CAPITULO 48

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F: ¿Doña quiere que hablemos del tercer tema?

Leticia cogió su copa y se alejo de él. Su cuerpo, su mirada y la conversación, todo era demasiado peligroso.

L: Sí claro. Hablemos. Que remedio nos queda. Cuanto antes acabemos mejor. ¿Donde se va a sentar usted?

F: ¿En el sofá?

L: Si. Yo me sentaré aquí mismo.

Leticia vestía como siempre, un traje de chaqueta, falda tubo y blusa hasta la garganta. Ella se sentó en el suelo tras la mesita baja del sofá , frente a él, y de tal forma que la mesa le tapaba el cuerpo, solo dejaba ver sus hombros, cuello y cabeza. Cogió su copa de vino y se la bebió de un solo trago. Fernando se acercó para llenársela lo cual agradeció Leticia con su mirada.

F: Pregúnteme lo que quiera.  Con mucho gusto yo le contesto todas y cada una de sus dudas.

L: No, por favor, empiece usted. No sabría como empezar.

F: De acuerdo, porque no me habla de sus lunares o cicatrices que nadie ve en su piel.

L: No tengo ningún lunar extraño, son todos muy corrientes. Y cicatrices la única que tengo es la de la mano cuando me corté con el cristal.¡Mírele! ─Se la mostró levantando el brazo─. Y usted ¿tiene algún lunar o cicatriz que nadie haya visto? No, me corrijo, que yo no haya visto, porque seguro  lo han visto millones.

F: ¡JA!, ¡JA!... Pues mire sí, tengo un lunar en la pompa izquierda.

Se levantó de un salto, se desabrochó el cinturón, se puso de espaldas a ella y se los bajó arrastrando sus calzoncillos hasta la mitad del culo.

F: ¿Lo vé? ¿Lo vé Doña? Acérquese.

No acababan más que empezar y Leticia sentía arder sus mejillas , beber vino no era de las mejores ideas, ya que aportaba mas calorías a su cuerpo.

L: Lo veo, lo veo, no hace falta Don Fernando. Súbase el pantalón por Dios.

Fernando estaba disfrutando de las cara de Leticia, como se ruborizaba con cualquier cosa le hacia tremendamente seductora. Volvió a sentarse en el sofá.

F: Desde Puerto Vallarta conozco todas sus tallas de ropa y zapatos, y hoy ya me dijo la de su pecho. ¿Quiere saber las mías?

L: ¡Yo no le dije nada!,de acuerdo, acertó, sí. Pero yo no se la dije.

F: Para los trajes son la 52, de zapatos 10, de pantalón 36, y ¿y necesita saber la medida de algo mas?

L: Pues, pues, según los licenciados debería de conocer de usted hasta el mínimo y último detalle, pero no se hasta donde incluye el mínimo detalle. ¿Usted cree que debe de decirme algo más?

F: Pero, no me vaya a decir que... ¿qué no lo sabe?, ¿Acaso no se acuerda de la medida del íntimo detalle de mi cuerpo?, ¡¡Usted debería de saberlo por el amor de dios!!

Leticia no podía creerse que ella estuviera preguntando eso.  ¿Como la situación se había complicado tanto como para verse en esas  circunstancias tan avergonzantes? Podía haber apostados quemarse en el infierno que ella hubiese jurado que nunca le preguntaría eso a un hombre en toda su vida. 

L: ¿Yooo? ¿por qué?, yo no anduve mirándolo don Fernando. Yo lo sentí a usted en un todo.

F: ¿Pero no tiene ni una ligerita idea?, ¡Leticia usted me tocó¡, ¡me acarició!, ¡me sintió!

La cara de Leticia lucia roja como una granada, amenazando con echarse a arder en cualquier momento.

L: Ya, ya entendí, pero, pues no pensé en su tamaño. Acabemos con esto por favor. Olvidelo. No creo que sea necesario.  

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora