Capítulo 15

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«Saldremos a bailar, no acepto el no»
     Había puesto Ana en su mensaje, no pude decirle que no, lo prometí.
     —¿Qué tal tu semana? —preguntó Alonso amablemente. Le di una sonrisa pequeña.
     —Bien —dije— He salido con una amiga y ha sido muy animada— sonreí, recuerdo haber salido a los bolos con Ana el lunes, ido de compras el martes y al cine en cuanto salí del trabajo el miércoles— ¿Qué tal la tuya?
     —No muy bien —se llevó un tenedor con comida china a la boca, masticó— Es un porquería mudarse de una ciudad a otra —dijo volando los ojos.
     —¿Te vas a mudar? —el tenedor se resbaló de mis dedos cayendo en el plato, el sonido del impacto resonó.
     —Aún no, no lo sé. —bebió— Es cosa de papá, por su empleo.
     —Oh —tomé de nuevo el tenedor— ¿Tú, tú no quieres?
     —No me molesta, pero me gusta aquí. Creo que me quedaría si ellos se van.
     —Creo que deberías aprovechar el máximo a tu familia, no desperdicies el tiempo que tienes con ellos —mencioné.
     —Oh, no, no. Los amo, pero creo que es hora de ser independiente, eso no quiere decir que nunca más los vuelva a ver. —un silencio se instaló mientras comíamos— ¿Y qué tal tus padres? preguntaría por tus hermanos pero recuerdo que dijiste que no tenías.
     —Ellos —bajé la mirada jugando con la comida y el tenedor— Están bien, supongo.
     —¿Supones?
     —Fallecieron hace dos años —Murmuré apretando los labios. Escuché el impacto de su tenedor con el plato.
     —Oh que imbécil, lo siento, no lo sabía. Perdón. —negué con mi cabeza suspirando.
     —Descuida —tomé una respiración profunda— Los extraño pero, estoy bien.
     —Estoy aquí para ti, cuando quieras —mencionó sonriéndome cálidamente. Asentí y una parte de mí sintió felicidad.

*

     —Oh dios mío, ¿estabas con él? —preguntó Ana mirando por la ventana mientras conducía.
     —Sí, cenamos y platicamos, fue muy agradable.
     —De haber sabido, no te hubiera interrumpido —mencionó.
     —Tengo prohibido decir no, ¿cierto? —suspiró.
     —¿Sabes? Cuando el accidente pasó, sentí que tomarías decisiones que te llevarían a un lugar malo, por un lado que te deprimirías tanto que te encerrarías en tu propio mundo, caerías en drogas o en el alcohol, o por otro lado en el que aprovecharías cada momento de tu vida hasta llegar al límite, no sé, que te volverías fiestera y yo me hartaría de eso. Pero en cambio, te convertiste en alguien responsable de si mismo. Algo que es muy raro en jóvenes de tu edad.
     —Si te parecía correcto, ¿por qué tomar el mes de abril para hacerme decir esa promesa?
     —Porque estás envejeciendo, en dos semanas cumplirás veintitrés y me da un poco de miedo que termines solterona— la miré con disgusto— Además, no salías a ningún lado más que al trabajo. Dime que está semana no ha sido divertida.
     —Ha estado bien —pronuncié.
     —¡Ha estado fantástica! —exclamó— Eres una persona divertida. Y si no te hubiera prohibido decir “No”, no hubieras ido conmigo a todos esos lugares.
     —Te agradezco, Ana —hablé con sinceridad.
     —Un placer —me sonrió— Por cierto, tu atuendo da pena. Hay un vestido atrás, usalo.

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora