Capítulo 8

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«No pienses, no te preocupes, no nada, deja de ser tú está noche»
     —¡Hola! —un chico de cabello alborotado nos sonrió, Ana me miró sonriendo.
     —Hola —dijo mi amiga— ¿cómo te llamas?
     —Bryan, ¿y tú, guapa? —coqueteó.
     —Soy Ana, y ella es Hayden. ¿Por qué no van y bailan? —miré incómoda a Ana, ¿no se dio cuenta que Bryan quiere con ella?
     —En realidad... —Bryan se llevó una mano a la nuca, incómodo.
«Que no lo diga»
     Aaron llegó con nuestros tragos sentándose junto a su chica, ella le sonrió.
     —Mira amor, él es Bryan e irá a bailar con Hayden —quise abrir un agujero en la tierra para meterme en él. Sin duda alguna todo lo que hace es para fastidiarme.
     —Soy Aaron —éste le sonrió a Bryan, él sonrió.
     —Vayan, vayan —Ana me dio un empujón, la miré con un gesto de molestia a lo que ella alzó las cejas. Volé los ojos mientras me ponía en pie, Bryan me siguió. Cuando estábamos lejos de Ana me giré y lo miré.
     —Oye, yo, necesito ir al baño —mentí, no lo necesitaba pero quería una excusa.
     —Eh, sí, yo debo volver con mis amigos —caminé entre las personas para llegar al baño. Los zapatos patinaron un poco cuando entré al baño. Esperé por lo menos cinco minutos hasta que volví a la mesa, pero Ana y Aaron ya no estaban.
     Quería ir a casa, quería meterme en un mundo literario. No quería sentirme sola aquí, estaba rodeada de gente pero la soledad se albergaba en mi corazón, aquí si sentía, en cambio en mi hogar podía sentirme cálida y acompañada.
     Caminé a la salida, necesitaba aire. El viento frío me golpeó las piernas, el guardia de la entrada me miró unos segundos y yo me alejé del club. Me detuve al final de la calle, quería llorar.
     Miré el cielo oscuro, la luna estaba llena y las estrellas eran opacadas por las luces de la ciudad, odié eso. Me adentré al pequeño callejón hechando una mirada alrededor, estaba oscuro. Logré apreciar las estrellas. Sonreí. Minutos después escuché un sonido seco, una alarma en mi cabeza se activó. Caminé lentamente hacia la salida del callejón, el sonido del tacón de tiburón apenas se escuchaba. Un golpe contra un metal se escuchó y luego pasos apresurados.
     —¿Deseas ser una de ellas? —oí que dijo en la oscuridad, caminé fuera del callejón pero escuché sus pasos detrás. Mi corazón latía rápidamente por miedo— Oye —me llamó. Ignorándolo, avancé hasta el club, me sentí más segura. Miré sobre mi hombro unos cabellos rubios a la distancia, entré al club, el tipo de seguridad no me lo impidió.
     Caminé directo a la barra aún con el corazón en lo boca.
     —Una cerveza —pedí, necesitaba algo para el susto. El chico detrás de la barra me entregó una botella, bebí. Poco a poco mi corazón se relajó, ya estaba en un lugar seguro, supongo. Alguien se colocó a mi lado.
     —Vodka —pidió esta persona, di otro trago a la botella— Hola —me dijo, no me molesté en mirarlo.
     —¿Qué necesitas? —pregunté abruptamente.
     —Tu nombre —fruncí el ceño.
     —No hablo con desconocidos.
     —No soy un desconocido —di otro trago, su tono de voz era divertido, pero yo no encontraba la diversión— Soy Alonso —giré la cabeza hacia él, sus ojos se miraban negros por la escasa luz, el líquido en mi garganta se atoró por lo que me dio un pequeño ataque de tos. Alonso me dio palmaditas en la espalda, agradecí con una pequeña sonrisa.

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora