FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.

CAPITULO 19

Leticia logró salir de la oficina a las 12:30. Había conseguido que le atendieran de inmediato en la peluquería y, tras mucho pero mucho esfuerzo, Carolina la convenció que además de cortarle un poco el pelo , le hicieran una trenza sin engominar , hacia un solo lado, sobre su hombro derecho. Y que le peinaran hacia atrás consiguiendo borrar la raya milimétricamente perfecta que lucía en su cabeza desde pequeñita.

Leticia quedó hermosa, elegante, hasta sus gafas no se veían tan feas, parecían casi originales , efecto de alguna moda retro. Eso sí, su indumentaria todavía dejaba mucho que desear.

Desde sus últimas palabras, sabía que iba a viajar con él, por lo tanto ya tenía su maletita hecha, tan solo había metido ropa interior, su pijama de Moty y un traje para mañana, además de su bolsa de aseo. Ahora le esperaba lo peor, escuchar a Don Erasmo. Y así fue, después de 40 minutos interminables de sermón: ─porque los Padillas son personas de bien, de principios inquebrantables, de honestidad intachables, etc, etc.. accedió a que su hija por motivos exclusivos y estrictamente laborales se fuese a Puerto Vallarta con don Fernando.

Llegó la hora, Leticia escuchó la bocina del BMW, y nerviosa, salió a la puerta. Vestía una falda tubo marrón, con un saco marrón, y una blusa morada abrochada hasta el último botón , llevaba sus medias tupidas blancas y unos zapatos de medio tacón. Fernando, obviando su ropa holgada y abrigada,  se percató de inmediato que estaba preciosa. La trenza al lado y aflojada le sentaba de maravilla, y aun quedo mas perplejo cuando ella le sonrío. Esta mañana con los nervios no se fijó, pero Leticia no tenía bracket. Mostraba una sonrisa de niña divina e inocente, sus dientes eran pequeñitos, aportando ingenuidad y ternura a su rostro.

F: Buenos días Lety. Don Erasmo , señora Julieta su hija queda en buenas manos, no se preocupen.

L: Mamasita, papasito los llamo nada más llegue. Les amo.

Se montaron en el coche, Fernando no dejaba de mirarla. Miraba a la carretera y la miraba, miraba a la carretera y la miraba.... No le decía nada, temía intimidarla e incomodarla desde tan pronto.

L: Don Fernando mire al frente, por favor, de lo contrario vamos a tener un accidente. Además...¿qué es lo que me ve tan raro?... Tan solo me he aflojado la trenza y me la he puesto hacía un lado. Por recomendación de Carolina.

F: Y ya no tiene los bracket. Leticia perdóneme pero está preciosa. Y tampoco está relamida como yo. Pero le tengo que decir que, otra vez, viene demasiado abrigada. Donde vamos hay costa, allí hace mucho mas calor, no va adecuada. ¿Lleva en su maleta algo más ..., menos abrigado?

L: No, del mismo tipo. Pero la cita es de noche. Estaré bien don Fernando.

Leticia y Fernando aunque gozaban de mucha confianza , pero los últimos sucesos los mantenía distantes, existían muchas redecillas y rencores entre ellos. La espera de la llegada del avión fue muy tensa, a penas hablaron. Fernando por miedo a meter la pata, porque solo pensaba en cosas bonitas que decirle, ya que realmente estaba cautivado por su look, y Leticia porque se sentía muy asustada por el vuelo, sufría de puro terror y pánico. La última vez que viajo con él, lo agarró fuerte, se emborracho, y hasta armó un escándalo dentro del avión. En esta ocasión le tocaba armarse de valor por si misma.

Llego la hora de embarcar, Fernando recordó todo el susto que Leticia le tiene a volar y cuando estaban sentados, le dijo:

F: ¿No quiere cogerme la mano?, sé que lo está pasando mal.

Leticia no solo le cogió la mano, sino que le agarró del brazo, y cerrando los ojos, se apoyó en su hombro y escondió su rostro. Fernando sentía estar en el cielo, justo por donde iban. La ternura y el cariño de poder proteger al ser amado era invaluable e infinita. Leticia estuvo todo el viaje apretándole el brazo y con su cara escondida en su hombro , y Fernando le besaba el cabello, impregnándose de su maravilloso olor,  cuando le notaba tensa por las vibraciones del vuelo. Sabía que en esos momentos donde ella estaba tan asustada y vulnerable no había espacio a malos entendidos, ni mucho menos a rencores.