Me encogí de hombros. — Si él creyó ese rumor, esa es su culpa.
— Es difícil creer algo más cuando nos ve juntos en la cama.
— Él sabe que estoy quedándome contigo. Yo estaba completamente vestida, por el amor de Cristo.
Austin suspiró. — Probablemente estaba demasiado molesto como para darme cuenta. Sé que le gustas, Pidge. Debería habérselo explicado. Te debo mucho.
— No importa.
— ¿No estás enojada? —preguntó, sorprendido.
— ¿Es eso lo que te tiene tan molesto? ¿Pensaste que me enojaría contigo cuando me dijeras la verdad?
— Deberías estarlo. Si me estuvieran hundiendo por la mala reputación de alguien, yo estaría un poco encabronado.
— A ti no te importa el qué dirán. ¿Qué pasó con el Austin que le importa una mierda lo que los demás piensen? —me burlé, dándole un codazo.
— Eso fue antes de ver la expresión en tu cara cuando escuchaste lo que todo el mundo estaba diciendo. No quiero que salgas lastimada por mi culpa.
— Tú nunca harías algo para lastimarme.
— Preferiría cortarme el brazo —suspiró.
Él se relajó apoyando su mejilla contra mi cabello. Yo no tenía una réplica, y Austin parecía haber dicho todo lo que necesitaba decir, así que nos sentamos en silencio. De vez en cuando, Austin me apretaba con más fuerza a su lado. Me aferré a su camisa, sin saber cómo hacerlo sentir mejor que permitirle abrazarme. Cuando el sol comenzó a subir, escuché un leve golpe en la puerta. — ¿_____? —la voz de Carly sonó débil del otro lado de la madera.
— Entra, Carly—respondió Austin. Carly entró con Chris, y sonrió al vernos, enredados en los brazos del otro. —Vamos por un poco de comida. ¿Tienen ganas de hacer una carrera hasta Pei Wei?
— Agh. ¿Comida asiática nuevamente, Carly? ¿De verdad? —preguntó Austin. Sonreí. Él sonó más como a sí mismo. Carly lo notó, también. — Sí, de verdad. ¿Vienen o no?
— Me muero de hambre —dije.
— Claro que lo estás, no llegaste a almorzar —dijo, frunciendo el ceño. Se levantó, llevándome con él— Vamos. Déjame conseguir algo de comida para ti.
Él mantuvo su brazo alrededor de mí, y no me soltó hasta que estuvimos dentro de Pei Wei. Tan pronto como Austin fue al baño, Carly se inclinó hacia mí. — ¿Y? ¿Qué te dijo?
— Nada —me encogí de hombros.
Ella arqueó una ceja. — Estuviste en su habitación por dos horas. ¿Él no te dijo nada?
— Por lo general no lo hace cuando está molesto —dijo Chris.
— Tuvo que haber dicho algo —presionó Carly.
— Dijo que estaba un poco molesto por los rumores sobre mí, y que no le dijo a Drake la verdad cuando él entró. Eso es todo —dije, jugando con la sal y la pimienta. Chris negó con su cabeza, cerrando sus ojos.
— ¿Qué, bebé? —preguntó Carly, enderezándose.
— Austin es —suspiró, rodando sus ojos— Olvídalo.
Carly tenía una expresión testaruda. — Oh, diablos, no, tú no puedes… —Ella se interrumpió cuando Austin se sentó y puso su brazo detrás de mí.
— ¡Maldita sea! ¿La comida no está aun?
Reímos y bromeamos hasta que el restaurant cerró, y luego entramos en el auto para regresar a casa. Chris cargó a Carly sobre su espalda para subir las escaleras, pero Austin se quedó atrás, tirando de mi brazo antes de seguirlos. Levanté la mirada hacia nuestros amigos, hasta que ellos desaparecieron tras la puerta, y entonces me ofreció una sonrisa triste. — Te debo una disculpa por lo de hoy, lo siento mucho.
— Ya te has disculpado. Está bien.
— No, me disculpé por Drake. No quiero que pienses que soy un psicópata que va por ahí atacando a las personas por la más mínima cosa —dijo— Pero te debo una disculpa porque no te defendí por la razón correcta.
— Y eso sería… —incité.
— Me abalancé sobre él porque dijo que él quería ser el siguiente en la fila, no porque él bromeara contigo.
— Insinuar que hay una fila para acostarse conmigo es razón suficiente para defenderme, Austin.
— Ese es mi punto. Estaba enojado porque lo tomé como si él quisiera dormir contigo.
Después de procesar lo que Austin quería decir, agarré los costados de su camisa y presioné mi frente contra su pecho. — ¿Sabes qué? No me importa —dije, levantando la mirada hacia él— No me importa lo que la gente está diciendo, o si pierdes el control, o porque golpeaste a Lucas. La última cosa que quiero es tener una mala reputación, pero estoy cansada de explicar nuestra amistad a todos. Al diablo con ellos.
La mirada de Austin se tornó suave, y las comisuras de sus labios se curvaron.
— ¿Nuestra amistad? A veces me preguntó si me escuchas por completo.
— ¿Qué quieres decir?
— Entremos. Estoy cansado.
Asentí, y él me abrazó contra su costado hasta que nos encontramos dentro del apartamento. Carly y Chris ya estaban encerrados en su dormitorio, y me deslicé dentro y fuera del baño. Austin estaba sentado con Toto afuera mientras me vestía con mi pijama, y después de media hora, ambos estábamos en la cama. Recosté mi cabeza en mi brazo, dejando salir un largo suspiro, relajándome. — Sólo dos semanas menos. ¿Vas a hacer un drama cuando me mude de regreso a Morgan?
— No lo sé —dijo. Pude ver su gesto atormentado, incluso en la oscuridad.
— Oye —toqué su brazo— Estaba bromeando.
Lo observé durante un largo rato, respirando, parpadeando, y tratando de relajarse. Él se movió un poco y luego me miró. — ¿Confías en mí, Pidge?
— Sí, ¿Por qué?
— Ven aquí —dijo, tirando de mí contra él. Me puse rígida por un segundo o dos antes de recostar mi cabeza en su pecho. Lo que sea que estaba pasando con él, me necesitaba cerca, y no podría hacer objetado algo incluso si hubiera querido. Se sentía bien estar acostada a su lado.