capìtulo 3

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—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró Carolyn.

La rubia en el regazo de Austin se volvió hacia ella. —Te he oído, puta.

Carolyn tomó su rollo y lo arrojó al final de la mesa, rozando la cara de la chica. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Austin dobló sus rodillas, enviándola al suelo.

— ¡Ay! —Chilló, mirandolo.

— Carolyn es mi amiga. Necesitas buscar otro regazo, Lex.

— ¡Austin! —Se quejó ella, poniéndose de pie.Él volvió su atención a su plato, ignorándola. Ella miró a su hermana y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.

Austin guiñó hacia Carolyn, como nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces cuando me di cuenta de un pequeño corte en su ceja. Él intercambió miradas con Christian y luego comenzó una conversación con uno de los chicos de fútbol frente a él. Aunque los estudiantes en la mesa habían disminuido, Carolyn, Christian y yo nos quedamos a hablar sobre nuestros planes de fin de semana. Austin se levantó para irse, pero se detuvo en nuestro extremo de la mesa.

— ¿Qué? —preguntó Christian en voz alta, llevándose la mano a su oído.

Traté de ignorarlo lo mejor posible, pero cuando miré hacia arriba el me estaba mirando.

—Ya la conoces, Austin ¿La mejor amiga de Carly? Ella estaba con nosotros la otra noche —dijo Christian.

Austin me sonrió en lo que supuse era su sonrisa encantadora. Él emanaba sexo y rebeldía con su pelo castaño.  Yo puse mis ojos en blanco en su intento de coquetearme. 

— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Carly? —preguntó Austin.

— Desde tercer año de secundaria —respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en mi dirección—. ¿No recuerdas, Austin? Tú arruinaste su suéter.

El sonrió. —Arruino una gran cantidad de suéteres.

—Asqueroso —murmuré.

Austin hizo girar la silla vacía a mi lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de él. —Así que tú eres Pigeon, ¿eh?

—No —le espeté—. Tengo un nombre.

Parecía divertido por la manera en que contesté, lo que sólo sirvió para enfadarme más.

— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.

Di un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de él.

—Entonces es Pigeon —se encogió de hombros.

Miré a Carolyn y luego me volví hacia Austin. —Estoy tratando de comer.

El se preparó para el desafío que se le presentaba. —Mi nombre es Austin,Austin Mahone.

Puse los ojos en blanco. —Sé quién eres.

—Lo sabes, ¿eh? —dijo el, levantando la ceja herida.

—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta borrachos están gritando tu nombre.

Austin se sentó un poco más derecho. —Eso me sucede con frecuencia. —Puse los ojos nuevamente en blanco y el se echó a reír—. ¿Tienes un tic o algo?

— ¿Un qué?

—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando me miró—. De hecho, esos son unos ojos increíbles —dijo, inclinándose pocos centímetros hacia mi cara—. ¿Qué color son? ¿Grises?

Miré a mi plato, dejando que los largos mechones de mi cabello caramelo crearan una cortina entre nosotros. No me gustaba la forma en la que me hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas en Eastern que se ruborizaban en su presencia. No quería que me afectara de esa manera para nada.

—Ni siquiera pienses en eso, Austin. Ella es como mi hermana —advirtió Carolyn.

—Bebé —dijo Christian—. Acabo de decirle que no. Ahora no parará. 

—Tú no eres su tipo —continuó ella.

Austin fingió estar ofendido. — ¡Soy el tipo de todas!

Miré hacia él y sonreí.

— ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pidge. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de Carolyn.

Christian lanzó una papa frita a su primo. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Aus!

— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Austin mostró sus manos en un gesto inocente.

Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.

Carolyn se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, ____.

— ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente.

somos un bonito desastre... Austin Mahone y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora