CAPITULO 54

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Leticia estaba tocando el cielo con las manos, sus palabras nacían de su corazón, no le cabía la menor duda. Pero no podía dejarlo hablar o terminarían abrasándose en el fuego de sus pasiones. Ella hizo amago por levantarse, pero Fernando la detuvo.

F: No, aún no se vaya. He cortado fresas y fundido chocolate. Eso sí lo hecho yo. No lo me lo rechace, ¿si?

Leticia volvió a sentarse, con sus ojos llenos de miedo y deseo. Fernando se levantó, retiró los platos y trajo dos cuencos, uno de fresas y otro de chocolate.

L: Comeré solo un poco y me iré a dormir, ¿de acuerdo?

F: Como quiera. Yo me iré con usted.

Leticia seguía sentada en el suelo con las piernas flexionadas hacía un lado y con la espalda apoyada en el sofá, llevaba el vestido azul,  uno de los elegidos por Carolina para ocupar su armario, y una trenza aflojada hacia un hombro.

Fernando colocó el postre en la mesa y volvió a sentarse a su lado , apoyando nuevamente el brazo en el sofá, quedando justo detrás de su espalda. Leticia invadida por tantas atenciones y por su extrema cercanía, nerviosa empezó a comer. 

Fernando no dejó un  instante de mirarla con fijeza. Como abría sus labios esperando recibir el trocito de fresa, le resultaba seductor a grados inhumanos. Todo, absolutamente  todo de ella le resultaba provocador en límites  excesivos. No sabía si era por los efectos de embobamiento del amor o la imposibilidad de poseerla, de hacerla suya, aun estando tan cerca.  Pero todo de ella lo enloquecía. Su cuello al que besaría sin contención;  su nuca a la que agarraría con sus manos y provocaría la sumisión de sus labios y devoraría sin censura.   Toda su piel parecía estar aliada para corromper a su mente de una manera brutal y despiadada. 

Leticia encantada con el postre,  envolvió el último trozo de fresa a conciencia y con generosidad en el chocolate líquido. En ese instante Fernando fue testigo como a un segundo antes de llegar a su boca,  el chocolate  resbaló de la fresa  y calló en su piel expuesta por el escote de su vestido. Creando un sendero caliente,  marrón y dulce directo a su pecho. Ella angustiada miró a la mesa buscando una servilleta.

F: No. No hay con que limpiarlo. Quédese quieta ─ordenó.

Ella exhausta solo obedeció y permaneció quieta. Fernando inclinó su cabeza hacia su escote. Bajó su boca a poco centímetros de su pecho, y  rozándole su nariz, lamió despacio su piel siguiendo todo el rastro del chocolate, de abajo arriba. En ese momento el corazón de Leticia se detuvo, y  no pudo hacer otra cosas que rendirse al placer de sentir su humedad y calor,  a la vez que un escalofrío recorría su cuerpo. 

Su quietud fue tan real que su corazón no reanudó su palpito hasta escuchar un sonido que la despertó de su éxtasis:  ''classshhhhh ''.  El estallido del cristal de la copa de vino al chocar contra el suelo.  Al haberse resbalado de entre sus dedos.  

L: No. No puede ser. ¡Seré tonta! ¡La mancha de vino no sale Don Fernando!

Leticia se levantó enloquecida quería limpiar las gotas de vino que había salpicado en el sofá, y fregar lo antes posible el suelo. Cuando acabaron de limpiar el salón, la tensión sexual acumulada se había disipado, y la cordura de Fernando había vuelto a circular por sus venas.  

L: Don Fernando lo siento mucho. Soy una torpe. Ahora si me disculpa me gustaría irme a dormir. Voy a lavarme los dientes y me acuesto, ¿si?

Leticia volvió a ponerse su pijama de Moty y se acostó. Pensaba que lo deseaba con todas sus fuerzas, y sabía que su blindaje cada vez se debilitaba mas y mas, por eso se mantendría quieta y de espaldas. Ayer la abrazó y durmieron casi toda la noche de la mano, su amor se había convertido en su secreto, los dos lo sentían por igual pero les daba miedo a exponerlo sobre la mesa. Sus juicios y exigencias sin ser capaz de comprenderse herían demasiado fuerte y había enturbiado en demasiadas ocasiones su relación.

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora