Capítulo 19

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La noche del viernes fue una completa locura para la pelinegra, es decir, nunca en su vida había estado tan borracha como en estos momentos. Se había bebido nueve copas y sentía como todo a su alrededor daba vueltas. Julia y ella habían estado bailando toda la noche, gritándose cosas al oído para escucharse mejor y riéndose como nunca. La rubia aprovechó aquella faceta de Sofía para lanzarle algún que otro coqueteo, viendo como los aceptaba gustosa e incluso le devolvía el elogio. Creía que aquella era su última oportunidad para comprobar sus sentimientos hacia la que era su amiga, así que decidió acompañarla de vuelta hasta su casa.

Marta era la que conducía porque se había preocupado de no beber demasiado como para dar positivo en la prueba de alcoholemia, la argentina iba de copiloto intentando no vomitar por todas las copas que había tomado aquella noche. Detrás iban Sofía y Julia, esta última sentada con la cabeza de su amiga en el regazo, intentando así que el mareo frenase. Acariciaba con suavidad su cabello y rostro, observando la pequeña sonrisa que tenía al estar tan relajada. En el coche no se escuchaba nada más que las quejas de la argentina diciendo que tenía ganas de vomitar, exagerando que iba a morir y otras muchas palabras que se ganaban la risa de la conductora.

Cuando el coche paró frente al piso de la pelinegra, Marta y Julia se lanzaron miradas significativas. Puso el freno de manos y paró completamente el coche.

-Ya estamos en tu casa, Sofi. -susurró la rubia, agitando su brazo.

-Está medio dormida. -anunció la conductora, haciendo una mueca.

-¡Pelotuda, levantate ya! -gritó la argentina, consiguiendo que la pelinegra abriera los ojos.

-¡Cállate, pobrecita! -reprendió Marta, dando un suave golpe al brazo de su compañera de piso. -Sofi, ya hemos llegado a tu casa.

-¿Ya? -preguntó con la voz ronca, frotándose uno de los ojos y estirándose.

-¿Te acompaño hasta la puerta de tu casa? -ofreció la rubia, viendo como su amiga se erguía en el asiento.

-No hace falta, voy bien. -anunció, abriendo la puerta del coche e intentando salir. -Buenas noches.

Salió del coche a duras penas, siendo observada por tres pares de ojos. Marta miró de nuevo a la rubia intentando explicarle sin palabras que no podría hacer aquello sola, así que resignándose y dando un agotador suspiro salió de este también. Cuando alcanzó a su amiga, la agarró de la cintura por posibles accidentes. Ambas iban en total silencio, pero el corazón de la rubia iba a mil por hora, ahora era el momento, al quedarse solas debía intentarlo, era su último cartucho. Cuando volvió a la realidad, vio cómo estaba intentando abrir la puerta principal con la llave, pero no podía.

-¿Quién me ha robado la llave? -bufó la pelinegra, tirando esta al suelo y cruzándose de brazos. -¡Esa no es mi llave!

-A ver, déjame intentarlo. -la cogió del suelo, metiéndola en la cerradura y abriéndola al instante. -¡listo!

Al girarse, observó el rostro sorprendido de la pelinegra, que entrecerraba los ojos y la señalaba con el dedo índice. Se mordió el labio aguantando la carcajada que amenazaba con salir de su garganta. Sofía borracha podría llegar a ser más graciosa que la formal, sin duda alguna.

-¡ladrona! -gritó, haciendo reír a la rubia. -¡Me las robaste tú!

Negó repetidas veces con la cabeza, escondiendo una sonrisa. Hizo que entraran y tuvieron que subir las escaleras, escuchando cómo la pelinegra continuaba acusándola de ser una ladrona. No podía parar de reír al ser consciente de lo borracha que iba. Cuando llegaron a su piso, tomó varias respiraciones para calmarse y poder hablar correctamente, intentar al menos explicarle lo que le ocurría cuando la veía en las duchas.

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