Alba le ofreció a Sofía ir a su casa en vez de verse obligada a pasar la tarde con Camila. Tras una media hora de insistentes preguntas por parte de la mulata acabó por contar el motivo de sus lágrimas. Quería que todo aquello fuera secreto pero con su amiga parecía no existir aquello. Al contrario de sorprenderse por estar viviendo con su amor platónico y profesora de historia, la abrazó hasta que no podía llorar más. Alba se sentía muy en deuda con la pelinegra por ser la única que dio la cara ante sus acosadores. No juzgaba absolutamente nada de lo que en su vida ocurriese y viceversa, así que no se asombró cuando le contó todo lo que había ocurrido con su profesora durante esos días que parecía algo más distante.
Decidió llevarla a su casa para que pudiera tener más intimidad y abrirse con más facilidad, sabía lo terca que podía llegar a ser y no quería arriesgarse a que no le contara qué ocurría o cómo se sentía. Cuando Sofía vio la gran casa en la que vivía su amiga se sorprendió, no esperaba que alguien como la mulata tuviera un palacio, prácticamente. La casa constaba de tres pisos, seis habitaciones, tres baños, dos cocinas, tres salones, un comedor, biblioteca, gimnasio, despacho, sala de juegos y un jardín trasero que tenía una piscina. En la entrada habían varios coches que probablemente también fueran suyos, así que ante todo esto sólo podía quedarse atónita, jamás le había contado que tenía tantos lujos.
-¿Por qué nunca me habías dicho que..? -señaló todo su entorno, diciéndole en silencio la continuación de la pregunta.
-No sé, no creo que forme parte de mi persona. -dijo, sacando de la nevera unos zumos. -Es como si tú tuvieras que presentarte a las personas diciendo que eres lesbiana. A ver, claro que es algo tuyo pero no creo que te defina.
-¿A qué te refieres? -frunció el ceño, cogiendo el zumo que le tendía la mulata.
-A lo que voy es a que tú no dices: hey, soy Sofía y me gustan las chicas. -negó con la cabeza, siguiendo los pasos de la dueña de la casa. -Pues yo tampoco veo razón por la que presentarme así, no me gusta que me miren de forma diferente por tener dinero, no me gusta que me traten como si fuera la reina del mundo por su conveniencia. Prefiero que me traten como creen que me merezco a que sean unos hipócritas.
-Pero te podías haber quitado muchos insultos y.. -suspiró, agachando la cabeza.
-Pero no te habría conocido. -comentó con una sonrisa, mientras abría la puerta corredera de cristal. -¿vas a ir al viaje de fin de curso?
-No lo sé. -se comenzó a quitar los cordones de las zapatillas, observando el cielo azul. -No quiero volver a verla, me.. duele un poco saber que no significo lo mismo para ella. Sólo he sido su punto de apoyo para dar el gran salto hacia su nueva vida.
-¿Has hablado las cosas claras con ella? -se sentó en el césped, sintiendo el frío en su trasero mientras rodeaba sus piernas con los brazos. -Quizás si fueras sincera podría pensar en ti como algo más que una alumna.
-¿Sabes? El.. el otro día al llegar a casa la escuché hablar por teléfono. -alzó ambas cejas, sorbiendo por la pajita. -Creo que hablaba con su ex marido porque le decía que no la volviera a llamar o le iba a denunciar por acoso.
-¿Y.. le dijiste algo sobre el tema? -negó, entrecerrando los ojos por la fuerte luz del sol. -Sofía.. tienes que aprender a mostrar tus sentimientos, si escuchaste una conversación ajena y sabes que ella está mal deberías haber hablado las cosas para que se sintiera mejor.
-Esta mañana le di una nota y creo que sabe que fui yo. -movió los dedos de sus pies, suspirando pesadamente. -¿crees que lo sabe?
-Es inteligente, Sofi. -murmuró, sorbiendo de nuevo de la pajita. -Creo que estos últimos días deberías ser sincera y abrirte con ella, las cosas son más simples.
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...