Capítulo 39

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El sábado por la noche llegó pronto y con ello la cena con la familia de Alonso.
    
—¡Alonso! —exclamó un joven cuando nos abrió la puerta del departamento. Alonso y él se abrazaron.
    
—Hola, Diego. Mira, ella es Hayden, mi chica —me sonrió colocando su mano en mi espalda.
    
—Hola, Diego —sonreí, me estrechó la mano y besó mi mejilla.
     
—Hola, adelante. Están en su casa —sonrió. Alonso me dejó pasar primero, los escuché hablar a mis espaldas acerca de la mudanza. Llegué a parar al living.
    
—Mamá, papá, Alonso llegó —exclamó Diego desapareciendo tras una puerta de madera color cobre.
    
—¿Nerviosa? —murmuró Alonso tomando mi mano.
    
—Un poco —mordí mi labio superior, Diego volvió a aparecer colocándose una chaqueta.
    
—¿Vas a salir? —preguntó Alonso frunciendo el ceño. Diego asintió. — ¿Y Braulio, dónde está?
    
—Se quedó con la abuela en México —Alonso frunció más el entrecejo—.  Bueno, los veré luego, ¿bien? —abrazó a su hermano una vez más antes de besar mi mejilla y salir.
     
—Bieeeen, eso fue raro —dijo Alonso, tiró de mí para adentrarnos a la siguiente habitación, que era el comedor.
    
—Raro, sí, sólo tú, yo y tus papás, genial —dije.
    
—Relájate, esposa —se burló de mí. Volé los ojos.
    
—¡Mi Alon! —exclamó una mujer de pelo castaño claro abrazando a Alonso, alejándolo de mí—. Mírate, ya volviste a ser castaño. Mi niño, te extrañe mucho —Alonso le regresó el abrazo a su madre.
    
—Hola má, yo también te extrañe —sonreía. Un hombre con el pelo oscuro y gris apareció entonces, sonrió. Era igual a Alonso, sólo que de más edad—. Papá, hola.

Me sentí un poco incómoda al estar en un ambiente familiar, no había sentido eso desde hacía tiempo.

Cuando Alonso dejó de abrazar a su padre me miró, hice una sonrisa de lado.
    
—Mamá, papá, ella es Hayden —tres pares de ojos se posaron sobre mí, provocándome más incomodidad.

*
    
La cena se había vuelto más charlatana casi al final, la madre de Alonso hablaba de muchas aventuras de Alonso bebé, provocando que el ojiazul se pusiera rojo de vergüenza. El padre de Alonso sólo comía y escuchaba, como yo.
    
—Bueno, Alonso, sé que ya eres mayor y eso, pero me da curiosidad  saber cómo es que te va con la renta de departamento aquí —quiso saber. Alonso me miró.
    
—Pues, estoy viviendo con Hayden, y mhm, ambos pagamos los gastos juntos —la mamá de Alonso casi se atraganta.
    
—¿Viven juntos?¿Tan pronto? —los ojos cafés de la mujer se detuvieron en mi estómago, fruncí el ceño por su intensa mirada y luego comprendí.
    
—¡Oh no! No, no, no, no —repetí un par de veces mientras Alonso exclamaba:
    
—¡Por Dios, mamá!
    
—Oh, bueno, eh, no tiene nada de malo, supongo, pero son muy jóvenes —mencionó el padre.
    
—Hablando de, ¿cuántos años tienes, Hayden?
    
—Veintitrés —la sorpresa se reflejó en su rostro.
    
—Oh, aparentas diecinueve—sonrió. Apreté los labios.

Seguido empezó a cuestionar toda mi vida, llegando a temas delicados con los que no me sentí nada cómoda.
    
—Querida —interrumpió el papá de Alonso cuando ella preguntó más acerca de mis padres, justo después de haberle dicho que habían perdido la vida hace tiempo.
    
—Esto ya es un interrogatorio —comentó Alonso mirando a su mamá con el ceño fruncido.
    
—Sólo me intereso por tu novia —excusó la mujer.
    
—Y, agradezco el interés pero, si no le importa, no quiero hablar más de esto —hablé. La mujer asintió con una mirada apenada.
    
—Bueno, volviendo al tema de que viven juntos, ¿cómo lo llevan?
    
—Bastante bien —respondió Alonso.
    
—¿Qué los impulsó a hacerlo? Quiero decir, los que se juntan son porque son padres o porque están casados y ustedes no están ni uno ni lo otro, así que...
    
—De hecho, sí, lo estamos —pronunció Alonso.
    
—¿Están qué?
    
—Casados —dije yo. Alonso tomó mi mano. La mujer pareció perder la paciencia.
    
—Deben ir despacio, ya viven juntos, están casados pero, ¿hace cuánto se conocen? Llegamos a San Diego a finales de Marzo, como mucho se conocen cuatro meses, ¿qué sigue?¿Que la próxima semana me digan que seré abuela?
    
—Querida —volvió a decir su esposo, pero luego nos miró.
    
—¿Qué? Tú y yo estamos opuestos a este tipo de amoríos —exclamó la mujer. El hombre bajó la mirada.
    
—Mamá, por favor. Tú lo dijiste, soy mayor y puedo pensar por mí mismo —reprochó Alonso.
    
—Pero no lo haces bien, tienes tan sólo 21, no has ni terminado la universidad, ¿y ya estás casado? No me parece, es más, quiero que anulen su matrimonio —la mandíbula se me cayó, me dejó boquiabierta.
    
—Ya no soy un niñito al que le puedes dar permiso o no —Alonso se levantó—. Nos retiramos —me tendió la mano, una vez que cerré la boca, tomé su mano y lo seguí.
    
—Alonso, quieras o no, tu madre tiene razón —dijo el hombre mirándonos con pena.
    
—¿En qué? Sólo entiendo que quiere controlar mi vida.
    
—Me preocupo por ti —argumentó la mujer.
    
—Y lo agradezco, madre, pero si no aceptas a mi esposa no hay nada más que decir.
    
—Acepto a Hayden, pero no a su matrimonio. Nos iremos de vuelta a México el lunes. Y espero que vengas con nosotros —la mujer se puso de pie y salió del comedor.
    
—Papá...
    
—Siempre has sabido nuestra opinión sobre el matrimonio e inclusive la unión libre antes de tener los estudios terminados y un trabajo para vivir, Alonso.
    
—Bien —Alonso me guió fuera del departamento.

Night ChangesOne Direction (Canción en multimedia)

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora