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Vas a hacerlo bien, querida- Prometió mi madre, pegando mi número en la parte de
atrás de mi chaqueta de montar.
-Voy a abandonar - Dije. -¿Por qué me comprometí a hacer esto?-
-Porque, crecemos desafiándonos a nosotros mismos.- Replicó mi madre.
-Si tú lo dices.- En pocos minutos llegaría mi turno. Montaría a Belle en el ring del 4-H y
saltaríamos una serie de obstáculos. La cosa entera duraría tres minutos. Entonces,
¿Por qué estaba tan asustada? Porque podrías caer. Belle podría negarse. Tú no eres
una atleta; eres una competidora de matemáticas… -Debería haber acabado
levantando un becerro, como el verano pasado- Dije, gimiendo. -Todo lo que tengo
que hacer es pasear por la tierra y esperar, para ver si ganas una cinta.-
-Jessica, eres un gran jinete- Insistió Mamá, haciéndome girar sujetándome por los
hombros para examinar mis ojos. -Y no es como si nunca hubieses competido delante
de la gente antes…-
-Pero eso es de matemáticas- Protesté. -Soy buena en matemáticas.-
-Eres, un buen jinete también.- Pensé en Faith y en Lucius.
-Pero no la mejor.-
-Entonces, hoy es un momento excelente para expandir tus fronteras. Arriésgate a un
segundo o aún el tercer lugar.- Eché un vistazo a través del campo, donde Lucius
estaba cuidando a su caballo, al cual había llamado 'Belle del Infierno.' Ha-ha.
-Los riesgos no son siempre tan geniales- Dije, mirando el trabajo de Lucius por
controlar al animal, todavía medio salvaje. Lucius era el único que podía tocarla. Él
insistió que ella era una incomprendida, pero pensé que la yegua era simplemente un
diablo.
-Eso es un poco demasiado arriesgado- Concedió Mamá, siguiendo mi mirada. Ella
suspiró. -Espero que le vaya bien.- La manera en que ella lo dijo, capté el extraño
sentimiento de que ella no solamente estaba hablando de la competición de salto.
-Él necesita su número, también- Añadió Mamá. Ella protegió sus ojos del sol, agitando
la mano en dirección a Lucius. Él levantó una mano, en reconocimiento, y trotó,
bajando de su montaje y ató las riendas alrededor de un poste de valla. Belle del
infierno nunca sería la clase de caballo que podría esperar sin una soga. Lucius se inclinó ligeramente.
-Dra. Packwood. Jessica.-Le dediqué una pequeña e incómoda sonrisa.
-Hey, Lucius.- Él se giró, y mi madre fijó su número. Para mi sorpresa, Mamá luego hizo
girar a Lucius, justo como ella había hecho conmigo, y lo abrazó. La sorpresa sopló
hasta el shock cuando Lucius en verdad le devolvió el abrazo. ¿Cuándo se habían
unido aquellos dos? Algún día desde el Halloween, supuse. Lucius y yo habíamos dado
el uno al otro un amplio espacio desde nuestro extraño momento en el porche.
-Buena suerte- Dijo mi madre, cepillando las imaginarios hilas del impecable,
perfectamente adaptado abrigo de Lucius. -Y ponte el casco- Añadió. -Es obligatorio-
-Sí, sí, la seguridad primero- Dijo Lucius, con la voz llena de sarcasmo. -Iré a buscarlo-
Él me miró con los ojos neutrales. -Buena suerte.-
-A ti también.- Lucius montó de nuevo su caballo y se alejó. Mamá lo miraba con cara
tensa.
-Estará bien.-Le prometí.
-Eso espero.-
-Soy la segunda, ¿verdad? - Pregunté.
-Sí. Después de Faith.- Genial. El puesto más duro que posiblemente podría seguir.
Faith no solo competía en el 4-H espectáculo anual. Ella hizo concursos hípicos más
importantes, sobre su costoso caballo castrado. Mi estómago se encogió otra vez. -Lo
harás bien.- Prometió mi madre, abrazándome también. El intercomunicador sonó, era
el momento.
-Vamos.- Por supuesto, Faith completó una carrera impecable sobre su pura sangre,
Baile de la luna (Moon Dance). Ella dominaba el curso, las piernas raudas, con los
cabos finos de su caballo que saltaban sobre cada valla, aún en la quinta, que surgió
como una torre, extremadamente alta de donde yo esperaba al margen.
Realmente necesitaba hacer pis, un pis nervioso, pero no era el momento. Monté en
cuanto los cascos del Baile De la luna se escucharon acercarse, con el recorrido
completado.
-El siguiente, Jessica Packwood, Woodrow Wilson High School, montando a Belle, un
Appaloosa de cinco años.- Ellos habían dicho mi nombre. Suspiré, localizando a Jake, que me miraba desde la grada. Él sonrió abiertamente, dándome una señal de OK. Me
forcé a devolver la sonrisa.
Lucius también estaba en la arena, mirando, inclinado contra la valla. Maldita sea.
Como si necesitase sus ojos hipercríticos juzgándome.
Eché un vistazo por encima de mi hombro, preguntándome que ocurriría si mi caballo
y yo nos escapábamos en aquel instante… pero era demasiado tarde. No había vuelta
atrás.
Suspirando, puse mis pies en la tierra. Los cascos de Belle resonaron en la suciedad
espesa de la arena casi silenciosa. Sintiendo el poder de mi caballo, sus pasos
familiares debajo de mí, comencé a centrarme. El primer obstáculo se acercaba. Un
seto. Nosotros fuimos a medio galope, saltamos, y lo clavamos. Tú solamente estás
saltando con Belle. Justo como en casa. Clavamos los siguientes carriles bajos, y los
nervios se desvanecieron, sustituidos por la exaltación. Toda aquella gente nos
miraba, y nosotros lo hacíamos bien.
Belle clavó las dos siguientes vallas, sus cascos ni si quiera rozaban los carriles. En el
quinto, la valla más alta surgió, y mi corazón galopó. Pero Belle se levantó, se elevó, y
nosotros estábamos por delante.
Una ronda perfecta. Ninguna falta. Al final, nosotros habíamos completado una ronda
perfecta. Una victoriosa y enorme sonrisa cruzó mi cara. Toma esa, súper estrella
rumana.
En cuanto galopé hacia la salida, saludé a mis padres, que me aclamaban, y a Jake, que
tenía ambos dedos atestados en su boca, silbando. Buscando a Lucius, vi que él
aplaudía calurosamente, manos levantadas, articulando con la boca
-Buen espectáculo.- Independientemente de si algo se había roto entre nosotros, había
durado poco. Volví de guardar a Belle en un lugar fresco justo a tiempo para ver la ronda de Lucius.
Él se sentó con facilidad, suntuosamente, sobre Belle del Infierno, como si él hubiese
nacido allí. El caballo negro medianoche parecía extrañamente tranquilo, también.
Dando, una coz en sus flancos, Lucius la impulsó a un medio golpe, rebelándose en un
galope lleno. El paso era inapropiado para el pequeño curso, pero Lucius no pareció
notarlo. Había una pequeña sonrisa sobre sus labios cuando él se acercó a la primera
valla. Belle del Infierno voló, aterrizando suavemente, y comprendí que este era un
caballo nacido para saltar. Ellos parecieron fundirse juntos, el caballo y el jinete,
rompiendo el curso, Belle del Infierno que alcanzaba dos veces la altura máxima, tuvo
que despejarse, y de repente los espectadores aclamaban. Jadeos y ovaciones.
Era imprudente. Demasiado imprudente. Eché un vistazo a mis padres en las gradas.
Ellos miraron aterrorizados, y de repente yo también lo estaba.
En cuanto Lucius se elevó sobre la quinta valla, una mano restringió mi muñeca,
haciéndome saltar.
-Míralo ir.- Faith Cross no susurraba a nadie en particular. Yo estaba bastante segura
de que ella aún no había comprendido a quién había tocado, ella miraba a Lucius
atentamente. Faith dio un toque su fusta distraídamente contra su becerro, en el
momento en que sonaron los ruidos de cascos. Tiré de mi brazo lejos.
-Lo siento- Murmuró Faith sin apartar la mirada de Lucius.
Belle del Infierno clavó la última valla, y el comentarista anunció un nuevo récord de
tiempo.
Lucius y el caballo tirado cabalgaron hacia la puerta de salida, y Lucius se deslizó
abajo, con serenidad, quitándose sus guantes de equitación como si él acabase de
estar paseando por el parque, aparentemente olvidando los aplausos. El espectáculo siempre acaba.
-Voy a felicitarle.- Dijo Faith. Advertí una mirada peculiar en sus futuros ojos de reina
del baile de primavera.
Faith desapareció entre la multitud, encaminándose hacia la salida, siguiendo a Lucius
fuera de la arena en la parte de atrás. Fue entonces cuando pensé en la fusta. A Belle
del Infierno no le gustaría la fusta. Incluso Lucius nos había advertido sobre ello en el
establo, cosa que yo había visto cada día.
-Faith, espera- La llamé siguiéndola.
Pero fui demasiado lenta. En el momento en que la cogí justo detrás del establo, Faith
ya había alcanzado a Lucius y a Belle del Infierno, y agitaba la fusta para llamar la
atención de Lucius. La fusta pellizcó el flanco del caballo, y Belle del Infierno giró llena
de furia, alejándose, casi rasgando las riendas de las manos de Lucius antes de que él
comprendiera lo que pasaba.
Lo oí ordenar a Faith que dejara caer la fusta, pero fue demasiado tarde.
La yegua se alzó, pateando el aire, muy cerca de Faith. Grité, viendo lo que estaba a
punto de pasar, como Lucius apartó a Faith, poniéndose delante de las patas feroces, y
como cayó bajo ellos.
Hubo un audible y enfermizo crack de como la fuerza de los cascos de Belle del
Infierno, conducidos por una tonelada llena de tendón y músculo, chocó con las
piernas de Lucius y sus costillas. Pasaron todos los segundos del mundo, antes de que
yo pudiese gritar otra vez, y Lucius estaba en el suelo, su alto cuerpo doblado, roto,
sobre la hierba. Había sangre sobre su camisa blanca, sangre que manaba de su alta
bota de cuero y manchaba sus bombachos de equitación. ¡Lucius!- Finalmente encontré mi voz, gritando, atropellando, cayéndome al lado de
él. Estaba tan asustada por él, que me olvidé completamente de la bestia peligrosa que
surgía detrás mi hombro, todavía suelta.
-Cógela- Insistió Lucius con dientes apretados, tratando de darse la vuelta, señalando
hacia el caballo, que estaba de pie, levantando los flancos, asustado, pero todavía
cauteloso. -Puedes hacerlo. Antes de que ella…-
Faith comenzó a gritar, bruscamente y fuerte como si en verdad se estuviera
hundiendo, pero nadie nos oiría detrás del granero. Todo el mundo estaba dentro
ahora, mirando la competición. Belle del infierno estuvo de pie, la cabeza gacha,
resoplando como un centinela furioso sobre Lucius. Yo podría sentir su aliento caliente
sobre mi propio cuello, y luego me asusté de mí misma, también. Ningún movimiento
brusco…
-Ella tiene que ser amarrada, Jess- Pidió Lucius, estremeciéndose con el esfuerzo de
las palabras. Cabeceé silenciosamente, sabiendo que él tenía razón. Me puse de pie
muy despacio, tan despacio como me fue posible, me di vuelta.
-Tranquila, chica- Susurré. Extendiendo mis manos con las palmas hacia arriba. El
caballo se estremeció, y yo también. Solo permanece tranquila, Jess… Me acerqué
más. Los ojos de Belle del Infierno giraron más desordenadamente, pero ella no huyó.
No repartió golpes a diestro y siniestro.
Ella pareció entender que algo había ido horriblemente mal. Sacudiendo las manos,
alcancé sus riendas flojas, pendiendo de su brida.
-Tranquila, chica.- Mantener mis ojos sobre los del caballo, localicé las rienda con las
yemas de los dedos. Su aliento seguía siendo pesado y rápido, pero de todos modos
ella no se movió. Lucius gimió. Tenía que trabajar más rápido. Moviendo con más
seguridad, pero temblando, hurgué para atar las riendas a un poste. Gracias, Señor.
Ella estaba a salvo.
Me apresuré para volver con Lucius, que agarraba sus costillas a través de su camisa
sangrienta. Arrodillándome, agarré su mano libre. Está bien- Le prometí. Pero yo no podía hacer menos que echar un vistazo a su pierna.
La rotura había sucedido en el peroné, la bota de cuero en realidad estaba en perfecto
estado.
-Consigue ayuda- Le dije a Faith, que parecía paralizada, llorando una y otra vez
-Esto fue un accidente.-
-¡Busca a alguien!-Le grité de nuevo. -¡Ahora!- Eso la despertó y se dio la vuelta para
correr.
-No- Ladró Lucius, más fuerte de lo que yo habría creído posible, considerando el
estado deteriorado de su cuerpo. Pero algo en su tono detuvo a Faith, y ella se giró.
-Busca a los padres de Jessica. Nadie más.- Faith vaciló, llena de pánico, perpleja,
insegura. Me miró.
-Consigue a los paramédicos- Le supliqué a Faith. ¿Qué estaba haciendo Lucius? Él
necesitaba una ambulancia.
-Solo los padres de Jessica - Dijo Lucius, hablándome directamente a mí, en su tono
más autoritario. Él agarró mi mano por lo que no pude irme.
-Yo… yo…- Empezó a decir Faith.
-Ve- Ordenó Lucius. Faith corrió. Recé para que ella consiguiese encontrar a los
paramédicos. -Maldita sea, esto duele.- Lucius gimió, la cara se le torcía en una
expresión llena de dolor. Él exprimió mi mano. -Solamente quédate aquí, ¿Lo harás?-
-No me voy a ir a ningún lado- Dije, disponiendo mi voz para que no temblase. Estaba
aterrorizada y luchando para no mostrar mi miedo ante Lucius. Un hilo de sangre se
resbaló de su boca, y sofoqué el impulso de gritar. Eso no podía ser bueno. Eso podría
significar una hemorragia interna. Limpié el líquido carmesí con mis dedos
temblorosos, y una lágrima cayó sobre su mejilla. Yo aún no había comprendido que
estaba llorando.
-Por favor. No hagas eso- Murmuró Lucius encontrando mis ojos. -No decaigas frente a
mí. Recuerda: eres de la realeza.- Exprimí su mano apretando más.
-No estoy llorando. Solamente es sudor.- Él se estremeció un poco.
-Sabes qué… esto no puede matar a… - Dios, ¿Todavía seguía mintiendo sobre lo de
ser un vampiro? Por un segundo no creí de verdad que pudiese morir.
-Aún mintiendo. Y espero que Faith ignore tus comentarios. Esta pierna… Maldita sea.- Su pecho se hinchó, y él tosió. Más sangre. Mucha sangre.
Demasiada sangre. Venía de sus pulmones. Probablemente una perforación. Yo había
tomado suficientes clases de primeros auxilios que se dan en la escuela para saber un
poquito sobre accidentes. Restregué mi manga en sus labios, pero eso sólo nos untó
con más sangre sobre nosotros dos.
-La ayuda está llegando.- Prometí. ¿Pero será demasiado tarde? Por instinto, alisé su
pelo negro con mi mano libre. Su cara se relajó durante unos segundos; su respiración
se calmó ligeramente. Entonces mantuve mi mano allí, sobre su frente.
-¿Jess?- Él alcanzó mi rostro con sus ojos.
-No hables.-
-Yo… yo creo que tú… mereces una medalla.- A pesar de mí misma, me reí, con una
desigual e irónica risa, y me incliné para besar su frente. Solamente pasó. Solo sentí
que era lo correcto.
-La ganarás tú.- Sus ojos se cerraron. Tenía la sensación de que estaba perdiendo la
consciencia.
-¿Y, Jess?-
-Estate callado.-
-No permitas que le hagan nada… a mi caballo- Pidió con dificultad para respirar.
-Ella no hará… ningún daño. Solo fue la fusta, ya sabes…-
-Lo intentaré, Lucius.- Le prometí. Pero sabía que no tendría éxito. El indulto de Belle
del Infierno se había acabado.
-Gracias, Antanasia… - Su voz era casi inaudible. Por los alrededores del granero oí
neumáticos de coche sobre la hierba. Exhalé con alivio. Faith había ido en busca la
ambulancia. Pero no. Cuando el vehículo giró en la esquina, era una furgoneta
escacharrada VW con Ned Packwood al volante. Mis padres saltaron fuera, con temor
en sus rostros, y me apartaron de en medio.
-Llevadme a vuestra casa- Rogó Lucius, recuperándose un poco. -Entendéis…- Mamá
se volvió hacia mí.
-Abre la parte de atrás de la furgoneta.- Me ordenó.
-¡Mamá, necesita una ambulancia!-
-Hazlo, Jessica.- Empecé a llorar otra vez, porque no entendía lo que estaba pasando, y
no quería formar parte en matar a Lucius. Pero hice lo que me dijeron. Mis padres depositaron a Lucius en la camioneta tan gentilmente como les fue posible,
pero él todavía gemía, incluso aunque él estaba ahora totalmente inconsciente, el
dolor era tan malo que debió incluso de haber rasgado su insensato cerebro. Empecé
a arrastrarme detrás de él, pero papá me paró con una mano firme sobre mi hombro.
Mamá entró en la furgoneta, agachándose junto a Lucius.
-Tú te quedarás aquí y explicarás lo que ocurrió- Dijo papá. -Diles… diles que hemos
llevado a Lucius al hospital.- Vi la mentira en la cara de mi padre, y mis ojos se
abrieron como platos.
-Lo vais a llevar allí, ¿verdad?-
-Solo dile a todos que él está bien.- Dijo mi padre sin responder a mi pregunta. -Luego
cuida del caballo.-
Aquello era demasiado, lo que ellos me estaban pidiendo. ¿Y si realmente ellos no lo
llevaban al hospital y Lucius moría? Ellos serían responsables. Quizás acusados de
negligencia, o algún tipo de asesinato. Faith había visto que Lucius no estaba bien. Ella
sabía que él necesitaba un doctor. Y el 4-H comprobaría si él había estado
hospitalizado. Cuestiones obligatorias y todo eso. ¿Qué demonios estaban haciendo
mis padres? Ellos podrían ir a prisión. ¿Y por qué? No tenía sentido mantener a Lucius
lejos del hospital.
Pero no había tiempo para protestar, ni para pedir guía. Lucius necesitaba al menos un
lugar cálido. Afortunadamente había lugares donde la gente sabía cómo manejar
huesos rotos y heridas sangrantes. Por lo menos no sería nuestra cocina, donde papá
preparaba algunas curas…
Mi pecho se llenó de nuevo con terror. Si mis padres iban a intentar alguna clase de
'cura natural' con Lucius, ellos estaban muy lejos de su liga. Todas estas cosas
atravesaron mi mente y enseguida me dispuse a seguir a pie la vieja furgoneta,
mirando sin ayuda a que el trasto saliese de la hierba verde y se internase en la
carretera de grava, tan rápido como Papá conducía sin, presumiblemente, despertar
sospecha o abriéndose paso, para ocuparse de Lucius.Todavía estaba allí de pie mirando una nube densa de polvo, cuando Faith reapareció
a mi lado, más compuesta. Sus ojos estaban bordeados de rojo, pero sus hombros
estaban rígidos y alerta otra vez. Su voz aún se encogía, como pegada, cuando ella
preguntó.
-¿Crees que él va a estar…?-
-Él estará bien -prometí, mintiendo con más facilidad de la que creí posible. Pero tenía
que sonar convincente. La supervivencia de mi familia entera, no solo la de Lucius,
estaba en juego. -No creo que sus heridas sean tan graves como pensamos al
principio.-Añadí.
-¿No? - Faith me lanzó una mirada escéptica. Pero era una mirada de esperanza.
Comprendí que ella quería creer la mentira. Después de todo, ella no quería ser la
responsable de las heridas de Lucius, o de su muerte.
-Él se incorporó un poco- Le dije, forzándome a mí misma a encontrarme con los ojos
azul océano de Faith. -El hizo una broma.- La tensión en la cara de Faith se redujo, y
sabía que ella había deseado creerme. Estaba tan desesperada por ser absuelta.
-Debió de parecer peor al principio porque sucedió tan rápido…-
-Sí, probablemente.- Estuve de acuerdo. -Fue definitivamente aterrador al principio.-
La mirada de Faith se desvió hacia el aparcamiento, como si esperase ver todavía a la
camioneta alejarse, noté que ella continuaba sujetando la fusta, y golpeaba
distraídamente su bota. Hubiera deseado tirar aquella cosa a la basura y pisotearla
hasta que mordiese el polvo. ¿Cómo no pudo ver las señales en nuestro establo?
La respuesta era tan fácil que resultaba casi graciosa. Porque Faith Crosse no veía nada
más allá de su pequeño y esférico universo. Ese era el porqué.
-Incluso, si él no está tan mal como pensábamos, ¿por qué no quería a los
paramédicos?- Se preguntó ella en voz alta. No estaba bastante segura, pero tenía el
sentimiento de que tenía algo que ver con el engaño de Lucius sobre ser un vampiro.
Eso definitivamente encajaba con la respuesta para Faith aunque me aventuré a decir.
-Pienso que él es demasiado orgulloso. Demasiado valiente para ser llevado por una
hilera de sirenas y gente mirando.- Dadas las circunstancias y conociendo a Lucius,
aquello podía ser verdad también. Faith sonrió un poco con eso, todavía mirando en la distancia. La fusta golpeaba con
ritmo y sintonía en su bota. Ella estaba completamente calmada ahora, casi lo parecía.
-Sí- Dijo ella, más a sí misma que a mí. -Lucius Vladescu no parece tener miedo de
nada. Y él sabe lo que quiere, ¿verdad?- No tienes ni idea, quise decirle. Pero
entonces una multitud entera de oficiales del 4-H marchaban en nuestra dirección, y
me giré para encararles, lista para contar más mentiras.

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