capitulo 108

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Justo antes de que el sol se abriera paso en el horizonte, carly y yo silenciosamente dejamos el apartamento. No hablamos camino a Morgan y yo estaba agradecida por el silencio. Yo no quería hablar, yo no quería pensar. Sólo quería bloquear las últimas doce horas, mi cuerpo se sentía pesado y adolorido como si hubiese estado en un accidente de autos. Cuando entramos a mi habitación, vi que la cama de Kate estaba hecha.
— ¿Me prestas tu alisadora de cabello?
—car, estoy bien. Ve a clases.
—No, no estás bien. No quiero dejarte sola ahora.
—Eso es todo lo que quiero en el momento.
Ella abrió su boca para discutir, pero suspiró. No cambiaría mi opinión. —Vendré a verte después de clases. Descansa.
Asentí, cerrando la puerta tras de ella. La cama chilló debajo de mi cuando me deje caer sobre ella en un ata que de rabia... todo el tiempo creí que era importante para austin; que él me necesitaba pero en ese momento, me sentí como el brillante juguete que Parker dijo que era. Él quería probarle a Parker que aún era suya. Suya.
—No soy de nadie —dije a una habitación vacía.
Cuando las palabras se acentuaron. Estaba abrumada por el dolor que había sentido la noche anterior. No le pertenecía a nadie.
Nunca me sentí más sola en mi vida.
Finch puso una botella café frente a mí. Ninguno de nosotros quería celebrar, pero estaba al menos reconfortada por el hecho de que, según carly, austin evitaría la fiesta de Citas a toda costa. Papel rojo y rosado cubrían las botellas vacías que colgaban del techo y vestidos rojos en distintos estilos desfilaban. Las mesas estaban cubiertas con pequeños corazones. Finch rodó sus ojos ante la ridícula decoración.
—El Día de San Valentín en una casa de fraternidad. Romántico —él dijo, viendo a las parejas caminar.
chris y carly estaban abajo bailando desde el momento en que llegamos y Finch y yo protestamos nuestra presencia haciendo pucheros en la cocina. Me bebí el contenido de la bebida rápidamente, decidida a borrar los recuerdos de la última fiesta de parejas a la cual asistí.
Finch abrió otra lata y me entregó otra, sabiendo de mi desesperación por olvidar. —Traeré más, —dijo él yendo hacia el refrigerador.
—El barril es para los invitados, las botellas para los Sig Tau. —Una chica se burló a mi lado.
Miré al vaso rojo en su mano. —O tal vez tu novio te dijo eso porque contaba con una cita barata.
Ella entrecerró sus ojos, se apartó de la barra y se llevó su vaso a otro lugar. — ¿Quién era esa? —Preguntó Finch sentándose con cuatro botellas más.
—Alguna perra de la fraternidad, —dije mientras la miraba alejarse.
Para el momento en que carly y chris se nos unieron, había seis botellas vacías a mi lado, mis dientes estaban dormidos y se sentía más fácil sonreír. Estaba más cómoda recostada en mi lugar en la barra. austin no se había presentado. Y yo podía sobrevivir el resto de la fiesta en paz.
— ¿Ustedes chicos van a bailar o qué? —carly preguntó.
Miré a Finch — ¿Vas a bailar conmigo Finch?
— ¿Vas a ser capaz de bailar? —él dijo, alzando una ceja
—Sólo hay una manera de averiguarlo, —dije jalándolo al primer piso. Rebotamos y nos sacudimos hasta que un fino brillo de sudor comenzó a formarse debajo de mi vestido. Justo cuando creí que mis pulmones explotarían. Una canción lenta salió de los altavoces. Finch miró incomodo alrededor de nosotros, viendo a las parejas acercarse.
— ¿Vas hacerme bailar esto, cierto? —Él preguntó.
—Es el Día de San Valentín. Pretende que soy un chico.
Él rió, llevándome a sus brazos. —Es difícil si estás usando un pequeño vestido rosado.
—Como sea, como si nunca hubieses visto un chico en vestido.
Finch se encogió de hombros. —Cierto.
Me reí apoyando mi cabeza en su hombro, el alcohol hizo que mi cuerpo se sintiese pesado y perezoso mientras trataba de moverme a un ritmo lento.
— ¿Te importa si interrumpo, Finch?
Zayn estaba de pie detrás de nosotros, medio divertido, medio preparado para mi reacción, la sangre de mis mejillas inmediatamente estalló en llamas.
Finch me miró, luego a austin —Seguro.
—Finch, —siseé mientras se alejaba. austin me atrajo hacia él e intenté mantener el mayor espacio entre nosotros como fuese posible—. Pensé que no vendrías.
—No iba a venir, pero sabía que estabas aquí. Tuve que venir.
Miré alrededor de la habitación, evitando sus ojos. Cada movimiento que hacía, estaba muy consciente de ellos, los cambios de presión de sus dedos donde me tocaba, sus pies arrastrándose junto a los míos, sus brazos moviéndose, rozando mi vestido. Me sentía ridícula pretendiendo no notarlo. Su ojo estaba sanando, el moretón casi desapareciendo. Las manchas rojas en su rostro habían desaparecido como si yo las hubiera imaginado. Toda evidencia de esa horrible noche había desaparecido, dejando sólo el dolor del recuerdo.
Él miraba cada respiración mía y cuando la canción estaba a medio terminar, él suspiró. —Estás hermosa, Pidge.
—No.
— ¿No qué? ¿Qué no te diga que eres hermosa?
—Sólo… no.
—No era mi intención.
Resoplé frustrada. —Gracias.
—No, tú luces hermosa, eso es verdad. Estaba hablando de lo que dije en mi habitación. No voy a mentir. Disfruté alejándote de tu cita con Parker…
—No era una cita, austin. Sólo estábamos comiendo. Él ahora no me habla, gracias a ti.
—Lo escuché. Lo siento.
—No, no lo haces.
—Tú… tú tienes razón, —dijo él, tartamudeando cuando vio mi expresión impaciente—. Pero yo… esa no fue la única razón por la que te llevé a la pelea, te quería allí conmigo. Pidge. Tú eres mi amuleto de la suerte.
—No soy tu nada, —espeté, mirándolo.
Él juntó sus cejas y paró de bailar. —Tú eres mi todo.
Presioné mis labios, tratando de mantener mi enojo en la superficie, pero era imposible estar enfadada con él cuando me miraba de esa forma.
— ¿Tú de verdad no me odias… cierto? —Él preguntó.
Me alejé de él, poniendo más distancia entre nosotros. —A veces desearía hacerlo, haría todo este infierno más sencillo.
Una sonrisa cuidadosa se esparció por sus labios en una sutil y fina línea. — ¿Entonces que te enfada más? ¿Lo que hice para que quisieras odiarme? ¿O saber que no puedes?
La rabia regresó, pasé a su lado, corriendo por las escaleras hasta la cocina. Mis ojos comenzaban a brillar, pero me negué a ser un lio de sollozos en esta fiesta de citas. Finch se puso de pie al pie de la mesa, y suspiré aliviada cuando me entregó una cerveza.
Por la siguiente hora miré a austin rechazar chicas y beber tragos de whisky en la sala. Cada vez que me miraba, yo miraba a otro lado. Determinada a pasar la noche sin una escena

somos un bonito desastre... Austin Mahone y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora