Mañana vas por tu cuenta, no importa lo que Mamá diga sobre ayudarte a integrarte-
Le advertí a Lucius, el cual estaba arrastrándome a lo largo del buffet de la cafetería,
declinando cada ofrecimiento. -Ahora conoces el sistema.-
-Oh, sí- Dijo, empujando su bandeja con un dedo como si fuera algo tóxico. -Una cola
de gente empujando como si fuese ganado en un tobogán, dándoles comida apta para
la ganadería, forzándoles a consumirla encorvados, hombro con hombro, en mesas de
comederos.-
-Solo coge algo- Gemí cogiendo un sándwich para mí. -Éstas hamburguesas no están
mal. (Hablaba de las típicas hamburguesas de carne picada americanas)- Lucius
agarró mi mano, y sus dedos presionaban fuertemente mi muñeca. Y tan fresco. Jessica… ¿eso es carne? Pero tus padres te prohíben…-
-Lo que papá y mamá no sepan sobre el instituto no les hará daño.- Le advertí,
librándome de su apretón y alejando mi bandeja. Froté mi muñeca, calentándola. -Así
que no digas nada.-
-Que insubordinado y sedicioso por tu parte- Sonrió Lucius, había apreciación en su
voz. -Lo apruebo totalmente.-
-En realidad, no me importa tu aprobación.-
-Claro que no.- Lucius se saltó las hamburguesas, pero se echó algunas patatas fritas.
-Cartofi pai. Al menos tenemos esto en Rumanía.-
-A propósito, ¿dónde conseguiste la bebida?- Pregunté señalando su bandeja, la cual
sostenía una botella de plástico que rezaba el slogan de “Naranja Julius” -No está
permitido salir del campus, lo sabes.-
-Ahh, el terror de la detención.- Suspiró, quitando el tapón para beber a grandes
sorbos de la botella. Rojo y coagulado líquido avanzando hacia arriba. Él tragó con
satisfacción. -No lo suficiente, como para disuadirme de los placeres de un “Fresa
Julius”. Me temo que soy adicto.-
-Deberías sacar eso de aquí- Le dije alcanzando la botella. -En serio, si te cogen…-
Lucius puso lejos la bebida antes de que yo alcanzara a tocarla.
-Creo que no. Y te animo con efusividad a no derramar esto.- Eché un vistazo a su cara,
no muy segura de lo que había querido decir. Sus ojos negros eran dañinos.
-Vamos- Dije cogiendo un “Jell-O” (refresco de lima). -Mantengámonos en la cola.
Vayamos a pagar si no quieres nada más.- Llevamos nuestras bandejas la caja
registradora, y en cuanto yo rebusqué en mis bolsillos, Lucius sacó de repente su
cartera y la abrió del tirón.
-Mi convite dudoso-
-De ninguna manera.- Localicé unos dólares en lo hondo de mi bolsillo, pero Lucius fue
más rápido. Él le tendió a la camarera un billete de veinte dólares.
-Quédate el cambio.- Él le sonrió, guardando su cartera y cargando las bandejas de
ambos.
-Pero…- La camarera comenzó a protestar.
-Él no está acostumbrado a nuestro dinero todavía- Le expliqué, me volví hacia Lucius.
-Nuestro almuerzo solo cuesta seis dólares.-Lucius frunció el ceño. Jessica, ¿piensas que no estoy familiarizado con los valores numéricos monetarios, en
especial el dólar, que es la unidad monetaria estándar? Vivo en Rumanía, no en una
caja sellada.- La camarera sostenía todavía nuestro cambio, mirándonos
desconcertada.
-Yo se lo daré después- Dije, aceptando el efectivo.
-Mira, allí está Melinda.- Se percató Lucius, cogiendo nuestras bandejas. -Agitándose
histéricamente. Ella es un poco… efervescente, ¿no?-
-Supongo que comerás con nosotras.- Suspiré, siguiéndole mientras él se deslizaba
entre el laberinto de mesas, directo a Mindy. Algunos estudiantes lo observaban,
incluso los que estaban más lejos, como el alto adolescente vestido con una camisa
blanca, pantalones negros y unas botas pulidas, pasaba a su lado. Lucius no parecía
molestarse en prestarles atención. Al contrario, tenía la sensación de que él sentía que
no merecía menos.
-Hey, Jess.- Sonrió Mindy cuando alcanzamos la mesa. Ella se sonrojó. -Hola, Lucius.-
-Melinda, encantado de verte.- Dijo Lucius depositando nuestras bandejas sobre la
mesa. -Esta mañana te ves deslumbrante.- Mi mejor amiga se ruborizó con placer ¿Por
qué?
-Gracias. Debe ser mi camiseta nueva. Es de Abercrombie, un punto de venta.- Ella
señaló los ajustados vaqueros negros de Lucius. -Y hablando de ropa, esos pantalones
molan. ¿Todo el mundo en Roma viste como tú? ¿O solo los niños reales?-
-Rumanía- Corregí. -No Roma.- Todo es europeo.- Mindy me hizo señas, todavía
mirando a Lucius de una manera que solo podía ser descrita como absorta.
-En cualquier caso, los pantalones son súper guay.- Lucius sonrió.
-Le diré a mi sastre que su trabajo es 'molón' y 'súper guay'. Estoy seguro de que estará
agradecido de aprender que puede competir con GAP.- Él movió la silla para cederme
el asiento, pero ese fue mi turno para agarrar su mano.
-Yo lo haré.-
-Como desees- Dijo echándose hacia atrás.
-Oh, desearía vivir en Rumanía.- Suspiró Mindy, apoyando su barbilla en sus
regordetas manos. -Tus modales son tan…-
-Impecables- Lucius facilitó la palabra por ella.
-Oh, genial- Murmuré, alcanzando mi bandeja. -Olvidé la cuchara. Yo iré a traértela.- Se ofreció Lucius levantándose.
-No, voy yo- Insistí levantándome también. Lucius se colocó detrás de mi silla, apretó
mis hombros con sus fuertes manos y gentil, pero firmemente me guió de vuelta a mi
asiento. Él se dirigió a mí, hablando suavemente, todavía sosteniéndome por encima
de mis brazos. Su fresca respiración rozó mi oreja, y sentí de nuevo aquel traidor
cosquilleo en mi estómago.
-Jessica, por amor de Dios- Dijo él. -Permíteme al menos realizar algo de cortesía
común por ti. A pesar de lo que las mujeres liberales te enseñen, la caballerosidad no
implica que las mujeres sean menos poderosas. Al contrario, la caballerosidad es una
admisión de la superioridad de las mujeres. Un reconocimiento de tu poder sobre
nosotros. Esta es la única forma de servidumbre que un Vladescu practica alguna vez,
y yo estoy encantado de realizarla para ti. Y tú, por tu parte, estás obligada a aceptarla
gentilmente.- Lucius liberó mis hombros y caminó a grandes zancadas antes de que yo
pudiese replicar.
-No tengo ni idea de lo que significa, pero fue la cosa más caliente que he oído en mi
vida.- Mindy siguió a Lucius con sus ojos. -¿Cómo fuiste tan afortunada? ¿Por qué mis
padres nunca consiguen estudiantes de intercambio?-
-Desearía que él fuese tu problema- Dije. Oh, nunca le desearía eso. Si Mindy supiese
como de loco estaba Lucius Vladescu. Lo que él reclamaba ser. -¿Por qué tiene que
actuar así? Solo quiero que me deje sola.- Mindy clavó su pajita en su cartón de leche
con chocolate. -No te entiendo, Jess. Cuando nosotras teníamos cinco años, todas
nosotras nos vestíamos de princesas. Ahora un verdadero Príncipe Encantado está a
tus pies, lo tienes comiendo de la mano ¡y te quejas!-
-Oh, Min… solo no le animes, ¿vale?-
-Estás demasiado colgada de Jake Zinn, para ver que la verdadera y divina realeza
europea se te echa encima, Jess. Vas a malgastar tu tiempo con un chico a quien
ordeñar vacas le parece divertido.-
-La familia de Jake nunca ha tenido vacas- Protesté -Ellos cultivan cosechas. Y pensé
que te gustaba Jake. ¡Tú solo babeas por sus músculos!-
-Oh. Hey, Lucius- Gorjeó Mindy dándome un golpe por debajo de la mesa. -Has vuelto
rápido.-
-No quise que el “Jell-O” se pusiera menos sabroso por estar fuera- Dijo Lucius detrás
de mí, inclinándose sobre mi hombro otra vez, ordenando mi cubertería sobre la
bandeja. El tenedor a la izquierda de mi hamburguesa (Sloppy joe). El cuchillo y la
cuchara a la derecha. -Esta es la forma americana, ¿no? ¿Qué haces en Rumanía, además de asistir a la mejor escuela de etiqueta del mundo?-
Preguntó Mindy en cuanto Lucius se sentó. Él se acomodó en la plegable silla metálica
y estiró sus largas piernas por el pasillo. Apartando sus impolutas patatas fritas.
-Bueno, mi educación es muy rigurosa, aunque tenga un tutor privado. Disfruto
frecuentando viajes por Bucarest y Viena, cuando el humor golpea. Cazar es muy
popular en los montes Cárpatos. Y montar.-
-¡Hey, Jess y tú tenéis algo en común!- Gritó Mindy. Le lancé una mirada de
advertencia.
-Bueno, ¡tú lo haces!- Lucius arqueó sus cejas mirando intrigado,
-¿En serio, Jessica? Pensé que tus actividades equinas se limitaban a la suciedad del
establo- Se mofó -No tenía ni idea de que estabas familiarizada, con la vista encima de
un caballo, también. Lo habías mantenido en secreto.-
-Porque no te quería merodeando por la cuadra, asustando a mi caballo- Dije tomando
un bocado de mi prohibida hamburguesa. (Sloppy joe)
-Jess participará en el espectáculo 4-H este otoño- Añadió Mindy. Lucius sonrió con
aprobación.
-¿Sabes? Yo soy conocido como un jinete bastante bueno en mi ciudad natal de
Sighisoara. Quizás podría ayudarte con tu silla.-
-¡No!- Grité más alto de lo que quise. Bajé la voz. -No necesito ayuda, ¿de acuerdo?-
-¿Estás segura? Yo era el capitán del equipo nacional rumano de polo amateur, en
hierba y arena.-
Oh, para lanzar gritos ruidosamente, gemí escupiendo un trozo de gelatina de lima.
-Es mejor que dejes de tomar tanto “Jell-O” ¡Urraca!- Me llamó alguien. -Ya tiemblas
como un tazón lleno.- Oh, no . . . Eché un vistazo atrás para ver al rechoncho Frank
Dormand, al lado de Faith Crosse y su novio deportista, Ethan Strausser, caminando
hacia nuestra mesa, y riendo.
-Tu fuerte no es hablar, Dormand- Le aconsejé. -Al menos toda mi grasa no está en mi
cabeza. Pero ellos ya se alejaban arrastrando los pies y riendo juntos.
-Ingratos.- Lucius se irguió en la silla, con voz molesta. -¿Se ha mofado de ti, Jessica?-
Él comenzó a levantarse de su asiento, pero le agarré del brazo.
-Lucius, déjale ir. Lo manejaré. Como siempre hago.- Lucius se detuvo a medio
levantar, mirándome fijamente, incrédulo. ¿Tengo que permitir que ese… ese… idiota… te insulte?- Sostuve firme su manga,
sintiendo sus tensos músculos bajo la tela.
-Es solo Frank Dormand haciendo el gilipollas, como viene siendo normal- Dije. -No
empieces una lucha por ello. Por un momento, Lucius pareció olvidar a Frank, gracias
a Dios, él se hundió de nuevo en su asiento, buscando mi cara, claramente confundido.
-Jessica… no lo entiendo. Tú, de todas las personas, aguantar las burlas…-
-Detente ahí, Lucius- Le advertí, silenciosamente rogándole, contemplando aquellos
oscuros ojos. -Por favor, no menciones vampiros, o compromisos, o cualquier cosa
sobre mí a toda la gente, ni lo de ser una princesa. No con Mindy delante. Nunca más.
Sé cómo manejarlo.- Lucius me concedió la razón, pero con clara reluctancia.
-Como desees. Pero solo lo consentiré una vez. Tal estúpido comportamiento hacia ti,
Jessica, no se irá sin obtener respuesta la próxima vez.- Él volvió a reclinarse en su
asiento, cruzando los brazos, observando la puerta por la que Frank, Faith y Ethan
habían salido, miraba intensamente, como si desease que se volvieran a acercar para
probarles. Como si él conspirara estratégicamente, viviendo la lucha en su
imaginación. Su mirada era tan gélida que Mindy estuvo callada por una vez en su
vida.
Terminamos el almuerzo en silencio. Lucius no comió nada, solo tomaba de su zumo de
“Fresa Julius” una y otra vez, ausente, mirando la puerta. En cuanto salimos de la
cafetería, él tiró la botella en una papelera de reciclaje. La botella hizo un ruido hueco
contra la papelera, totalmente vacía.
-Espero que él patee el culo de Frank algún día- Me susurró Mindy vaciando su
bandeja. -Me quedaría sin palabras. Parece como si Lucius estuviese dispuesto a matar
por ti.- La manera en que Mindy lo dijo, hacía que sonase casi romántico. Pero había
visto la mirada de Lucius, había sentido su furia, apenas contenida en sus tensos
músculos bajo mi mano. No, la perspectiva de que Lucius Vladescu cumpliese
cualquier venganza en mi nombre, no parecía en absoluto romántico. Al contrario, esto
solo me llenó de una inquietud que lidiaba con mi temor. Además, cuanto más pensaba
sobre ello, Ethan, Frank, Faith, Lucius y yo éramos una combinación que únicamente
estaba destinada al desastre.
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Guía de Jessica para ligar con vampiros
VampirosJessica piensa pasárselo "de muerte" en el último curso de instituto. Lo que no sabe es que un "no-muerto" ya ha planeado todo su futuro... Un misterioso estudiante de intercambio llamado Lucius Vladescu irrumpe en la vida de Jessica asegurando que...