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Hey. -Descansé la espalda, contra la pared del gimnasio de baldosas, me dejé caer
junto a Mindy, que se había sentado a la derecha delante de mí. -Pareces herida. -
Mindy evitaba mis ojos. Ella seguía mirando el juego de balón prisionero como si
hubiera apostado un millón de dólares-montado en el resultado.
-Es sólo una pelota.
-Pero que idiota, Danés, con el objetivo adecuado por su cabeza... -Mindy estaba a
poca distancia, sólo un poco, del suelo del gimnasio. Todavía no me miraba.
-Es que no dolía tanto.
-¿Todavía estás enojada conmigo? ¿O simplemente enloqueciste? -Pregunté
finalmente. Mindy se encogió de hombros. -Un poco de ambos, supongo.
-Oh. Porque al principio era como que siempre tenías una excusa de por qué no
podíamos comer, y entonces no me devolviste las llamadas de teléfono… Me has
estado evitando durante dos semanas, Min. -Mindy jugueteaba con sus zapatos, como
si tuviera cinco años.
-Estoy ocupada, eso es todo.
-No estás tan ocupada. -Mindy finalmente me miró.
-Lo siento, Jess, pero...
-¿Pero qué?
-Es demasiado extraño para mí.
-Así que tú crees los rumores. -Ella miró de vuelta el juego de balón prisionero.
-Yo no sé qué creer.
-Es complicado -dije. –Pero, si sólo pudieras confiar en mí, por un rato, hasta que lo
pudiera solucionar… -Mindy se volvió hacia mí, y esta vez no había miedo en sus ojos.No se trata sólo de ti, Jess.
-Entonces, ¿qué?
-Es... Él. Él te ha cambiado a ti. Te hizo algo a ti. Y le hizo algo a Faith. Ella mostró a la
gente los arañazos... -Mindy no tuvo que aclarar que "él" era Lucius.
-Todo era normal, hasta que llegó aquí, y las cambió -dijo Mindy, con miseria en su
voz, como si en realidad Lucius hubiera robado algo de ella. Y supongo que, en su
opinión, lo había hecho.
-No es culpa de Lucius -dije. -Quiero decir, no es la culpa de nadie, porque todo está
bien.
-No está bien, Jess. -La compostura de Mindy, se estaba resquebrajando. -Tú sabes
que me gusta Lukey-me gustaba Lukey. Pero la gente está diciendo que no es normal.
La gente está asustada.
-No hay nada que temer. -Mindy intentó sonreír pero no podía manejarlo.
-Si tú lo dices, Jess.
-Todavía vas a venir a mi cumpleaños, ¿verdad? -Le pregunté. -¿Para la cena?
Mi cumpleaños número 18 era en un par de semanas. Mindy y yo siempre habíamos
celebrado nuestros cumpleaños juntos. Nos habíamos intercambiado regalos y comido
pastel desde los cuatro años. Le agarré la mano. -Estarás allí, ¿verdad? -Pero la fuerza
con la que Mindy se apartó y la manera en que miró a su alrededor para ver si alguien
me había visto tocarla, me dijo que la tradición se había terminado.
-Lo siento, Jess -dijo. Sonaba como si tuviera la garganta apretada. -Yo sólo no puedo.
No si está él allí.
-Por favor, Mindy... -Pero no tuve la oportunidad de terminar de convencerla, porque
un balón prisionero golpeó la pared de justo encima de mi cabeza. Mi grito
involuntario alertó al entrenador Larson, el hecho de que Mindy y yo estábamos
sentadas por allí, y sopló el silbato.
-Traer sus traseros aquí o hacer algunas vueltas -gritó, aplaudiendo con fiereza. -¡No
se queden allí engordando y siendo perezosas! -Me deslicé lentamente por la pared,
con mi objetivo habitual de perder el tiempo en el gimnasio, tanto como fuera posible,
pero Mindy se puso en pie como un tiro, agarrando una pelota y lanzándosela en
nuestros compañeros de clase, con una venganza que me sorprendió. Yo nunca había
visto en realidad a Mindy Stankowicz, participar en la clase de gimnasia. Ella siempre
hizo lo que pudo, para ser la primera persona que se retirara, de cualquier juego o
para simular un perjuicio. Y ella era la actriz más creíble, que había conocido, cuando
tenía calambres. Un mes, había logrado que su período durara tres semanas
consecutivas. Pero ahora… ahora Mindy se había disparado en todo el suelo del
gimnasio, recogiendo todos los balones perdidos, que podían conseguir sus manos,
disparando como una ametralladora en una película de gángsters. Tal vez ella me
estaba imaginando ahí fuera, acurrucada contra la pared.
-¡Ven aquí, también, Packwood! -El entrenador Larson sopló el silbato de nuevo. -
¡Ahora! -Pero yo no le hice caso. Acababa de ver a Mindy por unos instantes, luego medirigí a los vestidores, disculpándome con una dignidad decidida, que mi profesor de
gimnasia parecía impotente para contrarrestar, porque ni siquiera intentó ordenarme
de nuevo.

Guía de Jessica para ligar con vampiros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora