Capítulo 37

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Un ruido insistente y molesto logró que abriera sus ojos de par en par, asustándose al notar que no estaba en su habitación y que la cama de Alba había desaparecido, pero entonces recordó que no fue un sueño y que había pasado la noche junto a Camila, misma que abría muy lentamente los ojos frunciendo el ceño. Estaba bocabajo y se estiró, apretando la almohada mientras sonreía. En cambio, Sofía entró en pánico y se levantó de la cama rápidamente buscando su ropa interior. Le pareció una escena muy cómica de presenciar, la manera en la que rebuscaba por las sábanas o se agachaba para comprobar si no estaba debajo de la cama y todo eso desnuda era cuanto menos, divertida. Se apoyó sobre sus codos.

"mierda, mierda, mierda"

"¿problemas?"

"¡están llamando a la puerta!" susurró alterada. "¿o es que no te enteras?"

"algo oigo, si"

"¡Camila, es en serio, nos van a pillar, te dije que solo diez minutos!" seguía desquiciada, moviéndose de un lado a otro sin parar. "encima no encuentro mis bragas, dios"

"bueno, meter a dios en todo esto no me parece lo más indicado" mientras hablaba, se levantó y cogió la ropa interior de Sofía que se encontraba en su mesita de noche. Tras eso, se acercó a ella dejándole un beso en los labios y ofreciéndole lo que buscaba. "aquí tienes, guapita"

Se quedó boquiabierta, avergonzada y con las bragas en la mano mientras veía cómo su profesora se ponía algo de ropa para poder abrir la puerta. Así que no perdió el tiempo y se colocó el pijama que traía por la madrugada. Una vez hecho, ambas se miraron sin dejar de oír aquellos golpes en la puerta tan insistentes.

"¿y ahora qué?"

"métete en el baño" tiró de su brazo para que caminara hasta allí. "ya debe de ser importante para estar aporreando la puerta a las siete de la mañana"

"igual de importante que cuando la abres a la una de la mañana" ambas sonrieron y le guiñó un ojo de manera juguetona, pero Camila le dio un pequeño empujón para dejarla dentro del baño negando con la cabeza.

Entonces, dando un largo suspiro abrió por fin la puerta, viendo pasar a un torbellino hecho persona y dando voces. Se tocó la sien al comprobar la resaca que tenía y chistó, intentando que todo el ruido que causaba Elena cesara. Esta misma mientras hablaba observó el desastre de habitación que tenía Camila, había tirado una botella en la mesa causando un charco en el suelo, las sábanas estaban tiradas por el suelo y la cama parecía haber pasado por la segunda guerra mundial. Olía a alcohol y sexo.

"uy..." paró de hablar, mirando a los ojos a la latina. "¿interrumpo algo?"

"¿qué dices?"

"no bueno, solo digo que aquí han podido pasar dos cosas; un asesinato o sexo, y de momento no te veo enterrando un cadáver" se cruzó de brazos al escucharla, apoyando la espalda en la pared. "¿has ligado?"

"a ver, Elena.."

"¡qué fuerte, has ligao!" gritó con una sonrisa. "pero si me dijiste lo del tinder ayer mismo, ¿cómo es posible?"

"yo no-"

"pues te lo tuviste que pasar muy bien con el maromo porque está la habitación patas arriba" le alzó una ceja en señal de complicidad.

Decidió unilateralmente que no merecía la pena explicarle que se equivocaba porque al fin y al cabo iba a pensar lo que quisiera. Ni tenía tinder, ni lo había tenido nunca, pero en una conversación que tuvo con Elena la pudo notar deseosa de conocer a un hombre, así que le explicó cómo funcionaba y le dejó hacer. Ahora pensaba que ella también se lo había descargado, pero la situación estaba muy lejos de ser lo que pasaba por su cabeza.

QuizásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora