capitulo 40

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Drake se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios. El silencio en la mesa se prolongó y Carolyn me dio un codazo después de que Drake se marchó.

— ¿No es espeluznante cómo todo el mundo te mira? —Susurró. Ella miró a su alrededor con el ceño fruncido—. ¿Qué? —Gritó Carolyn— ¡Ocúpense de sus asuntos, pervertidos! —Uno por uno se volvieron hacia otro lado y los murmullos continuaron. Me cubrí los ojos con las manos.

— Sabes, antes era patética porque pensaban que era la novia de Austin. Ahora soy mala porque todo el mundo piensa que estoy rebotando entre Austin y Drake como una pelota de ping pon. —Cuando Carolyn no hizo ningún comentario, la miré— ¿Qué? ¡No me digas que tú también crees esa mierda!

— ¡No he dicho nada! —dijo.

La miré con incredulidad. — ¿Pero eso es lo que tú piensas?

Carolyn negó con la cabeza, pero no dijo nada más. Las heladas miradas de los otros estudiantes de pronto eran aparentes y me puse de pie, caminando hasta el final de la mesa.

— Tenemos que hablar. —dije, tocando el hombro de Austin. Traté de sonar amable, pero la ira burbujeando dentro de mí provocó un filo a mis palabras. La población estudiantil, incluyendo mi mejor amiga, pensaba que estaba haciendo malabares con dos hombres. Sólo había una solución.

— Pues habla —dijo Austin, lanzando algo empanado y frito en su boca. Me inquieté, notando las miradas curiosas de todos a nuestro alcance. Cuando Austin seguía sin moverse, lo agarré del brazo y le di un buen tirón. Se levantó y me siguió afuera con una sonrisa en su rostro.

— ¿Qué, Pidge? —dijo, mirando de mi mano a su brazo y luego a mí.

— Tienes que dejarme salir de la apuesta —le supliqué.

Su cara cayó. — ¿Te quieres ir? ¿Por qué? ¿Qué he hecho?

— No hiciste nada, Austin. ¿No has notado a todo el mundo mirándonos? Estoy convirtiéndome rápidamente en la paria de la Universidad de Eastern.

Austin sacudió la cabeza y encendió un cigarrillo. — No es mi problema.

—Sí, lo es. Drake dijo que todo el mundo piensa que tiene deseos de morir porque estás enamorado de mí.

Las cejas de Austin se levantaron y se atragantó con el soplo de humo que acababa de inhalar. — ¿La gente está diciendo eso? —dijo, mientras tocía. Asentí con la cabeza. Miró a lo lejos con los ojos muy abiertos, tomando otra calada.

— ¡Austin! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Drake y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!

— Deja de salir con Drake.

Lo fulminé con la mirada. — Ese no es el problema y lo sabes.

— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?

— Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras el tipo malo. —me quejé.

— Responde la pregunta, Pidge.

— ¡Sí! —Austin miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Él estaba deliberando y me impacienté mientras él tomaba su decisión. Finalmente, se mantuvo firme, resuelto. — No.

Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal. — ¿Disculpa?

— No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Drake, él se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras— Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.

Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a él para dirigirme a la siguiente clase.

— Pigeon —llamó Austin después de mí. No me di la vuelta.

Esa noche, Carolyn se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicos mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente Austin había sido—para Austin—sabiendo que a él no le gustaba la idea de Drake recogiéndome de su apartamento casi todas las noches. La expresión del rostro de Austin destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que él estaba enamorado de mí. No podía dejar de preguntarme por qué él no lo negó.

— Bueno, Chris piensa que estás siendo demasiada dura con él. Él nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….

somos un bonito desastre... Austin Mahone y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora