capitulo 73

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Todas las cabezas se giraron en mi dirección, y nerviosamente recogí mi pelo hacia atrás.

— ¿De dónde conoces a Mick? Austin torció su cabeza para poder mirarme. — Es uno de los mejores jugadores de póker que haya existido. ¿Lo conoces?

Me estremecí, sabiendo que finalmente había sido arrinconada para contar la verdad. — Es mi padre.

Toda la habitación explotó.

— ¡DE NINGUNA JODIDA MANERA!

— ¡LO SABÍA!

— ¡ACABAMOS DE JUGAR CON LA HIJA DE MICK ROSS!

— ¿MICK ROSS? ¡SANTA ****!

Jason, Jeremy y Austin eran los únicos que no gritaban. — Les dije que no debía jugar. —dije.

— Si nos hubieras dicho que eras la hija de Mick Ross, tal vez te hubiéramos tomado más en serio. —dijo Jason.

Miré a Austin, quien me miraba con asombro.

— ¿Tú eres Lucky Thirteen? —Preguntó, sus ojos estaban un poco nublados.

Jeydon se levantó y me apuntó, su boca se abrió en asombro. — ¡Lucky Thirteen está en nuestra casa! ¡De ninguna manera! ¡No lo creo, joder!

— Ese fue un apodo que la prensa me dio. Y la historia no era exactamente correcta. —dije.

— Necesito llevar a _____ a casa, chicos. —dijo Austin, todavía mirándome.

Jeremy me miró por encima de sus lentes. — ¿Por qué no era correcta?

— Yo no le quité la suerte a mi papá. Es decir, que ridículo. —Reí, enredando un mechón de pelo alrededor de mi dedo, nerviosa.

Jeydon sacudió la cabeza. — No, Mick dio esa entrevista. Dijo que a la media noche de tu decimotercer cumpleaños su suerte se acabó.

— Y la tuya empezó. —Añadió Austin.

— ¡Fuiste criada por mafiosos! —dijo Jeydon, riendo con emoción.

— Oh… no. —Reí una vez— Ellos no me criaron. Sólo estuvieron alrededor… bastante.

— Es una pena, Mick soltándole tu nombre a la mafia por medio de la prensa. Eras sólo una niña. —dijo Jeremy, sacudiendo la cabeza.

— En todo caso, fue suerte de principiantes. —dije, tratando de esconder mi humillación.

— Fuiste enseñada por Mick Ross—dijo Jeremy, sacudiendo la cabeza en asombro— Estabas jugando profesionalmente y ganando a la edad de trece años, por Cristo santo. —Miró a Austin— No apuestes en su contra, hijo. Ella no pierde.

Austin me miró entonces, sus ojos aún sorprendidos y desorientados. — Uh… Nos tenemos que ir, papá. Adiós, chicos.

La profunda y emocionada voz de la familia de Austin se desvaneció cuando él me arrastró por la puerta hasta su moto. Me agarré el cabello en un moño, y ajusté mi chaqueta, esperando a que hablara. Se subió a la moto sin palabras, y yo me monté en el asiento detrás de él.

Estaba segura que sentía que no había sido honesta con él, y probablemente estaba avergonzado de haberse enterado de una parte tan importante de mi vida al mismo tiempo que su familia. Esperaba una gran discusión al llegar a su apartamento, e inventé una docena de disculpas para el momento en que llegamos a la puerta.

Me llevó por el pasillo de la mano, y me ayudó con la chaqueta. Tiré del gancho color caramelo que ataba mi cabello, el cual calló por mis hombros en gruesas ondas. — Sé que estás enojado conmigo —dije sin poder mirarlo a los ojos— Discúlpame que no te lo dije, pero no es algo de lo que hablo.

— ¿Enojado contigo? —dijo— Estoy tan caliente que no puedo ver claramente. Le acabas de robar el dinero a los imbéciles de mis hermanos sin siquiera pestañear, lograste asombrar a mi papá, y estoy bastante seguro de que perdiste a propósito aquella apuesta que hicimos antes de mi pelea.

— Yo no diría eso…

Levantó la barbilla. — ¿Pensaste que ibas a ganar?

— Bueno… no, no exactamente. —dije, quitándome los tacones.

Austin sonrió. — Entonces, querías estar aquí conmigo. Creo que me acabo de enamorar de ti de nuevo.

— ¿Cómo es que no estás enojado en este momento? —Pregunté, tirando mis zapatos al closet.

somos un bonito desastre... Austin Mahone y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora