Epílogo

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«Uno de los dos se tenía que ir...»
    
—¿Confirmado vas? —me preguntó Ana a través del celular.

—Que sí, mujer.
    
—Es que luego quedas mal.
    
—¡Oye!
    
—Te veo en la noche.
    
—Con tu suéter de navidad feo, eh.
    
—Sí, sí. Adiosito.

*
  

—¡Pero que horrible! —exclamó Jos al verme. Apreté una sonrisa y le tiré un golpe, con nada de fuerza, en el estómago—. ¡Tu suéter! —aclara, sacudí la cabeza.
    
—Cálmate, uniceja —me miró seriamente, juntando las cejas y exploté en risas.
    
—¡Hayden!
    
—Ana... —la miré con las cejas fruncidas—. ¿Dónde está tu feo suéter navideño? —reproche.
    
—Sabes que eso no va conmigo.
    
—Salir no va conmigo —me quite el suéter que traía y se lo di a Ana, ella se quedó boquiabierta. Traía otro suéter abajo.
    
—¿Sabías que no lo iba a traer?
    
—Pues claro, eres tú. —Llevaba dos suéteres navideños y uno ya se lo había dado a Ana.
    
—Hola, Jos —le sonrió Ana con coqueteó.
    
—Hola, Ana —sonrió Jos amablemente. Ana había declarado que Jos era su crush y que si en un futuro terminaba con Aaron, Jos sería suyo.
    
—¿Cómo te va?
    
—Ah, bastante bien. ¿Y tú?
    
—Oh, mucho mejor ahora.
    
—Faltan dos minutos para que enciendan el árbol —dijo Aaron acercándose. Ana se colocó junto a él y yo negué con la cabeza.
    
—¿Alan iba a venir? —pregunté a Jos.
    
—No, él ya se fue con su familia.
    
—¿Y cuándo te vas tú?
    
—El 23. ¿Cómo pasarás navidad, Hayden?
    
—Mhm, no lo sé. Tal vez vuelva con mis abuelos a Tijuana. Pero está noche me voy a Nueva York para empezar a instalarme.
    
—Te deseo mucha suerte —sonreí y él también.

Posé mi mirada en el reloj en cuenta regresiva justo a lado del enorme árbol que la plaza colocaba el 15 de Diciembre.

10... 9...

   
—Hayden, ¿qué es lo que dejarás en tu linterna? —me preguntó Ana abrazada a Aaron.
    
—Mi collar. Representa amor.

3... 2... 1.

    
El árbolito cobró vida, llenándose de luces amarillas. Sonreí. Muy en el fondo deseaba tener a mis padres conmigo... Todos aplaudimos y a través de las bocinas que había en toda la plaza se escucharon villancicos.
    
Recorrí el árbolito, de arriba hacia abajo y de pronto me cruce con un rostro familiar. El de Bryan. Al otro lado del árbol... Junto a Alonso. El corazón se me disparó a mil por hora.

Debió sentir mi mirada porque volteó a verme también. Apretó los labios con una sonrisa pequeña... Lucía, lucía relajado. Apreté una sonrisa en su dirección.
    
—¡Hayden, vamos a la cabina! —Ana me jaló hacia la cabina navideña.
    
Era una cabina de fotos, en la que te podías tomar cuatro fotos en una tira gratis y podías utilizar gorros, diademas, bigotes, collares, máscaras y otros accesorios para hacer la foto más cómica.

Se hicieron las nueve, la hora de dejar ir las linternas. Tomé una y me quité el collar, en el colgaba un aro plateado y grueso... El anillo de Alonso, que me había dado cuando nos casamos.
    
—Hola —miré a mi lado, Alonso estaba ahí. La garganta me tembló.
    
—Hola.
    
—¿Dejando ir a tu antigua tú?
    
—Dejándote ir, en realidad —bajé la mirada.
    
—Y yo a ti —Alcé mi mirada hacia él. Enredó en la linterna la pulsera que yo le había obsequiado en su cumpleaños.
    
—¡Pueden dejarlas ir! —gritó alguien.

Enseguida todas las linternas de papel  se encendieron y se elevaron. Busque a Ana con la mirada, estaba siendo abrazada por Aaron mirando hacia el cielo.
    
Alonso encendió la suya y me compartió el fuego. Encendí la mía y la dejé ir.
    
—Adiós, Hayden —dijo Alonso mirando el cielo. Lo dejé de ver y alcé la mirada.
    
—Adiós, Alonso.
    
Las linternas empezaron a alejarse más y más. Cuando casi ya no se podían ver la gente empezó a irse. Miré a Alonso. Besé su mejilla, demorándome en separar mis labios de su suave piel. Y cuando finalmente lo hice me alejé para ir con Ana.
    
Salía de la plaza y volteé a ver atrás, Alonso se alejaba en dirección contraria. Solté un suspiro y seguí adelante.

Fin.

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora