CAPITULO 14

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Tan solo podían hablar gritando, de otra manera no podían oírse debido a la música y el murmullo.

F: ¡¿Por qué Leticia?! ─preguntó y se sacudió de su agarre. Hasta ese momento lo había tenido sujeto del brazo.  

L: ¡¿Por qué, qué?!

F: Ya lo sabe. ─Sacudió su rostro incrédulo y colmado─. ¡¿Era necesario que lo invitase?... ¿Acaso no le bastaba conmigo?... ¿Tenía que llamar a su salvador?!

L: No lo entiendo. ¿Qué quiere don Fernando? ─Se acercó a él, a su oído para ser escuchada, pero él se alejaba de su cercanía, por lo tanto siguió gritando─... ¡¡No he sabido nada de usted en todo el día, pensé que a lo mejor no quería venir , y él se ofreció!!

F: ¡¿Pensó que yo no quería acompañarla?!... ¡¿O es qué era lo que quería?! ¡Mira Leticia yo no he fallado, yo he ido a cada una de las citas programadas, ha sido usted la que ha pensado de más. Si no se fiaba de mí, solo tenía que haberme preguntado, ¿no le parece?!... ¡No me mienta, no invente, usted quería ir con él, en lugar de conmigo!

L: ¡Don Fernando usted me fallo ayer, no cumplió con lo acordado, íbamos a ir los dos, y luego Dios sabe el porqué prefirió quedarse solo! ¡Y yo no miento!

F: Muy bien ─dejó de gritar y se acercó a su oído─. Es ahora cuando empezamos a decir la verdad, enhorabuena Leticia, pero eso me lo debería haber dicho anoche o esta mañana, y yo lo hubiese solucionado, te lo hubiese explicado  y calmado tu inquietud... Ahora, si eso es así,  elige quien quiere que le acompañe todos los restantes días,  a quien prefiere, y por favor, sea honesta por una vez. 

L: Ya lo sabes, quiero ir con usted, es su empresa, su vida. Siempre he quiero ir con usted.

F: Entonces, ¡¿a quién prefiere?!

L: A usted por el amor de Dios, ¡¿cómo se lo tengo que decir?!

F: ¿Me prefiere a mi para todo?

L: Sí, para todo. Le he dado todo don Fernando, hasta el límite de entregarle mi piel y las cosas no han cambiado.

F: ¿Con todo se refiere a ésto?

Fernando le acarició la cara con sus dos manos y con lentitud se acercó hasta rozar sus labios, entreabrió su boca, mordisqueó su labio inferior y dominados por la pasión sus lenguas se entrelazaron deshaciéndose en un hermoso beso. Sus brazos la rodearon con vehemencia, uno por encima de su hombro y el otro por su cintura, Leticia con los ojos cerrados sentía llegar a la cumbre del Himalaya, era tan su felicidad que deseaba no despertar nunca, deseaba abrir una grieta en el tiempo. El cuerpo de él,   la empujó hasta topar con la pared, desvío sus manos,  y desde su cintura las arrastro con fuerza por sus costados hasta llegar a sus axilas, rozándoles inevitablemente sus pechos.

F: Necesito tenerle a solas ─susurró en su oído, y comenzó a labrar un camino de besos por su cuello. 

Sus susurradas palabras sacudieron su cuerpo, electrizándolo, alborotando cada una de sus células, encendiéndolas. Sin embargo, en ese instante,  entreabrió sus párpados y distinguió a lo lejos  a  Aldo,  acercándose y escaneando con sus ojos  a todos a su alrededor. Quedó paralizada, y con sus dos manos y gran suavidad consiguió apartar sus labios y rostro de su cuello, y mirándole a sus ojos le dijo.

L: No puedo. Ahorita no. Viene Aldo.

F: Y... ¿a mi qué me importa, Leticia?... ¿Qué más da? ─dijo ofendido y alzó un paso atrás, y de soslayo reconoció a Aldo acercarse─. ¿Sabe qué?...  Acabas de elegir, y otra vez lo has elegido a él... Terminemos de una vez con esto.

Se dio media vuelta y se marchó camuflándose con las demás personas. Leticia quedó inmóvil aun no daba crédito de todo lo que acababa de ocurrir.

Al: ¡Leticia!, ¿pero que haces acá?, el señor Monterrey está muy enfadado.  Estas quedando muy mal. Volvamos a la mesa.

L: Perdóname Aldo pero no puedo ─dijo conteniendo sus lágrimas─. Discúlpate por mí, te lo ruego. Intenta quedar con él lo mejor posible. Solo quiero irme a mi casa. Pediré un taxi y por favor no me preguntes por qué.

Al: No, claro que no ─dijo indignado─.   Leticia Padilla Solis usted va a la mesa conmigo y nos despedimos como Dios manda del señor Monterrey y yo la llevo a su casa. 

Sus ojos contenidos se hundían en su rostro, y solo sabía negar con su cabeza.   

Al: No hay discusión. Leticia sé responsable. Nunca me has visto enfadado y, de verdad,  no te lo aconsejo...

Agachó su rostro avergonzado e impotente, Aldo levantó su barbilla y le obligo a mirarle. 

 Al: ¿No te das cuenta que otra vez te está manipulando?, ¿qué solo quiere hacerte sentir mal?

L: No es eso Aldo.

Al: Sí, sí lo es ─rotundo─. Fernando es un niño chico que solo quiere ser el primero, y todo lo quiere ya, como un crío en una rabieta...  Pero, cuando el andaba con doña Marcia tú lo tenías que entender, creer cada palabra y esperar hasta que el quisiese... ¿verdad?

Asintió con levedad mientras cerraba sus ojos con fuerza. 

 Al: ¿Te das cuenta que sigue siendo el mismo egoísta y egocéntrico de siempre y no le importa lo mas mínimo tus sentimientos?

Aldo tenía razón, ¿por qué carajos ella tenía que entenderlo siempre a él?, ¿por qué Fernando no podía entenderla a ella? Leticia no pudo resistir el huracán de emociones  durante mas tiempo y ante la cruda realidad rompió en un llanto desolador e incontrolable.  Aldo la  abrazó con fuerza y ella lo abrazó a él,  justo en este instante, lo sentía como a un padre, como a un hermano que sus consejos están basados en el  amor incondicional de desear ante todo la felicidad del otro.  

Loco.  Estaba loco porque no encontraba al aparcacoches que tenía sus llaves y no podía irse, y aquel lugar le estaba quemando. A su pesar,  Fernando tuvo que volver a entrar al restaurante para preguntarle al camarero, y fue en ese momento que se encontró con la peor imagen que podía imaginar:   Aldo y Lety abrazados. 

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora