Oh, carajo -me dije, mirando por la ventana como Lucius y Faith Crosse avanzaban
por el patio en la oscuridad, y se dirigían a su antiguo apartamento. Odiaba espiarlo,
pero yo no sabía qué otra cosa hacer. Tenía que evitar que mordiera a Faith. Así que
esperé unos pocos minutos y los seguí.
-Hey, chicos -les dije, irrumpiendo sin llamar. -¿Qué están haciendo? -Como si no lo
supiera. Faith prácticamente saltó fuera de Lucius, alisándose el cabello, tirando de su
camisa desaliñada.
-Dios, Jenn. ¿No puedes llamar? Algunas personas tienen una vida sexual. -Lucius no
hizo ningún esfuerzo para separarse a sí mismo. Se quedó sentado en la cama,
manteniendo el brazo, libremente alrededor de la cintura de Faith, sin hacer nada,
acariciando su cadera.
-¿Qué quieres, Jess? -Su voz era baja, amenazante.
-Tal vez ella quiere sus ollas y sartenes -Faith sonrió. -Tú sabes, para hacer la cena
-No puedo oler la liebre -le respondí. -El hedor de peróxido es tan fuerte. Más te vale
aflojar el cloro, Faith, o acabarás calva.
-Yo podría hacerlo peor. -Olfateó, mirando fijamente a la cabeza. -Mejor que una
cabeza calva Brillante.
-Mejor una cabeza brillante que puta. -Yo no creía que nadie hubiera hablado de Faith
Crosse así. Apenas podía creer que yo lo había hecho.Pero maldita sea, se sentía bien. Faith se sentó en silencio, atónita, acurrucada contra
Lucius, con los ojos muy abiertos. Luego se apartó de él, señalando a su pecho.
-¿Oíste lo que dijo de mí, Luc? ¿Vas a dejar que ella me llame puta? -Lucius se rió, un
sonido sin alegría, y la atrajo más cerca.
-¡Oh, Faith! Acepta el cumplido. -Se despegó de su pecho.
-¡Cuidado, Luc! -Lucius hizo caso omiso de la advertencia, dirigiéndose a mí.
-Repito: ¿Qué quieres, Jessica?
-Necesito ayuda con Belle en el granero -mentí. -Creo que le duele una pierna, pero
quiero tu opinión. Tú sabes de caballos mejor que yo.
-Llama a un veterinario -dijo Lucius. -No soy un sanador de caballos.
-Vamos, Lucius -insté. -Sólo tomará un minuto. -Cualquier cosa para conseguirte lejos
de Faith...
-Son casi las diez -señaló Lucius. -El caballo vivirá hasta la mañana. Y estamos más
bien ocupados por aquí. -Su rostro estaba oculto por la oscuridad en la habitación,
pero pensé que alcancé a ver un flash de sus colmillos.
-Lucius, sé razonable -insté, abandonando mi historia acerca de Belle.
-Estoy cansada de las bromas sin sentido -dijo Faith, deslizándose del abrazo de
Lucius. -Más tarde, Luc.
-No te vayas -dijo Lucius, tirando de su remera. Pero Faith se sacó la mano de encima.
-Se está haciendo tarde de todos modos, Lucius. Y mis padres van a matarme si no
cumplo con el toque de queda de nuevo. -Cogió su bolso de cuero rojo del suelo y le
dio a Lucius un beso en la boca. -Adiós. -Cuando ella volteó hacia mí, le agarré el
brazo.
-Mi nombre es Jess, por si acaso. Recuérdalo la próxima vez. -Faith se retorció de mi
alcance con una mueca.
-Oh, lo haré. Y te vas a arrepentir. -Ella dejó la puerta entreabierta, y la cerró de golpe
mientras marchaba por las escaleras.
-¿Qué ves en ella? -Exigí a Lucius. Mi voz era petulante, muy enojada, pero yo no
podía controlarla. -Ella es la persona más mala que he conocido.
-Tú sabes que hay peores, Jessica. Confía en mí. -Lucius se puso de pie, cruzando los
brazos. -¿Por qué entraste realmente aquí?
-Para salvarte, idiota -le dije. -¡Vas a morder a Faith! ¡Estás totalmente fuera de
control! -Lucius se quejó. Un gemido que se volvió un gruñido. Él cerró los puños y
frunció fuertemente el ceño.
-Jessica, no te metas en esto.
-Incluso si no te preocupas por mí, o por ti mismo, o el pacto, ¿has pensado en lo queva a pasarle a Faith, si ustedes dos se dejan llevar? Estás jugando con su alma,
también. Podría odiarla, pero lo que estás haciendo- no es correcto. -Lucius se burló.
-Faith es ya un alma tan corrupta como tú puedes imaginar. No te preocupes sobre
Faith. Miente, engaña, roba, y es probable que mate para conseguir lo que quiere. He
visto en el alma de Faith, y es tan oscura como la mía. Es por eso que estamos tan bien
juntos. Somos uno para el otro. -Pero no eran uno para el otro. Lo sabía.
-Uno no puede basar su vida en una novela -dije.
-¿Qué estás hablando?
-Ella no es Catherine, y tú no eres Heathcliff. No tenéis que destruiros unos a otros.
-Se puede leer demasiado en un pequeño drama. Una desviación secundaria -dijo
Lucius.
-No creo que sea una diversión. Te conozco, Lucius.
-¡Tú no me conoces! -Las vigas se sacudieron, cuando Lucius realmente levantó la voz,
la primera vez que podía recordar. El sonido fue terrible.
Pero yo no miré hacia abajo.
-Yo te conozco. Eres un vampiro honorable. Eres un rey. Y Faith no es tu igual -le
respondí. -Ni siquiera es un vampiro.
-¡Oh, tú tampoco! -Él se acercó y agarró un puñado de mis rizos. -Tú has cambiado tu
pelo, has cambiado de ropa, has leído la guía, pero no sabes nada de ser un vampiro.
Has visto a mis tíos. ¿Estás lista para ese mundo?
-Yo nací para gobernar ese mundo. ¡Tú lo sabes! ¡Tú me enseñaste eso! -Sin embargo,
Lucius se rió de mí, liberando mi cabello.
-¿De veras? Apenas puedes pronunciar las palabras, y mucho menos tomar el trono.
-Estás herido, Lucius -le supliqué. -No tires tu…
-¿vida? ¿No-muerto?
-existencia por una pelea con tu tío.
-Vete. -Enseñó los dientes como un animal, respirando con dificultad, y vi sus
colmillos. Pero yo no tenía miedo. Mis propios dientes dolían. Sentía la garganta seca,
también.
-No.
-No me fuerces -Lucius gruñó, agarrando mis hombros. -No tienes idea de lo que soy
capaz. ¿No viste lo que me hicieron? La sangre está en mí.
-Tú no me harás daño. -Barrí la habitación con la mirada, buscando algo.
¿Cómo podría probar que yo era la que acababa de salvarlo, para sellar nuestro
destino? Y entonces vi aquello. La taza. La taza de “Orange Julius” que yo sabía que
tendría caliente líquido carmesí en el interior, estaba en su mesita de noche, y me
lancé a por ella, sabiendo que él era más rápido que yo. Pero tuve el elemento de lasorpresa de mi lado, y lo cogí, arrancando la tapa, mitad disgustada, mitad loca con
deseo.
-Jessica, no -gritó Lucius, lanzándose sobre mí. -Lo esquivé y con la punta de la copa a
los labios derramé la gruesa y resbaladiza sangre coagulada en mi boca. Se deslizó en
mi lengua, en mi garganta, y me serví tan rápido que me empapé la barbilla y mi
cuello se filtró a través de mi camisa. Era pegajosa, salada y dulce sabor de la vida, en
el borde de la muerte. Bebí todo, superada por el sabor, el olor… el olor acre, ahora
en el interior de mí, me llenaba, me satisfacía.
Lucius se quedó paralizado cuando terminé, arrastrando el brazo a través de mi boca.
Él no dijo nada, cuando empujé la copa contra su pecho, lo que le obligó a aceptarlo.
-No -gruñí, sintiéndome más poderosa como nunca había sentido en mi vida. Potente,
saciada y medio enferma. -Nunca me digas, que no estoy lista para gobernar. -Sin
embargo, Lucius no dijo una palabra. Se quedó parado, inmóvil y rígido como un
cadáver, aferrado a la ensangrentada taza contra su pecho. Caminé junto a él y bajé
por las escaleras, saliendo por la puerta antes de que comenzara a temblar. Me quedé
en el pequeño círculo de luz en la entrada al garaje, dejando que el frío viento me
calmara. Mi camisa estaba empapada por la sangre, y en el aire helado del invierno, se
volvió hielo escarlata. Me limpié la barbilla de nuevo con un brazo pegajoso. Yo quería
subir y tomar de nuevo. Así que sólo esperé un momento, tratando de calmarme, para
averiguar qué hacer. ¿Qué pasa si mis padres me vieran cubierta de sangre?
Miré hacia la casa. Y fue entonces cuando vi a Faith Crosse, de pie cerca de cinco pies
de distancia, mirándome fijamente.
-Yo sólo venía atrás... se me olvidó mi teléfono celular -balbuceó, aferrando su bolso
rojo a su pecho, por lo que parecía un poco asustada. Excepto que su torso no estaba
cubierto por piel roja, y estaba cubierta de sangre. Sus ojos azules estaban enormes.
-¿Qué...? ¿Qué diablos te pasó? -Empecé a decir algo-cualquier cosa, pero yo no
podía pensar en una sola mentira. Como si una mentira pudiese explicar por qué mi
cara y mi garganta y pecho estaban cubiertos de sangre coagulada.
No importaba. Faith dio la vuelta y corrió hacia su coche. Yo todavía estaba allí de pie,
agitada con el frío y la emoción, cuando el sonido de sus neumáticos chillando
desapareció en la noche.
Yo sabía que había hecho algo que nunca podría deshacer. Yo no me había alterado
sólo a mí, sino al futuro.
Algo se había puesto en marcha, en el instante en que había inclinado la taza a mis
labios, y estaba fuertemente consciente de que Lucius y yo no teníamos a unos viejos
enfadados que temer. Había derramado molienda sangrienta, en un molino de la
escuela estadounidense de rumores, lo único que tal vez era más peligroso que las
legiones de guerreros vampiros sedientos de poder.
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Guía de Jessica para ligar con vampiros
VampirgeschichtenJessica piensa pasárselo "de muerte" en el último curso de instituto. Lo que no sabe es que un "no-muerto" ya ha planeado todo su futuro... Un misterioso estudiante de intercambio llamado Lucius Vladescu irrumpe en la vida de Jessica asegurando que...