Gracias, por ganarme este peluche de perrito caliente.- Exprimí el gran peluche que,
Jake había ganado lanzando dos bolas de béisbol por la boca de un payaso. -Lo he
pasado muy bien en el carnaval.-
-Perdona, por no haberte conseguido el oso. Bueno, el perrito caliente es lindo. Es diferente, ¿sabes?- Estábamos sentados la
furgoneta Chevy de Jake , en marcha delante de la granja, tratando de averiguar cómo
darnos las buenas noches. ¿Cómo se suponía, que tenía que salir de la camioneta en
este punto? ¿Se escaparía él también?
-¿Te he dicho que, te ves realmente genial en ese vestido?- Inquirió Jake. Él no lo
había hecho, pero yo había visto la mirada en sus ojos cuando, él vino a mi puerta para
recogerme. La misma admiración que yo había visto, en los ojos de Lucius atrás, en la
pequeña tienda de moda. A lo largo de toda la noche, había captado las miradas de
numerosos chicos que me observaban. Al principio yo me había sentido un poco
intimidada. Pero era fácil acostumbrarse a aquella clase de atención.
-Me gusta también, como queda tu pelo así.- Añadió Jake. Torcí uno de los rizos que se
habían salido de mi moño. Yo había hecho todo lo posible, por imitar el efecto que
Lucius había alcanzado solamente, enredando sus dedos en mi pelo.
-Gracias.-
-Me alegro de que me pidieses ir contigo. He pasado una noche estupenda.- Hubo una
larga pausa.
-Supongo que debo irme- Dije finalmente, dejando descansar mi mano sobre el seguro
de la puerta.
-Ah... uh, sí. Abriré la puerta.- Jake apagó el motor y saltó, viniendo a mi lado. Él abrió
mi puerta, y traté de bajar, casi cayéndome sobre mis talones.
-¡Mierda!- Con estilo, Jess. En cuanto tropecé, Jake me cogió, y de repente estábamos
muy cerca el uno del otro. Cara a cara.
Ahí fue cuando él me besó. Realmente me besó. Sus labios fueron más suaves de lo
que yo esperaba, y un poco húmedos. Mis labios se separaron ligeramente, como yo
había visto por La TV y en las películas durante años y años. Pareció tan natural como
ocurrió y luego nuestras lenguas se encontraron. Jake aplastó su lengua contra la mía.
Entonces así es cómo es… El sentimiento no era eléctrico, pero sentí una emoción de
felicidad. Jake me rodeó con sus brazos, un abrazo parecido al de un oso. El abrazo de
un luchador. Nuestras lenguas se retorcieron alrededor y alrededor, y Jake acarició mi
espalda. Agradable. Y esto sin duda mejoraría con la práctica. Quizá pediría prestado
a Mindy el artículo de '75 trucos para volverlo salvaje'.
Jake se apartó primero. Voy a tener que irme, o romperé el toque de queda. Te llamaré, ¿de acuerdo? -
Comprendí que todavía estaba achuchando el peluche.
-Sí. Claro- Él se inclinó para besarme otra vez. Un ligero y dulce beso en los labios.
-Más tarde.-
-Adiós.- Me quedé allí de pie viendo como se alejaba la camioneta. Cuando las luces
traseras de la camioneta casi habían desaparecido en la oscuridad, caminé hacia el
porche, remangando el dobladillo de mí vestido hasta mis rodillas. Mi primer beso de
verdad.
-Bueno, ¿cómo fue?- La voz profunda que surgió de la oscuridad me asustó, haciendo
que me parase. Miré detenidamente en la penumbra.
-¿Lucius?-
-Estoy aquí.- Seguí su voz hasta los escalones del porche delantero, donde él estaba
sentado en las sombras al lado de una débil lámpara colgante. Me acerqué más.
-Me estabas espiando.- Lucius me ofreció un tazón.
-Estoy a cargo del deber de caramelos. ¿Quieres algunos? Pienso que he dejado sobre
todo los de cacahuetes de soja. Los niños no fueron felices con la selección.- Acepté un
paquete y me senté a su lado en el escalón.
-No conseguimos mucho truco o trato aquí fuera. Nadie vive dentro de una milla.
-Ah.- Lucius se encogió. -Supongo que era yo quien odiaba los cacahuetes de soja. Él
tiró el peluche del perrito caliente de mis brazos. -A tus padres no les gustará esto en
casa. Juguetes de carne. ¿El Musculitos ganó esto con alguna hazaña de valor físico?- Él
lanzó la salchicha sobre su hombro, en una silla sobre el porche. Ignoré el insulto.
-Me estabas esperando, ¿verdad?- Lucius mantuvo la mirada fija en la oscuridad.
-¿Cómo fue?-
-¿Cómo fue qué?-
-Él te besó. ¿Cómo fue?- Sonreí, recordándolo.
-Agradable.-
-¿Agradable?- Lucius emitió un corto y burlón resoplido. -Lo repito una vez más:
Agradable está sobrevalorado. Por favor, no vayas por ahí.- Le imploré. -No arruines esto.-
-Cuando besas a la persona correcta, será muchísimo mejor que agradable.- Murmuró
Lucius.
-No tienes derecho a decir eso.- Me puse de pie para entrar, remangando mi vestido.
Él no iba a estropearme este momento. Eso no ocurriría. Para mi sorpresa Lucius
rectificó. -Tienes razón. Eso fue grosero. No tenía derecho.- Dio un par de golpecitos
al escalón. -Por favor. Hazme compañía. Me encuentro melancólico esta noche.-
-Deberías haber venido al carnaval.- Le dije volviéndome a sentar. Lucius respiró
profundamente, exhalando.
-No hay nada allí, para mí.-
-Habían muchos tipos de diversión. Había juegos, y nosotros.-
-¿Alguna vez has mirado, durante un minuto, mi vida desde mi perspectiva?- Me
interrumpió un poco, bruscamente. -¿Has pensado en cómo podría sentirme?- Él se
giró para encararme, sus ojos brillaban débilmente, como la suave luz de la lámpara.
-¿Alguna vez has mirado más allá de ti misma?-
-¿Qué? ¿Sientes… nostalgia o algo?- Pregunté
-Algo así, sí.- El brillo cobró más vida. -Por amor de Dios, vivo en un garaje, lejos de
todo, cuanto he conocido. He sido enviado a cortejar a una mujer que me desprecia en
favor de un campesino-
-Jake es un chico verdaderamente agradable, Lucius.- Lucius resopló otra vez.
-¿Eso es a lo único que aspiras en la vida? ¿Agradable? ¿Todo debe ser agradable?-
-Agradable es… agradable.- Protesté. Lucius sacudió su cabeza.
-Oh, Antanasia. Yo podría enseñarte cosas tan lejanas, a agradable que harían dar
vueltas a tu maravillosa cabeza.- Su voz cambió, de repente. Volviéndose aún más baja
y más gutural. Había una cualidad en ello, que nunca había percibido antes, pero
instintivamente había reconocido. Poder sexual. Lujuria. Deseo. Cercano, furioso y
frustrado deseo.
-Lucius… quizás deberíamos entrar.- Pero él solo se acercó más, hablando más
suavemente, aún todavía con aquella indirecta de frustración apenas suprimida.
-Puedo mostrarte cosas, que te harían olvidar todo lo que conoces aquí, en tu pequeña
y segura vida…- Tragué hondo. ¿Qué puede enseñarme? ¿Qué tipo de cosas no
agradables? ¿Quiero saberlas? Sí. No. Quizás. Lucius…-
-Antanasia…- Él se inclinó aún más cerca de mí, y encontré que él respiraba con
fuerza, como yo. Inhalando el poder él siempre desprendía, compartiendo su aire de
rarificado. -¿Nunca te has preguntado por esa parte de ti? ¿La parte que es Antanasia?-
-Antanasia es solo un nombre…-
-No. Antanasia es una persona. Una parte de ti.- Entonces, acarició mi mejilla, trazando
con su pulgar, me encontré a mi misma cerrando los ojos, hipnotizada, como si yo
fuese una cobra bajo el hechizo de un encantador de serpientes. Sabía que tenía que
parar, lo que sea que estaba sucediendo, pero estaba sentada allí, hipnotizada. -Esa
otra mitad de ti. Aquella mitad no se conformaría con ' agradable- Dijo suavemente.
Él sostuvo mi barbilla, y yo podía sentir su aliento sobre mi boca. Fresco y cercano.
-Finalmente lo vi, esa parte de tu ser, tu espíritu, cuando te pones este vestido… Te ves
tan hermosa con ese vestido. Te transforma…-
Mí vestido… Comenzaba a disfrutar de la sensación de poder, cuando los chicos me
habían mirado en el carnaval. Pero con Lucius, sentí que el poder se escapaba de mi
control y estaba en sus manos. Él tomó las riendas con tanta seguridad, como él hizo
con su caballo medio salvaje. Y era aterrador. Lamí mis labios, el estómago se me
tensó con aquella mezcla extraña de hambre y aborrecimiento y miedo que yo había
sentido, la primera vez que él me había mostrado aquellos dientes en su cuarto. ¿Hará
eso otra vez? ¿Lo hará? ¿Debería?
-Antanasia.- Sus labios apenas tocaron los míos, y un ansia devastadora me atravesó,
como el ansia en mi sueño por aquel chocolate decadente, irresistible, prohibido. No…
Acababa de besar a Jake… No quiero querer a Lucius… Él era todo que no quería. Él
pensaba que era un maldito vampiro. Sentía como, poco a poco me iba presionando
contra él, sentí mi mano elevarse, en contra de mi voluntad, para acariciar su
mandíbula, donde estaba la cicatriz, un camino dentado, trazado de piel liso por la
áspera barba incipiente. La violencia en su niñez… ello lo había hecho fuerte.
¿Peligroso, incluso? ¿Tal vez?
El brazo de Lucius resbaló a lo largo de mi espalda, y él rozó mis labios otra vez, con
menos cuidado esta vez. Incluso su boca era difícil. Pero quise conocer más. -Como
esto, Antanasia- Murmuró él. -Así es como debería ser… no agradable… Él me estaba tentando a querer más. La imagen de él cerrando la cremallera de mi
vestido, asegurando, conociendo, nubló mi cerebro. Experimentado… Mamá me había
advertido. “No te metas de cabeza, Jess…”
Lucius deslizó su mano hasta mi cuello, rodeando mi nuca con sus dedos, su pulgar
acariciaba el hueco de mi garganta.
-Déjame besarte, Antanasia… realmente besarte… como deberías ser besada.-
-Por favor, Lucius… -¿Estaba rogando o protestando?-
-Tú me perteneces- Dijo él suavemente. -Con los de nuestra especie… sabes que es
así… Deja de luchar contra ello… deja de luchar contra mí…-
-¡No!- Debí de haber gritado muy alto, porque Lucius se retiró bruscamente.
-¿No?- Su voz era incrédula, sus ojos llenos de choque e incertidumbre. Mi boca se
movía, pero ningún sonido salía de ella. ¿Sí? ¿No?
-Acabo… acabo de besar a Jake- Finalmente tartamudeé. -Hace unos minutos.- ¿No
estaba mal liarse con dos tíos en una misma noche? ¿No era una clase de… perra?
¿Qué diablos me hacía hacer este vestido? Y aquello, que él había dicho de 'nuestra
especie…'
-No.- Lucius apartó su mano de mi garganta y se inclinó hacia los escalones,
doblándose sobre sí mismo, clavando sus manos en su largo y negro pelo emitiendo
un sonido parecido a un gemido, medio aullido.
-Lucius, lo siento…-
-No digas eso.-
-Pero lo siento…- Todavía no sabía porque lo sentía. ¿Por besar a Jake? ¿Por casi besar
a Lucius? ¿Por hacernos parar?
-Ve dentro, Jessica.- Lucius estaba todavía doblado sobre sus rodillas, sus dedos
alisaban su cabello. -Ahora, por favor.- Y entonces la puerta delantera se abrió.
-Creí que había oído voces aquí- Dijo Papá, pretendiendo ignorar la obvia tensión.
-Papá- Chillé, levantándome dando un bote. -Acabo de llegar a casa. Lucius y yo
estábamos hablando. Se está haciendo tarde- Dijo papá poniéndome a su lado. -Y Lucius, pienso que se
acabó el ofrecer truco o trato. Probablemente deberías irte a la cama.-
-Por supuesto, señor.- Lucius se incorporó lentamente y se puso en pie. Él parecía
cansado cuando le tendió el bol a mi padre. -Feliz Día de Todos los Santos.-
-Sí, buenas noches- Dije. En cuanto me deslicé dentro, corrí escaleras arriba y me
quité aquel vestido, ocultándolo al fondo de mi armario. Cepillé mi pelo y me deshice
de las horquillas hasta que volvió a caer sobre mis hombros. Todo en su lugar y
normal. Después de ponerme una camiseta y unos pantalones para dormir, me asomé
por la ventana y contemplé el garaje. Pero la luz de Lucius estaba apagada. Él se había
ido a la cama. O lo mejor él se había ido a pasear de noche. Mamá llamó a mi puerta.
-¿Jessica? ¿Estás bien?-
-Sí, mamá- Mentí.
-¿Quieres hablar?-
-No.- Continué observando la ventana de Lucius, no muy segura de lo que estaba
buscando. -Solo quiero irme a dormir.-
-Bueno, entonces…buenas noches, cariño.- Los pasos de Mamá se perdieron en el
recibidor y yo me subí a mi cama, entrecerrando mis ojos. No quisiera toparme con
Lucius en la oscuridad. Con el humor con el que le había dejado, sinceramente me
temía que no sería nada 'agradable'.
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Guía de Jessica para ligar con vampiros
Про вампировJessica piensa pasárselo "de muerte" en el último curso de instituto. Lo que no sabe es que un "no-muerto" ya ha planeado todo su futuro... Un misterioso estudiante de intercambio llamado Lucius Vladescu irrumpe en la vida de Jessica asegurando que...