Capítulo 47. <<Buenos días, princesa>>

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*Anteriormente*

Carol -Tú- ha dado las señales que Chris necesitaba para poder recuperar la fe, un simple apretón de manos es suficiente para que la pequeña llama de esperanza crezca y se vuelva un incendio. Ahora falta que Carol despierte ¿Qué pasará cuando lo haga?


Los doctores llegaron corriendo a mi llamado. Ya era muy noche por lo que  encendieron las luces y corrieron las cortinas para dejar pasar a la noche completamente, el doctor Philips, quién había operado a Carol, a mí, atendido a Tom y ahora se hacía cargo del avance de Carol me lanzó una gran sonrisa iluminada por la fe.

Dicen que los doctores a la hora de estar en un quirófano, frente a frente con un paciente necesitado, rechazan la idea de que Dios o Jesús o Buda o quién sea esté presente. Confían en sus años de experiencia y en que saben qué es lo que se debe hacer. Pero el doctor Philips era completamente diferente, le había visto varias veces antes de entrar al quirófano con una pequeña cruz de madera entre las manos, sin ningún otro símbolo o figura tallada en la cruz, sólo una pequeña cruz de madera, pero la tomaba tan firme entre sus manos y la acunaba en su pecho, decía sus plegarias y entraba tras persignarse y daba las gracias a Dios cuando había acabado.

Una vez le pregunté por qué quería tanto esa pequeña cruz, él podía tener miles de cruces diferentes y con las figuras del mismo Jesús en un extremo de la cruz, pero él me respondió que no era la cruz, sino su mensaje, el mensaje que Dios daba por fe, esa horrible muerte que le hizo pasar a su hijo por nosotros. Siendo honesto, nunca he pensado que salvarnos fue una buena opción, quiero decir, la mayoría de la multitud somos terribles y hemos hecho cosas por las cuales arrepentirse. Pero Philips dice muy a menudo que el poder que él busca no está en la cruz de madera, sí, la abraza y la acuna, pero porque pide el poder de quién murió ahí, que su memoria no falle y no le falle al paciente.

Y así había sido casi siempre, y sus excepciones las podías contar con los dedos de una sola mano, pero él se sentía culpable, se sentía abatido cuando fallaba, ah, ese sí que era un hombre comprometido, con mucha empatía para con la familia de quiénes perdían a sus seres amados. Pero gracias a Dios no estaba en esa lista, era tan dichoso en este momento que olvidé cualquier cosa a mi al rededor y la miré, aún estaba haciendo esfuerzos para despertar. Lo hará, dijo mi subconsciente estaba tan seguro de que lo haría que olvidé lo que pasaría en un futuro.

No quiero un futuro sin ella, no quiero un futuro sin mis hijas y sus risas, sin Carol en las mañanas preparando algo de comer, la necesito y no descansaré hasta que pueda por fin abrazarle y decirle cuanto le amo.

El doctor me dijo que no le soltara las manos, si lo hacía podría dejar de mostrar señales de que quisiera despertar. El poco seño que tenía se había ido al Sur a pasar el Invierno, no tenía ni la más mínima gota de sueño ni mucho menos cansancio ninguna de las enfermeras hizo un intento para que me regresara a la cama, ya tendría que estar fuera en casa, pero vaya que bendigo a la estúpida deshidratación que me regresó al hospital y que por ahora me permite tomarle la mano a Carol.

Su mano comienza a tomarme más fuerte, no sólo apretones, comienza a entrelazar sus deditos con los míos.  Comencé a llorar, las lágrimas me impidieron decirle al doctor que estaba sujetándome, en lugar de apretarme. Pero volteo a verlo y es suficiente para que entienda lo que quiero decir.

-No la sueltes.

No pensaba hacerlo. Ni aunque me apuntaran con un arma directo al cráneo, no iba a soltarla, no ahora.

Movió su cabeza hacia los lados y vi como sus párpados comenzaban a levantarle y agacharse, así mecánicamente, hasta que logró lentamente levantar sus párpados, como cortinas de algún negocio, decidido a enfrentar el día que tienen por delante.

Eterno Atardecer |Chris Hemsworth|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora