Capítulo 7

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Toda la mañana del miércoles en el instituto fue un aburrimiento para la pelinegra, hoy la gente parecía estar mucho menos animada que de costumbre, quizás era porque los exámenes se acercaban y eso conseguía que el ambiente se tensara, pero para Sofía nada de eso importaba cuando veía la sonrisa de Camila. Ni siquiera iba dirigida a ella, pero el verla conseguía que su humor mejorase en cuestión de segundos. Estaba tan ciega por su profesora que no podía ver más allá, ni siquiera se planteaba conocer o salir con algún chico de su edad.

Quizás Martina tenía razón y era una aburrida por no interesarse en nadie, pero su cuerpo le pedía únicamente estar junto a Camila. Estaba caminando despreocupada por los pasillos hasta que escuchó gritos procedentes de al lado del comedor. No era una persona curiosa, pero quería saber qué era lo que ocurría. Había gente rodeando a los que estaban armando ese jaleo, y se hizo un hueco hasta conseguir tener visibilidad. Entreabrió los labios ligeramente al encontrarse con Alba hecha una furia, se notaba en la mirada que le molestaban aquellas personas.

Frente a la mulata se encontraban un chico que tenía una cara bastante familiar y dos chicas que no conocía de absolutamente nada. No sabía qué estaban haciendo exactamente allí, ni porqué Alba se veía tan cabreada con ellos si estaban en silencio, pero se quedó ahí parada como el resto de la gente, esperando la explicación correcta a todo aquel circo que había montado en el instituto.

-¿¡Qué pasa Alba, te ha comido la lengua el gato!? -preguntó una de las chicas, consiguiendo risas por parte de todos.

-Las calladitas sois las peores. Vas de santa y te has follado a medio instituto. -habló la otra, acercándose peligrosamente a Alba. -¿O me vas a decir que no se la chupaste a Rubén?

-¡Me la chupó, vaya si lo hizo! -gritó el otro chico, que al parecer era el nombrado. -Podríamos repetir, nena.

Aquello consiguió hervir la sangre de Sofía, que se hizo paso entre la multitud hasta llegar al lado de Alba. Tocó su brazo en una caricia, recibiendo la mirada más triste que jamás sus ojos serían capaces de presenciar. Eso hizo que la rabia aumentara, porque una chica como Alba no se merecía ser tratada así, merecía mucho amor y sonrisas, pero al parecer la gente la juzgaba sin siquiera conocerla.

Habían comenzado a murmurar a su alrededor, pero Sofía fijó su objetivo; Rubén. La estaba mirando de esa forma tan sexual, de aquella forma tan asquerosa que sólo los tíos como él lo hacían. La estaba mirando como si fuera un cacho de carne y pudiera tenerla cuando quisiera, cuando a él le viniese en gana, y eso consiguió que rodase los ojos y se cruzara de brazos. Todo el mundo la miraba, pero decidió ser valiente por un día y no dejar que la gente mala se saliera con la suya. Era bastante tímida hablando en público, pero lo haría por Alba y por todas las mujeres que alguna vez habían sufrido aquello.

-¿De qué vais? -preguntó, comenzando así su defensa. -¿De qué cojones vais, por qué tratáis así a la gente?

-Porque es una puta. -contestó Rubén, chocando la mano con una de las chicas.

Aquello entristeció a la pelinegra, no toleraba que le llamasen así a nadie. Cada uno era libre de acostarse con quien quisiera, pero lo que más le dolió de todo es que una chica estaba a favor de aquel tipo. Una chica pensaba que siendo mujer no te podías acostar con demasiados hombres porque sino eso te convertía en una cualquiera. Aquello le rompió el corazón.

-¿De verdad? -sonrió irónicamente mientras negaba con la cabeza. -¿Tú eres el mejor por acostarte con todas, pero ella es una puta? Porque para mi es la mejor, te folló y te dejó plantado. Encima, ahora se acuesta con otro, y probablemente mañana con otro, ¿verdad, Alba?

La chica nombrada alzó la vista con el ceño fruncido, pero al ver el gesto de Sofía entendió que se trataba de alguna forma de ayudarla, así que sonrió algo tímida. Nadie jamás le había ayudado en su vida, nadie había conseguido armarse de valor y enfrentarse a la gente popular del instituto por ella. El día que conoció a Sofía en la sala de castigo pensó que sería una más intentando sacarle información sobre la noche que estuvo con Rubén, pero al ver todos los siguientes acontecimientos no dudó que sus intenciones eran puras.

QuizásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora