Hace mucho frío como para estar aquí...—comentó Astoria.

—¿Me estás siguiendo? —preguntó Ron con cierta agresividad.

La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora