Capítulo 45

96 13 0
                                    

«El dolor no desaparecerá mientras haya amor»
    
—Gracias, Jos —dije mirando por la ventana de su auto mi departamento.

El día había sido un desastre. Me había tropezado cerca de cien veces en el trabajo además no podía concentrarme en mis labores porque una pregunta me taladraba el cerebro.

«¿Qué iba a hacer?»
    
Jos me notó distraída, me ayudó, me apoyó sin hacer preguntas. Se encargó de ciertas responsabilidades que me correspondían a mí, era un gran amigo.
    
—No hay de qué —pude sentir sus ojos clavados en mi nuca así que lo miré—. ¿Todo bien en casa? —alzó sus pobladas cejas, asentí. —¿Segura? —volví a asentir y le dediqué una sonrisa tranquilizadora, mi labio tembló y él se dio cuenta—. ¿Alonso está bien? —supo dónde retorcer el cuchillo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, sacudí la cabeza. El terror se filtró en sus facciones—. ¿Qué le pasó?
    
—No, no, no le pasó nada —soltó un suspiro.
    
—Ah, entonces, ¿por qué...? —yo sabía que iba a preguntar pero realmente prefería que no lo hiciera.
    
—Alonso... —balbucee, no quería decirlo. Si lo hacía eso significaba que, que realmente había sucedido, y no quería aceptarlo, no delante de nadie. — Me mintió.
    
—¿Te mintió? —analizó mis palabras—. ¿En qué te mintió? —le di una mirada de soslayo, diciéndole que no lo diría—. Entiendo, está bien. De acuerdo, escucha, conozco a Alonso desde hace tiempo, nos conocimos en México y puedes confiar en que está arrepentido. Sé que eso no quita lo que hizo pero sé que te quiere, y que no volverá a hacerte daño —mientras salía del auto pensé lo que dijo.
    
Mis sentimientos por Alonso aún están ahí, pero el engaño es algo que no puedo soportar. Pero, si me hace feliz, ¿qué mas da, no?
    
—¿Alonso? —dije cerrando la puerta tras de mí. Junto al sofá había una valija pequeña, el pulso se me disparó— ¡¿Alonso?! —exclamé yendo a la habitación. Ni un sonido— ¡¿Alonso?! —me adentré al baño, nada. No estaba en casa. Sentí mi corazón rompiéndose un poco más.

«No se ha ido, su valija sigue aquí»
    
Volví a la habitación y revisé sus cajones, vacíos... Una puerta se abrió y yo salí velozmente hacia la entrada principal. Alonso entraba comiendo unas sabritas.
    
—¡¿Qué demonios te pasa?! —exclamé. La confusión atravesó su cara.
     
—¿Qué? —masticó y pasó su comida—. No entiendo a qué te refieres.
    
—¡¿Dónde estabas?! —grité presa del pánico. Señaló con su pulgar hacia atrás.
    
—Quería una botana, fui a la...
    
—¿Te vas? —pregunté interrumpiéndolo—. ¿Vas a dejarme? —lucía más confundido que nunca.
    
—Es tu casa, Hayden. No confías en mí, y, terminaste conmigo —repuso.
    
—Cierto, cierto y cierto, Alonso. Pero aún te quiero —sus ojos no se desconectaron de los míos—. Y quisiera no hacerlo porque me hiciste daño, pero no tengo opción.
    
—¿Eso qué quiere decir?
    
—Que te quiero, idiota. Y que a pesar de lo que hiciste quiero, quiero confiar en ti.

«¿Eso quiero?»
    
—También te quiero —dijo acercándose para abrazarme.
    
—Cuida mi corazón —pedí llorando.
    
—Con mi vida —prometió—. Realmente lo siento. Lo siento, lo siento mucho.
    
—Lo sé.

Breathe AgainSara Berilles (Canción en multimedia)

¡Mil disculpas por tardar! Hago lo mejor que puedo. Gracias por leer, bye.

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora