Capítulo 38

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Aquel viaje estaba llegando a su fin, no querían pensar demasiado en eso, pero es que tampoco querían aceptar que se tenían que marchar de Roma, ese sitio que les había regalado tanto amor y valentía a ambas para ser honestas con sus sentimientos. Fue agotador dormirse cada noche a las tantas de la madrugada y tener que levantarse tan solo un par de horas después, casi podían ver el amanecer si se quedaban unos minutos más despiertas, pero aún así, todo valía la pena cuando eran conscientes de que estaban juntas en una habitación de hotel y con una intimidad maravillosa que aprovechaban como nadie. A parte de lo carnal, hablaron sobre sus vidas cada madrugada y ambas pudieron comprenderse un poco más. A Camila le encantaba escucharla, era relajante cómo su voz salía en un susurro, sintiendo cómo vibraba su abdomen al hablar y la mano de Sofía se enredada en su cabello, consiguiendo que cerrara los ojos y disfrutase aún más de lo que le contaba. Esas cuatro paredes se convirtieron en su sitio favorito del mundo porque podían ser libres.

Aunque estuvieran agotados, los adolescentes siempre tenían energía si se trataba de salir de fiesta. Los profesores les habían ofrecido ir a un pub que se encontraba al lado para despedir Roma de la mejor manera que sabían, era grande y espacioso, tenía asientos para los más tranquilos y una pista de baile para los más animados.

"entonces me besó, ¡en una primera cita, será descarado!" escuchaba la voz de Elena a su lado, pero su mirada estaba en otro sitio. "quería pasar a mi habitación, pero claramente le dije que no"

"¿por qué no? te hubiera venido bien darte una alegría" no podía parar de ver cómo Sofía bailaba muy de cerca con un alumno que no conocía.

"no soy una de esas" entonces si que la miró con mala cara, dando un sorbo a su bebida.

"¿una de esas?" preguntó. "¿qué se supone que eres si follas en una primera cita?"

"ay, no lo decía por ti" rodó los ojos, negando con la cabeza. "tú tienes otra edad, yo ya no estoy para eso"

"cualquiera puede estar para eso"

"por cierto" se incorporó algo del asiento, acercándose a la latina. "cuéntame cómo era y qué tal fue"

Llevaba varios días insistiendo en lo mismo, había logrado esquivar el tema para no tener que contarle lo que ocurrió aquella noche, pero veía muy poco probable esta vez conseguirlo porque estaban solas en la mesa. Tragó en seco.

"¿qué te cuento?"

"pues lo bueno que fue" puso una mueca de que lo que decía era algo obvio. "cómo era él"

"Elena, realmente me da un poco de vergüenza hablar sobre este tema" comentó en un tono bajo. "quedé con alguien y surgió"

Antes de que pudiera contestar -seguramente para decirle que no estaba satisfecha con la contestación- notó una mano tocar su brazo con cariño. Cuando giró la cabeza y vio el rostro de Sofía sintió que era su ángel de la guarda y que estaba salvada por la campana. No se equivocaba, pues al encaminarse hacia el billar con su grupo de amigos pudo notar que estaba en apuros y quiso ayudarla. Tenía una dulce sonrisa en su rostro.

"¿queréis venir a jugar al billar con nosotros?" se quedó un par de segundos mirándola desde abajo, sintiendo un cosquilleo donde su mano estaba posada. "somos impares"

"sí, claro"

Se había quedado como hipnotizada, no le salían más palabras y su cuerpo estaba estático en el sitio. Sus ojos fueron haciendo un recorrido, comenzando por los labios que parecían suplicar sus besos -o quizás es que veía tremendamente atractivo el hecho de que llevara brillo de labios-, después bajó a su cuello y a su escote, la odiaba por llevar ese top y estar algo agachada tendiéndole la mano, haciendo así que se vieran apretados sus pechos. Entonces se dio cuenta de que le estaba ofreciendo la mano, se puso nerviosa y se levantó de golpe mientras la agarraba, que en realidad de nada le sirvió porque se había levantado sola.

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