capitulo 97

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Sonreí, pero no aparté la mirada de los platos que estaba frotando.

—Austin va a pasarlo mal. Cometerá muchos errores. Creció rodeado de un

montón de críos sin madre y con un viejo gruñón y solitario como padre. Todos

estuvimos un poco perdidos después de que Michele muriera, y supongo que yo no

ayudé a los chicos a asumir la pérdida tal y como debería haber hecho. Sé que es

difícil no culparlo, pero tienes que quererlo de todos modos, ___. Eres la única

mujer a la que ha querido, aparte de a su madre. No sé cómo se quedará si tú

también lo dejas. —Me tragué las lágrimas y asentí, incapaz de replicar. Jim apoyó

la mano en mi hombro y me lo estrechó—. Nunca lo he visto sonreír como cuando

está contigo. Espero que todos mis chicos consigan a una ___ algún día.

Sus pisadas se apagaron por el pasillo y me agarré al borde del fregadero,

mientras intentaba recuperar el aliento. Sabía que pasar las vacaciones con Austin y

su familia sería difícil, pero no pensaba que se me volvería a partir el corazón. Los

chicos bromeaban y se reían en la habitación de al lado, mientras yo lavaba y

secaba los platos, antes de guardarlos. Limpié la cocina, y después me lavé las

manos y me dirigí a las escaleras para acostarme.

Austin me cogió la mano.

—Es temprano, Pigeon. No te irás ya a la cama, ¿no?

—Ha sido un día largo. Estoy cansada.

—Nos estábamos preparando para ver una peli. ¿Por qué no bajas y te

quedas con nosotros?

Alcé la mirada hacia las escaleras y, después, contemplé su sonrisa

esperanzada.

—Está bien.

Me llevó de la mano hasta el sofá, y nos sentamos juntos cuando empezaban

los títulos de crédito.

—¿Puedes apagar esa luz, Taylor? —pidió Jim.

Austin extendió su brazo por detrás de mí, dejándolo sobre el respaldo del

sofá. Intentaba mantener la ficción, mientras me tranquilizaba. Había sido muy

cuidadoso para no aprovecharse de la situación, pero albergaba un conflicto en mi

interior: me sentí agradecida y decepcionada a la vez. Estaba sentada muy cerca de

él, y olía la mezcla de tabaco y de su colonia. Me resultaba muy difícil mantener la

distancia, tanto física como emocionalmente. Justo como había temido, mi

resolución estaba desapareciendo. Me afané por olvidarme de todo lo que había

dicho Jim en la cocina.

A mitad de la película, la puerta principal se abrió de par en par y Thomas

apareció con las bolsas en la mano.

—¡Feliz Acción de Gracias! —dijo él, mientras dejaba su equipaje en el suelo.

Jim se levantó y abrazó a su hijo mayor, y todo el mundo excepto Austin se

levantó para saludarlo.

—¿No vas a saludar a Thomas? —susurré yo.

Me respondió sin mirarme, mientras observaba a su familia abrazarse y reír.

—Tengo una noche contigo. No pienso desperdiciar ni un solo segundo.

—Hola, __ Me alegro de volver a verte —dijo Thomas sonriendo.

Austin me puso la mano en la rodilla y yo bajé la mirada hacia mi pierna,

para después volverme hacia Austin. Cuando se dio cuenta de la expresión de mi

cara, Austin retiró la mano de la pierna y cruzó las manos sobre el regazo.

—Vaya, vaya, ¿problemas en el paraíso? —preguntó Thomas.

—Cállate, Tommy —gruñó Austin.

El humor de la habitación cambió y sentí que todas las miradas recaían

sobre mí, a la espera de una explicación. Sonreí nerviosa y cogí la mano de Austin

entre las mías.

—Solo estamos cansados. Llevamos toda la tarde trabajando en la comida

—dije, mientras apoyaba la cabeza en el hombro de Austin.

Bajó la mirada a nuestras manos y me las estrechó mientras levantaba un

poco las cejas. Solté un suspiro.

—Me voy directa a la cama, cariño. —Miré a los demás—. Buenas noches,

chicos.

—Buenas noches, tesoro —dijo Jim.

Los hermanos de Austin me dieron las buenas noches y subí las escaleras.

—Yo también me voy a acostar —oí decir a Austin.

—Claro, cómo no —espetó burlón Trenton.

—Cabrón con suerte —masculló Tyler.

—Oye, no voy a permitir que nadie hable así de tu hermana —les avisó Jim.

Se me cayó el alma a los pies. La única familia real que había tenido en años

eran los padres de Carly, y, aunque Mark y Pam siempre habían velado por mí

con auténtica bondad, en cierto modo eran prestados. Los seis hombres rebeldes,

malhablados y adorables de la planta baja me habían recibido con los brazos

abiertos y, al día siguiente, tendría que despedirme de ellos definitivamente.

Austin sujetó la puerta del dormitorio antes de que se cerrara y después se

quedó petrificado.

somos un bonito desastre... Austin Mahone y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora