Se había levantado a las once de la mañana porque durmió algo. A las siete de la mañana consiguió que las lágrimas cesaran y poder dormir. Hoy no tenía ninguna asignatura importante pero su amiga Alba le había escrito un mensaje de texto diciéndole que necesitaba verla y que fuera en el recreo un rato. No quería enfrentarse a su profesora de historia y que le preguntara por qué había faltado a clase, no quería decirle que no había podido dormir por su culpa. Toda la noche se había planteado una duda, ¿y si le hubiera pedido que se quedara, lo habría hecho? La respuesta en su cabeza era no, pero nunca lo llegaría a saber porque no tuvo el valor de pedirlo.
Alba estaba apoyada en sus casilleros y parecía atenta a algo, cuando dirigió su vista hacia allí se encontró con que las mismas chicas que se metían con la mulata estaban metiéndose con un chico. Estaba de rodillas en el suelo intentando encontrar algo mientras las otras le insultaban e incluso le tiraban objetos que acababan por darle en alguna parte del cuerpo. Alba parecía estar afectada por la escena porque apretaba los puños y parecía querer asesinar a alguien. Llegó hasta su casillero, pero aún no le miraba.
-Hey. -saludó, llamando su atención. -¿Qué pasa?
-Mira. -señaló al chico de nuevo, que ahora recibía una patada en las costillas. -¿Vamos a ayudarle?
-No es nuestro problema, Alba, no somos las salvadoras de nadie. -contestó seca, recibiendo una mirada intimidante por parte de su amiga. -No me mires así, es la verdad.
-¿Y qué prefieres, ver cómo le pegan una paliza delante de ti y te quedas de brazos cruzados sin hacer nada? -preguntó, acercándose más al rostro de la pelinegra.
-¿¡Quieres que me meta en todas las putas peleas por ti!? -gritó, consiguiendo que la mulata le pegase un leve empujón. -¿¡quieres que todo el mundo me odie por estar a favor de ese pringado!?
-¡No es ningún pringado, es una persona como tú y yo, se merece el mismo respeto! -suspiró, pasándose las manos por el pelo.
-Pero míralo, si tiene un cartel en la frente que dice 'pégame soy un pringado'. -ironizó, haciendo que entrecerrara los ojos y se cruzara de brazos. -¡es la verdad!
-La verdad es que te estás comportando como una verdadera idiota. -comentó, desviando la mirada hasta el chico. -Estás siendo uno de ellos sin darte cuenta.
Sus miradas se encontraron de forma intensa y ninguna de las dos la iba a apartar. Alba no podía creerse la actitud de su amiga, parecía una tipa completamente diferente a cuando se conocieron, parecía tener odio en el corazón y aquello comenzó a asustarla. En cambio, la pelinegra se lamentaba por dentro sobre lo que acababa de ocurrir porque no era así, era el odio y su corazón roto los que hablaban por ella. No quería recibir aquella mirada de desaprobación por parte de la mulata, pero tampoco se iba a disculpar porque no quería darle la razón. Escucharon un golpe y ambas miraron rápidamente, encontrándose con el mismo chico hecho una pequeña bola cubriéndose la cabeza como podía para que no le dieran de nuevo con el libro.
La pelinegra fue la que reaccionó antes y caminó hasta allí, siendo seguida por Alba que no entendía el cambio tan brusco de actitud. Las chicas ni siquiera se inmutaron al sentir la presencia de otras porque continuaron con su labor. Se acercó hasta una de ellas y le dio un empujón que la dejó en el suelo. La otra se fue corriendo, no sabía hacia dónde pero desapareció de su vista. Cuando se levantó de nuevo la encaró, comenzando una lucha verbal que ninguna estaba dispuesta a perder. Esta era la nueva Sofía.
Mientras tanto, la mulata se encargó de recoger las gafas del chico y se las tendió, consiguiendo que se encogiera por puro miedo y maldijera mentalmente a cada una de las personas que se encargaban de propagar el miedo. Le ayudó a levantarse cogiéndole del brazo y se encargó de recoger todos sus libros y meterlos de nuevo en la mochila. También se la tendió con una gran sonrisa, que no correspondió y agachó la cabeza.
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...