Cuando las plantas de sus pies pisaron Madrid de nuevo, una sensación de paz inundó su pecho como si estuviera en el sitio adecuado después de mucho tiempo. Como si el aire de allí fuera el más fresco, los árboles los más bonitos, la gente la más divertida y el cielo más azul. Todo se debía a que lo había echado de menos, casi tanto como a la señora Pérez. Su mandíbula cayó al suelo al verla allí con su perro que tiraba con ansias para acudir a su dueña. Después de una semana sin verse, acostumbrados a pasar muchas horas juntos y a los paseos, no estar con él se le hizo duro. Se consiguió soltar del agarre de la anciana, que se echó las manos a la cabeza al ver la velocidad que llevaba aquel perro hasta que estampó contra el cuerpo de Sofía. Cayó para atrás, pero no le importó cuando recibió los lengüetazos del labrador. No podía parar de reír mientras se incorporaba, ahora observando cómo se acercaba la mujer de pelo canoso. No habían quedado en que acudiría hasta allí pero si le había dicho a la hora que llegaba, así que era una grata sorpresa.
"¡Sofi!" gritó, abriendo sus brazos para recibirla con los brazos abiertos. "¿qué tal en Roma, comiste bien?"
"si, señora Pérez" soltó una risa al ver que nada había cambiado, le seguía preocupando cómo comía. "había buffet libre, así que imagínese cómo me puse cada día"
"bueno, pues hoy te vienes a cenar a mi casa que seguro que no tienes nada en la nevera" ordenó, con el dedo índice apuntándola, solo pudo asentir con la cabeza. "estás más morena, ¿has tomado el sol?"
"la verdad es que fuimos un par de días a la piscina, así que será por eso" se encogió de hombros, agarrando su maleta y mirando hacia atrás, para divisar que Camila se encontraba hablando con un par de alumnos.
"yo me voy ya a mi casa, tía" escuchó la voz de su amiga, que le apretó el hombro al colocarse a su lado. "me alegro de verla señora Pérez, ya nos veremos"
"a ver si te pasas por la pastelería y te invito a algo, bonita" sonrió de manera dulce, aceptando con gusto aquella proposición y recibiendo una caricia en su mejilla. "descansa"
"lo haré, hasta luego guapas"
"te veo mañana entonces" afirmó la pelinegra, dejando un beso en su mejilla en forma de despedida.
"que agradable es esa chica siempre" sonrió al escuchar eso porque sentía orgullo. "y guapa, también"
"es la mejor"
"¿y Camila?" cuestionó, como si aquello fuera lo más cotidiano del mundo, como si la profesora formara parte de su vida diaria.
"está hablando allí con un par de alumnos" señaló con la cabeza.
"¡ay, quiero verla!" al decírselo con tanta ilusión, no pudo rechazarle aquella petición.
Se giró, observando cómo se despedía justo en ese momento de los alumnos y cogía su maleta. Parecía que se iba a marchar, pero cuando escuchó su nombre gritado por la voz que aparecía hasta en sus sueños caminó acortando la distancia que les separaba, se alegró de ver a la anciana y se fundieron en un tierno abrazo. Se colocó un mechón de pelo tras la oreja, frotando sus manos en los muslos por lo nerviosa que le ponía la situación.
"¿qué tal está?"
"muy bien, hija, hasta arriba con la pastelería ahora que Sofía no está, pero muy contenta" asentía con una sonrisa, era muy tierna. "¿habrás cuidado de Sofía, no?"
En aquel momento, justo cuando los últimos sonidos abandonaban su garganta quiso que la tierra le tragara, había cuidado de ella, sí, pero no como aquella señora se imaginaba. Lanzó una mirada cómplice a Sofía, que parecía estar aguantando una carcajada y eso hizo que se tuviera que morder el labio inferior para que no se le escapara.
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...