Capítulo 20.

168 14 1
                                    

«Respira, tranquila»
     El pequeño mono araña se balanceó sobre las cuerdas que estaban atadas al árbol dentro de su hábitat, no soy muy fan de los animales pero Alonso sonrió de manera tan linda mientras anunciaba que iríamos al zoológico de San Diego, que no pude decir no.
     —Oh, mira  —Alonso entrelazó su mano con la mía para guiarme al siguiente hábitat. Un leopardo estaba recostado sobre lo que parecía ser una mesa hecha de un material de tela, el felino mantenía la vista en una señora que tomaba fotos sonriendo. Sentí mis piernas temblando. — ¿Sabes? Creo que si se lo propone, el leopardo podría saltar y llegar a nosotros —pronunció con la vista fija en el animal— Después de todo, es un felino y se destacan por sus saltos —trague en seco, ¿podría? Apreté la mano de Alonso a lo que me miró, me congele un segundo.
     —Quiero, ver al oso —mentí, queriendo alejarme de ahí. Asintió mientras avanzábamos al siguiente hábitat. Alonso no despegó sus ojos del leopardo mientras bajábamos del puente para llegar al oso. Nos recargamos sobre la baranda que rodeaba el hábitat, había un precipicio de por lo menos cinco metros de profundidad rodeando al oso, que estaba recostado dentro de su cueva.
     —Me gusta que todos estén a la vista —me dijo Alonso, no comprendí por lo que me aventure a preguntar.
     —¿Qué quieres decir?
     —Vengo con mi hermanito, Braulio pero la mayoría de las veces sólo vemos a los reptiles porque los animales se esconden es sus hábitats —asentí. Otro oso se acercó a la pequeña laguna que había para mojarse un poco, sonreí. Me pareció un acto adorable. Alonso me soltó para correr hacia otro hábitat. Lo seguí, caminando.
     —Santo Dios —susurré, la piel se me puso de gallina cuando me coloqué junto a Alonso mirando al tigre de bengala.
     —Increíble, ¿verdad? —dijo él a mi lado, asentí lentamente. El tigre se paseo frente nuestro antes de alejarse corriendo para saltar sobre una roca— Están muy interactivos —sonrió. El tigre bajó de la piedra para acercarse a la valla, alzando repetidamente la cola. Luego se tiró contra la valla, descansando. Los nervios no disminuyeron.
     Alonso volvió a tomar mi mano para entrar a la casa de los reptiles, todo estaba oscuro excepto los pequeños hábitats.
     —¿Aquí qué hay? —pregunté en la quinta ventanilla al sólo ver un tronco, agua y tierra.
     —Allí, un camaleón —señaló en la esquina y efectivamente, ahí estaba el gran animal. Seguimos avanzando.
      —Oh por Dios —susurré en la última ventanilla, un pitón.
«Uno, dos, tres, respira»
     El pitón se deslizó por el tronco de manera lenta, luego levantó la cabeza y dejó caer todo su cuerpo. Se movía lentamente, provocándome un escalofrío. Alonso jaló mi mano y salimos de la casa de los reptiles.
     —¿Estás bien? —asentí pero me miró con los ojos entrecerrados
     —Vamos, me está gustando —lo guíe a el siguiente hábitat— No te voy a negar que me da miedo que alguno se escape porque es así pero me gusta —mentí, no dudó más así que miramos a los puerco espines, mi boca se abrió de la sorpresa— Señor Jesús —susurré. Alonso sonrió llevando su mano a mi mentón para cerrar mi boca.
     —Increíble que sea esto lo que más te sorprende —rió.
     —En las caricaturas hacen parecer que cabe en mi mano —exclamé aún sorprendida, el puerco espín medía por lo menos medio metro. Alonso soltó otra carcajada, el sonido reverbero en mi pecho. ¿Podría un chico ser guapo y adorable a la vez?
     —Oh, mira —caminamos a las jaulas de las aves, había una fila pequeña en la que nos colocamos aunque no entendí para qué. Poco a poco la fila avanzó hasta que diez personas –incluidos nosotros– estábamos dentro de una gran jaula, mi ceño se frunció hasta que miré a Alonso, una sonrisa estaba en sus labios.
     —Lo diré una vez así que presten atención, por favor— indicó una chica rubia que tenía sobre su cabeza una gorra con el logo del zoológico y una blusa que también tenía el logo— Es importante que no corran, que no griten, que no tomen fotos con flash porque asustarían a las aves —mi ceño se fruncía más— Y sin más, adelante —abrió la puerta detrás de ella y mis ojos se abrieron demás, seguí de cerca a Alonso.

StrongOne Direction (Canción en multimedia)

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora