Capítulo 44

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Las once de la noche marcaba su reloj y no tenía llamadas o noticias de la latina. Había llegado hace una hora pensando que a lo mejor era tarde, pero al parecer era incluso temprano. Le dio tiempo de ducharse después del día tan ajetreado y estaba teniendo un debate consigo misma sobre si hacer o no la cena. Quería esperar a Camila para prepararla juntas y que le contara su día pero su estómago rugía con urgencia haciéndole saber que no iba a aguantar mucho más sin comida.

Como segunda opción cortó algo de queso en una tabla y se llenó una copa de vino. Su perro la miraba con su mejor cara de convicción, así que le dio un trozo no pudiendo resistirse a sus encantos. Fue entonces cuando sonó el timbre. Se apresuró, deslizando los pies por el suelo para llegar antes y abriendo la puerta rápidamente. Al principio le salió una sonrisa pero cuando se dio cuenta de que Camila estaba llorando se preocupó. Venía con una maleta.

"Camila..." susurró, poniendo las manos en sus brazos para que la mirara a los ojos. "Camila, mírame"

"¿puedo pasar?"

"claro, pasa"

Estaba preocupada por verla así de vulnerable pero no quería hacer o decir algo que le incomodara. No tenía ni la menor idea sobre lo que podía haber ocurrido aquella tarde pero no parecía contenta. Entonces giró sobre sus talones para mirarle a los ojos y pudo ver una tristeza diferente. Nostalgia. Sus ojos eran los más bonitos del mundo pero no le gustaba verlos rojos y apenados. Comenzó a jugar con sus propios dedos, abriendo los labios un par de veces para romper el silencio pero no pudiendo decir nada porque las palabras se le quedaban atoradas en la garganta.

"¿has cenado?"

"¿de verdad eso importa ahora, Camila?" preguntó con más seguridad de la que pensaba. "llegas al piso después de estar toda una tarde con una persona que te incomoda y dejando atrás un montón de cosas y lo primero que se te ocurre preguntar es que si he cenado"

"no es para tanto"

"si estás llorando si lo es"

"te lo cuento, pero prométeme que después aparcamos el tema y hacemos otras cosas para que no me muera de la pena" asintió, notando cómo le agarraba de la mano y se encaminaban al sofá. "vamos a sentarnos"

Hundieron el sofá por la fuerza en las que sus cuerpos cayeron y rebotaron. Soltó un suspiro antes de decir nada y sintió cómo le buscaba la mano para acabar agarrándola con fuerza transmitiendo así toda la energía. Sonrió con dulzura. Sus ojos se desviaron unos segundos a las piernas desnudas de Sofía, pero rápidamente volvió a su postura inicial.

"¿y bien?"

"pues ha sido todo una mierda"

"¿ha hecho algo fuera de lugar?"

"no, si..." chasqueó la lengua. "verás, por Carlos no es, de hecho ha estado bastante bien y ha sido el que ha llevado la situación con más entereza de los dos"

"¿entonces?"

"pues volver a ver la casa como al principio de nuestros tiempos me ha dejado fatal. Estaba tan vacía y tan blanca que casi podía recordar cómo me sentí cuando éramos dos críos que no tenían ni idea de lo que les iba a deparar todo esto, casi podía recordar cada momento vivido en cada esquina de la casa. Todos los sueños cumplidos y las veces que he llorado porque las cosas no han salido como esperaba" no podía hablar en condiciones de lo emocionada que estaba. "y pensar que hemos acabado de esta manera después de tantos momentos juntos me duele. Duele no reconocer a la persona que creías el amor de tu vida porque no quedan ni las cenizas de lo que fuisteis"

"no me puedo ni imaginar lo que habrás tenido que sentir allí"

"esa casa me ha visto crecer y he vivido tantos años allí que al final duele desprenderse de un trocito de ti. Tampoco te niego que al principio estaba mal porque no quería ni ver a Carlos, pensaba que le iba a escupir"

QuizásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora