La mulata comenzó a caminar por los pasillos al terminar su examen de biología. Hoy había sido un día bastante duro, pero se intentaba animar pensando que dentro de una semana se marcharían a Roma. Estaba cansada del instituto y todo lo que este conllevaba, siempre imaginó su paso por este como en las películas donde todo era maravilloso y jamás había problemas, pero un vídeo arruinó todo. Un vídeo consiguió que la poca gente que conocía se alejara y las que no la conocían la juzgaran. Había estado rulando de móvil en móvil hasta que se hizo prácticamente viral. No sabía porqué Rubén sería capaz de hacer eso cuando le juró que la quería, pero a veces las palabras se las lleva el viento.
No recordaba nada de aquella noche, se levantó con un dolor en su vagina demasiado fuerte y una resaca terrible. Gracias al vídeo supo por qué le dolía tanto, su 'novio' se ocupó de aquel trabajo. En el vídeo se podían escuchar las quejas de la mulata porque le dolía demasiado y los golpes que le daba Rubén para que guardara silencio. No eran golpes fuertes, pero le dolía que no se preocupara por su bienestar. También se veía cómo le tapaba la boca con la mano para callarla del todo y le insultaba innumerables veces. Odiaba ese vídeo con toda su alma. Jamás se había sentido tan humillada por alguien en su vida y nunca volvería a confiar en algún tipo como Rubén.
Era el típico chico que se creía con la verdad absoluta y el control de toda chica sobre la tierra. Cayó como una estúpida con sus encantos baratos, con un par de flores y tres palabras bonitas se la llevó a la cama. Pero para Alba no era solo sexo aunque él se lo recordara cada día, se había enamorado por primera vez y le había entregado su virginidad como una ingenua. La grabación del vídeo no fue la primera vez donde 'hacían el amor', esa fue la venteaba al menos, pero al hacerlo tan brusco y violento consiguió desgarrar sus paredes vaginales consiguiendo que sangrara. Después de aquella noche, la dejó tirada y recibió un vídeo mandado por una de sus amigas. Ese día quería morirse y no fue al instituto por lo que podría esperarle. La excusa que les puso a sus padres de que 'estaba enferma' sólo valió durante dos días, porque no podía continuar con aquella mentira.
Se enfrentó a las burlas durante una semana, pero alguien decidió mandarle a un ángel caído del cielo. Sofía. Al principio no confiaba en que sus intenciones fueran buenas porque había tenido experiencias parecidas anteriormente y sólo era para sacarle más información y después burlarse de ella. Pero cuando la defendió en el pasillo se ganó un pedazo de su corazón y le contó la historia. Junto a su amiga todo parecía estar en calma, no tenía miedo a nada y podía enfrentarse al instituto entero sin problemas. Estaba enfrentada con medio instituto por su culpa y parecía darle igual, la había elegido a ella por encima de cualquier otro.
Con media sonrisa llegó hasta su casillero, abriéndolo y encontrándose con una nota. Puta. Ponía en una de ellas, después cogió la siguiente y cerró los ojos al leerla. Bollera. Habían muchas más, pero las cogió todas e hizo una bola de papel para tirarla a la papelera de al lado. Últimamente estaban molestando mucho más de lo normal y comenzaba a cansarse, no es plato de buen gusto que estén prácticamente todo el día detrás de ella, insultando sin motivo aparente y teniendo que callar porque no quería montar un número. Cerró el casillero una vez había cogido sus libros y al girar se topó de lleno con las mismas dos chicas de siempre. Verónica y Ángela.
-¿me dejáis pasar? -preguntó en un tono amable, bajando la vista al suelo.
-¿Ahora que no está tu noviecita no ladras, perra? -estampó el cuerpo de la mulata contra los casilleros, haciendo que un quejido resonara por los pasillos. -¿Así es como consigue hacerte gritar la bollera?
-No tiene pene, no puede hacerte disfrutar. -molestó la otra, sonriendo de manera divertida. -¿Te ha comido la lengua el gato?
-Cuando se la comías a Rubén no parecías tan tímida. -replicó, tomándola por los hombros y estampando de nuevo su espalda ahí. -Pobrecita, ¿te duele?
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...