Estaba en una nube de la que no quería bajar. Siempre había soñado e imaginado cómo sería poder besar a Camila, cómo sería sentir la respiración agitada en sus propios labios, cómo de suave sería su piel o cómo se vería su sonrisa de cerca, tan cerca que solo centímetros fueran capaces de separarlas. Desde que aquello ocurrió, no pudo más que dejarse hacer por los pensamientos intrusivos que ocupaban su mente la mayor parte del tiempo recreando una y otra vez cómo la pregunta de Camila salió casi susurrada, cómo su mirada estaba inquieta y no podía permanecer en un mismo sitio por más de un segundo, cómo tuvo que preguntarle para que lo dijera de nuevo porque no se lo creía, cómo el corazón le latía desbocado en el pecho y al final sus labios se encontraron, temblorosos y con miedo de no resultar ser lo que la otra esperaba.
Tras besarse durante un rato más, fueron interrumpidas por personas que se alojaban en ese hotel pero que no conocían, así que se vieron forzadas a sacarse las manos de encima y a acabar en la piscina junto con todos los demás, pero cada una en un sitio completamente opuesto. Los profesores estaban bajo una sombrilla de madera apartados de todo el bullicio de los adolescentes, sin embargo Sofía tuvo que reunirse junto con el gran grupo donde se encontraba su amiga Alba. Cuando llegó no fue el centro de atención, de hecho solo se giraron tres personas contadas pero al ver de quién se trataba siguieron a lo suyo. Agradeció aquello, le avergonzaba ser la protagonista o que le prestaran excesiva atención, así que extendió la toalla sobre el césped y se sentó cruzando las piernas.
El sol de Italia calentaba tanto que cuando pasó una hora pequeñas gotas adornaban su pecho, su nuca y su frente, entonces decidió que sería una buena idea meterse en la piscina. Levantó la vista dándose cuenta de que no había mucha gente y después se incorporó, lanzando una mirada hacia donde se encontraban los profesores, en aquel momento Camila permanecía ajena a la conversación que mantenía el resto y pudo notar que cuando estaba de pie y llamaba más la atención que todos los que permanecían sentados, su mirada fue directa hacia ella. Y jamás pensó que eso pudiera poner tan nerviosa a una persona, pero no recordaba ni respirar correctamente sabiendo que tenía esa mirada cristalina siguiendo cada paso que se aventuraba a dar.
Camila siguió el recorrido de Sofía, desde que dio el primer paso hasta que fue a la ducha, cuando el agua encontró su cuerpo, entonces se fijó en cómo pasaba los dedos por sus cabellos, esos mismos dedos pasaron por sus brazos, por su abdomen y por su nuca, tirando hacia atrás la cabeza al sentir el frío. Después de ese espectáculo, se lanzó de cabeza a la piscina y segundos después pudo ver de nuevo su cabeza, sus clavículas y su pecho. Sus miradas juguetonas, de nuevo de encontraron y esta vez la latina no pudo evitar morderse el labio y levantarse.
"voy a mojarme un rato los pies"
Fue lo único que dio como excusa, tampoco le importaba demasiado si no les servía porque ya estaba en el bordillo de la piscina y sentándose, sintiendo el agua fresca en sus pies. Le gustaba aquel juego que tenían con las miradas, pero le hizo un gesto con la mano para que se acercara. Nadó hasta acortar la distancia y se sujetó con los brazos en el bordillo, sacando medio cuerpo pero sin salir. Se humedeció los labios y a Camila se le fueron los ojos directamente al escote, siendo apretado por los brazos.
"hola" susurró, haciendo que volviera a la realidad. "¿no te bañas?"
"no" le sonrió simpática. "¿quieres que lo haga?"
"estaría bien"
"es que no me apetece que un montón de adolescentes me miren porque estoy en bikini, ya tengo suficiente en clase" alzó una ceja, sorprendida. "¿te crees que no me doy cuenta del murmullo que se crea en clase cuando me giro a apuntar algo en la pizarra?"
"pues pensé que no" miró hacia ambos lados para asegurarse de que nadie pudiera escucharlas y bajó el volumen de su voz. "sino no te hubiera estado mirando como una psicópata cada vez que no estabas atenta, supongo que te incomodaría"
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Quizás
RomanceElla era poesía desde las infinitas pestañas hasta las caderas. Era el punto tangente sobre el que se sostenía el mundo y aguantaba la pesada carga de la vida con una sola de sus sonrisas. Se había vuelto pintora y poeta sólo por tener a la musa exa...