Suspiró y asintió. — Es algo bastante importante, Pidge. Debiste habérmelo dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste. Viniste aquí para apartarte de todo eso. Es como si el cielo se abriera… ahora todo tiene sentido.
— Bueno, eso es un alivio.
— Lucky thirteen. —dijo, sacudió la cabeza y me sacó la camisa.
— No me llames así, Austin. No es algo bueno.
— ¡Eres jodidamente famosa, Pigeon! —Soltó, sorprendido por mis palabras. Desabotonó mis jeans y los bajó hasta mis tobillos, ayudándome a sacarlos.
— Mi padre me odió luego de eso. Todavía me culpa por todos sus problemas.
Austin se arrancó la camisa y me abrazó a él. — Todavía no puedo creer que la hija de Mick Ross está parada frente a mí, he estado contigo todo este tiempo y no tenía ni idea.
Lo empujé lejos. — No soy la hija de Mick Ross, Austin. Eso fue lo que dejé atrás. Soy ____. ¡Sólo ____! —dije, caminando al closet. Arranqué una camisa de su gancho y me la puse.
Suspiró. — Lo siento. Estoy un poco sorprendido.
— ¡Solamente soy yo! —Llevé las palmas de mis manos contra mi pecho, desesperada porque entendiera.
— Sí, pero…
— Pero nada. La manera en que me estás mirando en este instante. Es justamente por eso que no te lo había dicho. —Cerré los ojos— No voy a vivir así de nuevo, Austin. Ni siquiera contigo.
— ¡Whoa! Cálmate, Pigeon. No nos dejemos llevar. —Sus ojos se concentraron y caminó hacia mí, envolviéndome en sus brazos— No me importa lo que fuiste o lo que ya no eres. Sólo te quiero a ti.
— Entonces, supongo que tenemos eso en común.
Me llevó hacia la cama, sonriéndome. — Somos sólo tú y yo contra el mundo, Pidge.
Me acurruqué junto a él, acomodándome en el colchón. Nunca planeé que nadie excepto Carly se enterara de Mick, y nunca esperé que mi novio perteneciera a una familia de aficionados al póker. Suspiré profundo, presionando mi mejilla contra su pecho.
— ¿Qué sucede? —Preguntó.
— No quiero que nadie se entere, Austin. No quería que tú te enteraras.
— Te amo, ____. No lo volveré a mencionar, ¿de acuerdo? Tu secreto está a salvo conmigo. —dijo, besando mi frente.
* * *
— Sr. Mahone, ¿Cree que puede bajar el tono hasta después de la clase? —dijo el Profesor Cheney, refiriéndose a mi risa mientras Austin enterraba su nariz en mi cuello.
Aclaré mi garganta, sintiendo como mis mejillas se encendían en vergüenza.
— No lo creo, Dr. Cheney. ¿Le ha echado un buen vistazo a mi chica? —dijo Austin, señalándome. La risa inundó el salón, y mi cara se incendió. El Profesor Cheney me miró con cara medio divertida y medio incomoda, y luego le sacudió la cabeza a Austin.
— Sólo haga lo mejor que pueda. —dijo Cheney.
La clase se volvió a reír, y yo me hundí en mi asiento. Austin recostó su brazo en la espalda de mi silla, y la clase continuó.
Luego de que terminara la hora, Austin me acompañó a mi próxima clase.
— Perdóname si te avergüenzo. No lo puedo evitar.
— Inténtalo.
Drake caminó junto a nosotros, y cuando le devolví su asentimiento con una sonrisa educada, sus ojos brillaron. — Hola, ____. Te veo adentro. —Caminó al salón, y Austin lo fulminó por unos tensos segundos.
— Oye —Jalé su brazo hasta que me miró— Olvídate de él.
— Le ha estado diciendo a los chicos en la fraternidad que aún lo llamas.
— Eso no es verdad. —dije, inafectada.
— Yo lo sé, pero ellos no. Dice que sólo está esperando su turno. Le dijo a Brad que tú sólo estás esperando por el momento correcto para dejarme, y que lo llamas para decirle cuán infeliz eres. Me está empezando a molestar.
— Tiene una gran imaginación. —Miré a Drake, y cuando se encontró con mis ojos lo fulminé con la mirada.
— ¿Te enojarías si te avergüenzo una vez más?
Me encogí de hombros, y Austin no perdió tiempo en meterme al salón. Se detuvo en mi mesa, poniendo mi bolso en el piso. Miró a Drake y luego me jaló hacia él, y me besó, profundo y determinado. Trabajó mis labios en su usual manera reservada sólo para el dormitorio, y no pude evitar tomar su camisa con ambos puños. Los murmullos y las risas se volvieron más fuertes luego de que era claro que Austin no se iba a apartar pronto.
— ¡Creo que la dejó embarazada! —Alguien desde el final del salón gritó, riéndose.