Tardaron veinticuatro minutos exactos en acabarse la botella de vino, ahora, todo lo que quedaba eran fiambreras vacías y dos mujeres recostadas en el sofá. Sofía observaba con una tonta sonrisa en los labios a su profesora, que tenía una mano en el pecho y la otra en la frente mientras se entretenía mirando el techo. Habían hablado sobre la pelinegra únicamente, pero ya era hora de que contara lo que le estaba ocurriendo y el porqué no fue a trabajar. La latina se incorporó, quitándose de un tirón la sudadera que llevaba puesta y dejando ver la camiseta ajustada que marcaba sus pezones.
Cerró los ojos con fuerza y maldijo mentalmente a su profesora cuando pensó que ir sin sujetador sería una buena idea. Cuando los volvió a abrir, se encontró con la bonita sonrisa de Camila, que sacaba la lengua entre los dientes al ver cómo su alumna parecía muy tensa. Le encantaba el poder que tenía sobre el cuerpo de su alumna, no sabía porqué se tensaba de aquella manera, pero era divertido.
-¿Quieres hablar sobre lo que te pasa? -preguntó, agachando la mirada.
-¿Por qué estás tan tensa? -se atrevió a preguntar, dejando reposar una de sus piernas en el regazo de Sofía.
-N-No estoy t-tensa es sólo que.. es r-raro. -dijo tartamudeando tanto que hizo reír a la latina.
-Relájate, soy tu profesora pero también una persona humana. -cogió las manos de Sofía para que las colocara encima de su pierna y se mordió el labio. -¿Quieres que te cuente qué es lo que me ha pasado?
-Sí. -dijo contundente, comenzando a acariciar la tela del pantalón de su profesora, que parecía completamente relajada.
-Mi marido me ha sido infiel. -entreabrió los labios para hablar, pero simplemente calló, esperando a que continuara. -La verdad que no sé desde cuándo, pero el otro día la mujer con la que se acuesta me llamó para pedirme disculpas y contarme todo, decía que no podía continuar con esa mentira. Esa mujer me da igual, porque al fin y al cabo estaba soltera y me explicó que al conocerlo le dijo que no tenía pareja. Así que lo esperé hasta que llegó de trabajar y le pregunté, pero aún así me lo negaba todo, me dijo que era una loca que quería destruir nuestro matrimonio porque le había dicho que no, pero evidentemente me estaba mintiendo.
-¿Y.. desde cuándo lo sabes? -preguntó, tragando en seco.
-El día que me viste en aquel bar, sólo habían pasado unas horas de eso y mis amigas me dijeron que me vendría bien despejarme. -asintió, pasando la yema de sus dedos por los muslos de la latina. -Estoy viviendo en un hotel desde ese momento y la verdad es que no tengo ganas ni de levantarme, mi marido era mi vida, era mis ganas de levantarme cada mañana y me ha traicionado de la manera más ruin. Nos conocemos desde los catorce años, hemos pasado toda la vida juntos, hemos hecho proyectos de futuro y los hemos cumplido. Lo que más me duele es que los haya tirado por unos cuantos polvos, porque ni siquiera se ha enamorado de esa chica, sólo se la ha tirado por el morbo.
-Lo siento muchísimo, Camila. -murmuró apenada, sintiéndose mal.
Una mujer como Camila no se merecía aquello, no se merecía que la cambiaran por un par de polvos. Ella era completa, no hacía falta ninguna otra mujer para conseguir llenar tu vida, porque solo con su sonrisa podría llenar todos los vacíos. Aquel tipo sin duda no tenía cabeza al engañar a Camila, ¿cómo podía ser infiel a una persona que te dio su corazón? ¿cómo se puede ser infiel a una mujer que estaría dispuesta a dar la vida por ti? Sin duda, si ella tuviera a una mujer como Camila procuraría tenerla en un altar todo el día, le consentiría absolutamente todo.
-Me da igual, Sofía, es él el que ha perdido a una persona que lo quería, pero yo no pierdo nada. -dijo con dureza. -Lo único malo es que ahora tengo que buscar piso. Además, bueno, he de reconocer que he estado toda mi vida con él y me he acostumbrado, no me veo con otra persona.
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...