Capítulo 25

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«Niños manos de mantequilla»
     Pasé una vez más la escoba por donde había palomitas, empujándolas al recogedor. Cuando termine dejé todo en el cuarto de limpieza. Salí y miré a la chica del turno de noche llegar, mi turno terminó. Ingresé a la sala de empleados.
     —¡I wanna be yours! —gritó Jos cantando, reí— ¡No, no yours! —exclamó mirándome— ¡Because i have girl and Alon kills me! —cantó rápido, solté más carcajadas.
     —Estás demente —Murmuré quitándome la camisa de uniforme, él hizo que pensaba.
     —Síp, pero logré escapar del manicomio —asintió varias veces cerrando su chaqueta.
     —Debes decirme cómo, creo que yo entraré —bromeé, rió.
     —¿Por?¿Acaso tienes una obsesión a los tintes al igual que tu novio? —enarcó una ceja, me sentí ofendida.
     —Demente, no deberías escapar —bromeé— Soy rubia natural. —declare.
     —Y Alonso también —se mofó.
     —Deberías decirme en dónde te hiciste el permanente —me burlé, frunció el ceño— Para tener unas pestañas así de enormes.
     —Yo sí nací así —me sacó la lengua.
     —Ajá. —sonrió y caminó a la puerta.
     —Te veo el lunes —dijo y salió.

     A la mañana siguiente até los cordones de mis zapatillas deportivas y caminé a la puerta, lista para correr. Apenas puse un pie fuera me percaté de que Ana estaba sobre el azfalto, caminando a mí. Vestía unos pantaloncillos color rojo, con una blusa blanca y un saco negro, con zapatillas de tacón y una gran caja con moño entre los brazos. Además de una enorme sonrisa en su boca.
«¿Un regalo?»
     —¡Feliz cumpleaños! —exclamó con felicidad una vez que llegó hasta mí, fruncí las cejas, me rodeó con sus brazos y me estrechó antes de apartarse dejando el regalo en mis manos.
     —¿Mi... cumpleaños? —dije confundida, ¿ya era veintiuno?
     —¿Hola?¡El día que viniste al mundo! —exclamó con obviedad, me pasó de largo adentrándose a mi hogar. La seguí con confusión.
     —¿Pero, qué? —me sentía enredada, ni siquiera recordaba algo como eso. Mi propio cumpleaños.
     —¿Ese Alonso te tiene en la luna? —no miré su cara pero estaba segura de que tenía una ceja alzada. Levantó su dedo índice sobre la puerta del refrigerador, señalando el calendario que había sobre éste— Chica, hoy cumples un año más de vida, ¿cómo lo celebraremos? —se sentó en uno de los bancos azules que había alrededor de la isla de la cocina.
     —Eh, ¿tú? —sacudí la cabeza, conmocionada — Desapareciste toda la semana.
     —La universidad me exprime algunas veces, ¿sabes? —se llevó las manos a las rodillas— Oh, ibas de salida, ¿a dónde ibas? —antes de poder responder dijo— Oh, ya veo, ibas a correr —quise hablar pero preguntó— ¿Y cuándo conoceré a tu chico? Formalmente, claro.
     —Cuando seamos novios, tal vez —salí de la cocina— Vuelvo en media hora, estás en tu casa.
     —Oye, espera —dijo pero yo atravesé la puerta principal llevando a mis oídos los audífonos.

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora