CAPÍTULO 67 (FIN)

1.9K 69 34
                                    

Llego el ansiado día de la celebración de su matrimonio en los jardines de Morelos.

Leticia se compró un vestido largo de color hueso con un escote en 'V', y un lazo marrón de raso que abrazaba su cintura. Fernando se vistió igual a su boda ante el notario.

El parque  lucia precioso, los decoradores contratados por Fernando habían colocado guirnaldas confeccionadas con cintas blancas y flores moradas por todos los caminitos del jardín, el entorno más verde lo habían llenado de flores blancas y lilas, que combinaban con la tela que vestían las sillas, y las mesas. Y la comida del catering tenía un aspecto exquisito.

El cuartel brincaban de un lado a otro. Simón buscaba rosas para su Paule Marré y los dos se escondían por los jardines para Dios sabe qué. Sara desde las alturas escaneaba a todos los invitados para ver si encontraba por fin a un hombre de altura. Marta no se separaba de la mesas de los entremeses, engullendo todo lo que encontraba a su paso. Carolina lucía guapísima como siempre y sospechosamente no dejaba de cruzarse miradas con Omar Carvajal que últimamente se le reconocía mas centrado y un pelín mas maduro.

Los papas de Fernando estaban felices, conocían desde hacía tiempo los sentimientos de Fernando por Leticia, y solo les importaba su felicidad. Al enterarse del motivo por el cual ya estaban casados se impresionaron, pero don Humberto ya sospechaba que su hijo le ocultaba algo,  ya que le era imposible que le hubiesen concedido el préstamo de tan elevada cuantía, y a estas alturas ya nada le sorprendía de él. Estaban acostumbrados a todas las fechorías y entre manejes que eran capaces de hacer esta pareja de locos enamorados y que al parecer juntos no conocían los límites.

Ariel lucía su cara de resentido y quisquilloso ante la felicidad de los demás. Marcia por primera vez iba acompañada de su admirador que ya no era secreto, y Ana Leticia iba presumiendo por todos lados de cintura ya que se había quitado un par de nuevas costillas.

A Leticia por momentos se le veía feliz, pero en otros momentos estaba ausente mirando hacia la entrada de los jardines, la esperanza es lo último que se pierde y eso le pasaba a ella. Sin embargo Fernando lo era todo, y él le daba esa fuerza para superar todas las adversidades y echarle valor a la vida. Leticia lo que más le dolía era que entendía a su papa a la perfección, debía de sentir una gran decepción que su única hijita se hubiese casado sin su consentimiento, a escondidas, y motivada por asuntos financieros. Leticia rogaba que llegase el día que la perdonara, y entendiera que la verdadera razón fue el amor de ambos.

F: Mi amor, ¿estás bien?

Leticia fingía que todo marchaba a las mil maravillas , ante todo no quería preocuparlo, solo deseaba que disfrutara de la celebración.

F: Quiero que sepas que tu papa te quiere muchísimo y terminará aceptándolo. No te preocupes mi amor. Y mientras tanto yo estoy acá para apapacharte, besarte, y estrujarte para cuando te sientas triste...y ya veras que entre los dos vamos a lograr que el tozudo de tu papa reflexione.  

Fernando no le había dicho que cuando salió temprano había estado en casa de sus papas, no quería atormentarla más, ni darle falsas esperanzas.

Llevaban en la fiesta más de una hora , ya iban a empezar con los platos principales, y todos estaban buscando sitio para sentarse.

En ese momento se escucharon voces procedente de la calle, y se creó un gran alboroto al ver como los guardias de Seguridad del recinto corrían a la rejas de entrada de los jardines , y con sus voces elevadas y dictatoriales, empezaron a impedirle el paso a alguien que quería entrar con una carretilla de obra, lo cual estaba prohibido.

Leticia y Fernando se acercaron nerviosos para ver lo que estaba ocurriendo, y encontraron a cuatro guardias sujetando aun hombre mayor de muy mal humor que les gritaba. Fernando y Leticia no podían creerse lo que estaban viendo, ¿cómo no? ¿quién más podía tener ese mal humor?, sus caras se iluminaron , y de los ojos de ella empezaron a brotar lágrimas de felicidad, era don Erasmo dirigiendo una carretilla forrada y acolchada donde cargaba a un montón de santos:  San Judas de Tadeo, San Benito, Santo niño de Atocha, San Martín Caballero, San Pascual Bailón, y San Antonio de Padua. Y detrás de él se acercaba a lo lejos un hombre rechoncho que lucía un hábito negro, y un alzacuellos blanco.

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora