Estaban esperándome al pie de la escalera de caracol, cada rostro se volvió en mi
dirección mientras bajaba, y vi como su apariencia cambió desde el escepticismo y
preocupación a la apreciación y me pregunte “Y la esperanza”. Y el hecho de que
estaban empezando a creer en mí, me dio confianza, incluso cuando me aterraba,
también.
¿Quién soy yo para ser la salvadora de nadie? ¿Princesa de alguien?Usted es la hija de su madre... bella, potente, real..., Dorin es una garantía y Lucio hizo
eco de nuevo en mi mente, dándome coraje.
Uno por uno, mis familiares vampiros se acercaron lentamente a mí, al pie de la
escalera. Dorin los presentó, y como cada uno de mis familiares Dragomir, primos
cercanos y lejanos, estuve a punto de hacer una reverencia, vi ese eco de mí misma en
la curva de una nariz, el arco de una ceja, la inclinación de un pómulo. Estaban
vestidos con ropa buena, pero señaló que los vestidos eran un poco anticuados, los
trajes de algunos no estaban bien ajustados. ¿Qué ha sido de vosotros después de la
destrucción de mis padres?
Llevé una pequeña procesión en un comedor largo y alto, frío, a pesar de un fuego que
ardió en una chimenea cavernosa, y, a indicación de Dorin, reivindicó mi asiento a la
cabecera de una mesa adornada de plata y velas. Los Dragomirs teníamos problemas
financieros, pero todas las paradas parecían haber sido sacado por mi regreso.
-Siéntate, siéntate- Dijo Dorin en voz baja, corriendo mi silla. -Me temo que debo
servir... Estamos escasos de empleados en este momento, y es difícil traer a alguien
del pueblo, de todos modos, dado el estado actual de las cosas. Nadie quiere estar
trabajando hasta tarde en la mansión Dragomir...-
-Está bien- Le dije, sentándome al instante.
Hicieron un brindis por mí, en rumano, Dorín tuvo que traducirlo para mí. Por mi
salud… por mi regreso… con el pacto… a la paz.
Un murmullo recorrió la mesa, en cuanto el último brindis se concluyó, y Dorín se
inclinó a hablar conmigo. -Ellos quieren saber de usted. Están demasiado ansiosos por
comer. Usted debe decirle sus planes.-
Por primera vez desde que me había puesto el vestido de seda roja empecé a
asentarme en mi papel real, sentí un destello de auténtico pánico. No preparé un
discurso. Debí haber preparado un discurso. ¿Qué puedo decirles? Dios, ¿Qué hago,
incluso que pienso hacer? -No puedo hacerlo- Dije en voz baja a Dorin, acercándome a
él. -Yo no sé qué decir-
-Usted debe, Antanasia- Me rogó Dorin. -Ellos esperan. Ellos perderán la confianza si
no lo hace-
¡Confianza!. No puede permitirse perder su confianza. Y así me levanté, frente a mi
familia, y comience -Es un honor para mí estar entre ustedes esta noche, de vuelta en
nuestro hogar ancestral...- ¿Qué puedo decir? -Ha sido demasiado largoDorin tradujo para los que no hablan Inglés, mirándome ahora y luego, con más que un
poco de consternación en sus ojos. Él sabía que yo estaba luchando, y mirando a mis
parientes, anillos alrededor de la mesa, vi a la incertidumbre arrastrándose de regreso
a sus mentes, también. Estaba perdiendo su confianza tan pronto como me la había
ganado.
-Tengo la intención de garantizar que se honra el pacto- Agregué. -Como su princesa,
les prometo que no los decepcionaré.-
-Dime Jessica- Dijo alguien, con una voz profunda.
¡Oh, gracias a Dios! Una pregunta.
-¿Sí?- Dije mientras trataba de encontrar el orador en la penumbra.
-¿Cómo piensa usted mantener el negocio? ¿Detener la guerra? Porque entiendo que
los Vladescus no tienen ya ningún interés en el pacto-
La voz salió de detrás de mí. Era una voz conocida.
Me di la vuelta, tirando la silla, para ver a Lucius Vladescus de pie en la puerta,
apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, y con una
sonrisa amarga en el rostro.
-Lucius- Mi corazón se detuvo en mi pecho, y toda la sangre huyo de mi cara. Lucius.
Vivo. Y esta justo a menos de veinte metros de mí. ¿Cuántas veces había soñado con
volver a verlo? Soñaba con tocarlo ¿Cuántas veces había tenido esos sueños, casi me
devastó con su inutilidad? Pero ahora, él estaba tan cerca...
Su sonrisa se desvaneció, como si no pudiera mantener su actitud irónica con frialdad
ante mí, y le oí murmurar, sólo débilmente -Antanasia...- En esa palabra, me di cuenta
de anhelo, de socorro, la ternura, el entusiasmo. Las mismas emociones que estaba
experimentando. Dudó, sin saber, extendió una mano como si fuera a acercarse a mí.
-Lucius- Repetí, parpadeando, como la realidad de su existencia se hundió lentamente
-Eres realCuándo he dicho que la mano de Lucio cayó a su lado, y recuperó su sonrisa irónica.
-De hecho, sólo hay uno- Bromeó con amargura, todos los rastros de la decoloración
de ternura. -Y el mundo está mejor por ello-
Empecé a correr hacia él, casi tropezando con el tren de mi vestido, quería arrojarme
a sus brazos y besarlo una y otra vez por el placer de verlo. Y entonces le gritaria por
mentir y abandonarme. Pero luego vi la cara de cerca, y me detuve en seco, en mitad
del camino.
-¿Lucius?-
Parecía como si hubiera años de edad en los pocos meses que estuvimos separados.
Todos los vestigios de la adolescente estadounidense se habían ido, y no sólo porque
se había reanudado usar los pantalones a la medida, su chaqueta de terciopelo. Su
pelo negro era más largo, elaborado en un moño descuidado. Su boca se estableció
con mayor firmeza. Sus hombros se habían ampliado. Rastrojo en sombras de su
limpieza por lo general la mandíbula afeitado. Y sus ojos eran más negro que nunca,
casi como si no tuvieran alma detrás de ellos, animarlos.
Detrás de mí, los Dragomirs parecían congelados en su lugar, por encontrar a su
enemigo en medio de ellos.
-La seguridad es un poco laxa- Señaló Lucius. Se apartó del marco de la puerta y salió
delante de mí en la habitación, no encuentro mis ojos, la evaluación de los muebles,
obviamente desgastados por el tiempo con el mismo desdén que había expuesto
meses atrás en nuestra cocina de la casa. Sólo que esta vez, parecía no sólo arrogante,
en la forma inocente de alguien conocido, pero que privilegiado, sino que
deliberadamente indiferente. -Yo iba a firmar para la gira- Añadió. -Pero yo no podía
esperar hasta las diez de la mañana para verte, Jessica.Me quedé mirándolo con una mezcla de consternación y furia. Sabía que mi nombre
Americano era un insulto en este lugar. Y él estaba tan frío. -No me hables así- Le dije. -
Es cruel, y sé que no son crueles-
Todavía se negaba a cumplir con mis ojos, deliberadamente evitar su mirada. -¿No soy
yo?-
-No- Me acerqué a él, negándose a dejar el control de cada momento de nuestra
reunión. Esto no era un baile de la escuela secundaria, donde podría asumir el
liderazgo. Estaba en la casa de mi familia. Sacudidos como yo de verlo tan
inesperadamente, para encontrarlo tan alterado, yo no sería intimidada, como mi
familia detrás de mí, temblando en sus sillas. -No eres cruel Lucius-
Estábamos cerca uno del otro ahora, tan cerca que pude oler esa aromática, colonia
exótica había usado en algún momento de su transformación en un estudiante
norteamericano. Lucius el príncipe guerrero estaba de vuelta, en todos los aspectos. O
al menos eso quería creer.
-¿Por qué viniste aquí?- Me preguntó, en voz baja para que mi familia no pudiera oír.
Todavía no cumplía con mi mirada. –Debes irte Jessica-
-No, no, Lucius, no lo haré.-
Se volvió hacia mí entonces, y hubo un destello de la miseria de la humanidad en sus
ojos, pero fue momentáneo, y él me dio la vuelta, poniendo la distancia física y
emocional entre nosotros otra vez. Me di cuenta de que estaba luchando para
mantener sus emociones bajo control. Para mantenerme a distancia. Al menos, yo
esperaba que él estuviera luchando. La frialdad, la distancia, parecían tan reales.
-Que estaba viendo mi casa- Señaló, rodeando la mesa, como un halcón buscando el
conejo que no tiene el buen sentido de permanecer inmóvil. Al pasar por detrás de
cada uno de mis parientes vampiros, que se encogieron visiblemente. Yo quería,
desesperadamente, que dejara de hacer eso.¿Cómo lo sabes?-
-Es aconsejable, en vísperas de un conflicto, para permanecer alerta- Informó Lucius,
la voz cada vez más inexorable, incluso cuando hablaba de la guerra, cayendo en su
papel como un general. Me escapaba. -Por supuesto que hay guardias en el perímetro
de mi propiedad. Su familia me importuna sin cesar, gimiendo sobre el pacto de no
cumplidas, alegando que no quería compartir el poder... Y cuanto más se dice, más
me doy cuenta, ¿Por qué compartir lo que puedo tomar por la fuerza? no estoy en
contra de un poco de sangre derramada, si con eso logro mis fines-
-Lucius, no significa eso-
-Sí, lo hago- Dijo Lucius, poniendo sus manos en la parte posterior de la silla de Dorin.
Mi tío tenía un espasmo de cuerpo entero. Yo sabía que él estaba aterrado, pensando
que Lucius lo destruiría, en ese mismo momento, por traerme a Rumania. -¿Alguna vez
he hablado en broma sobre el poder, Dorin?-
Mi tío no dijo nada.
Lucius se acercó, hablando en el oído derecho de Dorin. -Me ocuparé de ti más tarde
por desafiarme y traerla aquí-
-Aléjate de él- Le ordene. -Estás aquí para verme. No para atormentar a mi familia en
nuestra propia casa-
Lucius empieza a hablar sobre la habitación. -Cuando todo esto sea mío, voy a tener
que hacer algunos cambios serios. Dar tours. ¡Es una vergüenza para todos los
vampiredom!Me quedé mirándolo, negándose a ser visiblemente molesto o llorando, incluso, sobre
cuán cruel estaba actuando. El Lucius de antes era un iceberg y más inaccesibles de lo
que había sido después de que Vasile le ordenara y golpeado tan severamente.
Lucius... ¿Dónde está mi Lucius?
-Quiero que te vayas ahora, Lucius- Le dije, deliberadamente calmada. -No voy a
hablar con usted, cuando hace algo como esto-
Él arqueó las cejas. -¿No es esta la reunión lo que esperaba, Jessica? ¿No es esto lo que
viniste buscando desde tan lejos? ¿Estás decepcionada al ver a mi familia débil y a mi
antigua novia más despreciable que nunca?-
-No puede que te odie- Dije. -No importa lo mucho que lo intentes. Yo sé lo que estás
haciendo. Sé que estás tratando alejarme ti. ¿Piensas que eres más allá de la
redención, que ya destruyó Vasile? Estás convencido de que estás solo como él, o
peor, ya que traicionó a su familia. Pero tú no eres como Vasile- Me atreví a acariciar
su brazo. -Yo te conozco-
Lucius se apartó. -¡No me toques así, Antanasia!-
-¿Por qué no?- Le pregunté, bajando la voz para que mi familia no oyera. -¿Por que
tienes miedo de perder el control como lo hiciste en mi cuarto de vuelta a casa?-
-No- Contestó. -Porque me temo que voy a perder el control como lo hice con mi tío-
-Lucius, había que hacer eso-
Cuando he dicho que, con los ojos cambiado, y miró a mis parientes, esperando en
silencio, sin resolver, mirando nuestro intercambio. -Ven conmigo- Apretó el codo en
la mano firme y me llevó a través de la sala, fuera del alcance de mi familia. -Hablamos
de cosas privadas delante de los demás. No es justoNos detuvimos frente a la chimenea, y la luz del fuego fundido suave, el parpadeo en
sombras.
El rostro de Lucius, haciéndole parecer más joven de nuevo. Estuve a punto de llegar a
tocar su mejilla. Pero sus ojos estaban aún muy lejanos. Demasiado negros. -Voy a
decirte esto, y entonces deberás empacar tus maletas y regresar a casa, Jessica.-
-Yo no me voy…-
-¿Crees que me conoces?- Habló sobre mi objeción, sin soltar mi brazo, los dedos de
la excavación. -Por alguna razón, aunque claramente abandonado, aunque,
obviamente, quería que pensara que se había ido... a pesar de esto, se aferran a una
esperanza desesperada que hay un futuro para nosotros. Es hora de renegar de, una
vez por todas, porque ya no estamos en Pennsylvania, donde los jóvenes asisten a la
escuela secundaria, jugando a la guerra con una pelota de baloncesto. Esta es una
guerra, Jessica.-
-No tiene que ser, Lucius. Sé que me amas.-
-Nunca un Vladescus ha actuado de buena fe, Jessica- Continuó, con la boca en forma
de una línea sombría. -Teníamos un plan. Por ti-
-Un... ¿Plan?-
-Sí. Yo iba a enamorarte, a casarme contigo, tu eres muy inocente, una adolescente
estadounidense ignorante de la cultura de vampiros y traerte de vuelta a Rumania. El
pacto cumplido, habríamos esperado un tiempo razonable, hasta que nadie pudiera
acusar a los Vladescus de violar nuestra parte de la obligación"-
-¿Y entonces?Lucius me miró profundamente a los ojos. -Y entonces tendríamos que discretamente
enviarla. En secreto. Actuando como si lloráramos su pérdida, pero en silencio
disfrutando de tener a la última princesa Dragomir sin inconvenientes del camino-
-No, Lucius- Sacudí la cabeza, horrorizada. Yo no lo creería. -Tu no habría hecho eso-
-Oh, Antanasia. ¡Sigues siendo tan absurdamente inocente! ¿Crees que el Vladescus ha
tenido la intención de compartir su soberanía con un enemigo?-
No. Por supuesto que no. -¿Cómo...? ¿Cómo se supone que sucederá?-
No, Lucius, tu usted.
Miró el fuego. -Fue tan perfecto para nosotros, lo que se había planteado en Estados
Unidos. En su intento de mantenerse a salvo, una Dragomirs efectivamente
condenándote. Una princesa vampiro verdadera habría comprendido los riesgos de
casarse conmigo. Ella podría haberse protegido a sí misma, estando siempre alerta.
Pero tú, tendría que venir conmigo de buena gana, sin ni siquiera sospechar...-
Tomé una respiración irregular, obligándome a no llorar, consciente de que mi familia
no está lejos. Que estaban viendo. Tuve que mantener la compostura, a pesar de la
traición corriendo través de mí. -¿Sabías todo eso cuando llegaste a casa de mis
padres? ¿Cuando vivías con nosotros? ¿Cuando me besaste?-
Lucius, también era consciente de nuestra audiencia. La miseria que se había filtrado
en sus ojos no se reflejaba en su postura real. -Oh, Antanasia... ¿Cuando supe yo?
¿Desde el principio? ¿Sólo hacia el final? No estoy seguro. Tal vez yo era inocente de
mí mismo en primer lugar. O tal vez sólo me he engañado a mí mismo, al no querer ver
la verdad. Pero no llegó un momento antes de que te besé, cuando supe que era
cómpliceMe ahogó un sollozo, tragar fuerte, manteniendo la espalda recta. -No lo creo-
-¿No tiene sentido, Antanasia?- Echó un vistazo a mi familia. -Míralos. Los Dragomirs se
ven reducidos. Vasile podría haberles engañado fácilmente y controlarlos y sin la
pérdida de una sola Vladescu. Sin una guerra. La sangre derramada sólo habría sido
suya. Tenías que ser sacrificada en aras de Vasile “un pequeño golpe”-
-Eso fue idea de Vasile- He señalado, desesperado por no creer a Lucius capaz de
destruirme. Cuidó de mí. Sentí que en su beso, lo vi en sus ojos. Pero es peligroso,
Jessica. -Yo no quise ser un Vladescu, pero tal vez siempre lo seré. - Este era el plan de
Vasile - repetí - No el tuyo-
-Y cuando vi a todo el sistema en su totalidad, yo estaba emocionada por su brillo
simple. Como debe ser-
-No me habrías destruido, Lucius- Insistí. -Tú me amas. Ya lo sé-
Lucius sacudió la cabeza. -Sólo lo suficiente para decirles que me hubiera destruido.
Eso es todo lo que puedo dar. Ahora vete a casa, Jessica. Vete a casa y despréciame.
Tenía la esperanza de salir con un feliz recuerdo de ti. Pero usted tuvo que venir aquí,
y ahora no puedo hacer eso-
-No los voy a dejar, Lucius. Aunque sólo fuera por mi familia. Los Dragomirs me
necesitan-
-No, Antanasia. Usted les da nada más que una falsa esperanza. Mírate- Su mirada viajó
por toda la longitud de mi cuerpo, y otra vez sus ojos volvieron a la vida, esta vez con
profunda admiración. La admiración que yo había visto allí antes. -Eres hermosa.
Increíble. Inspira. Ellos lucharán con más fuerza, a pensar que lo hacen porque su
princesa volvió. Para pensar, tontamente, que ha sido perjudicada por el
incumplimiento del pacto, cuando en realidad te salvé la vida rompiendo el pacto.
Seguirán sospechas de que han sido privados de la paz y el poder compartido, y se
unirán para luchar por usted. Pero al final, los Vladescus prevalecerá. No prolongue su
agonía o aumente sus pérdidasEllos ya están enojados- Señalé. -Yo no puedo cambiar eso. Ellos quieren una guerra,
también, a menos que se cumpla el pacto-
-Si usted les dice que va a ceder ante mí, se hará- Señaló Lucio. -Tú eres su líder.
Dígales que deben someterse a mí, y luego vuelve a casa-
Dudé un momento, teniendo en cuenta su negocio de un solo lado. Si le digo a mi
familia que deben ceder, tal vez realmente lo haría. Yo era su líder. Podría salvar
vidas. Me toque la piedra de la sangre en mi garganta, la audición de mi madre
biológica. “No lo hagas, Antanasia... No haga que su primer acto de una presentación,
incluso a Lucius. Sobre todo, ahora, a Lucius...”
-No- Dije con firmeza. -Usted hizo destruir el pacto, que son los culpables de arruinar
la paz, y los Dragomirs no se arrodillan ante un... un matón-
Lucius sonrió, una pequeña sombra de su sonrisa burlona de edad. -¿Es eso lo que
usted piensa que soy, Jessica? ¿Que soy un matón, como el patético Frank Dormand?-
-Eres peor- Dije.
Su sonrisa se hizo más triste. -De hecho yo. Frank, con todos sus defectos y todos sus
pequeñas crueldades nunca, ni siquiera soñaba con la destrucción de una mujer tan
magnífica como usted.-
Yo seguía luchando por encontrar las palabras adecuadas para responder cuando
Lucius se dio media vuelta y se fue.
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Guía de Jessica para ligar con vampiros
VampirosJessica piensa pasárselo "de muerte" en el último curso de instituto. Lo que no sabe es que un "no-muerto" ya ha planeado todo su futuro... Un misterioso estudiante de intercambio llamado Lucius Vladescu irrumpe en la vida de Jessica asegurando que...