CAPITULO 50

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F: Buenos días Doña, he hablado con el Banco y..., y..., y.... ─tamborileando con las dos manos en la mesa creando intriga y expectación dijo─. ¡¡Nos lo han concedido!!

Leticia se levantó del sillón y se abrazó a él con la fuerza de un huracán,  apoyando la cabeza en su pecho.

L: Lo hemos conseguido ─dijo cerrando sus ojos aun contra su pecho. 

F: Si doña, lo hemos conseguido. Y todo gracias a usted.

Leticia estaba feliz, pero no tardó en golpearle la realidad que debía afrontar ahora. Debía de llamar a Aldo después de dos semanas sin hablar con él. Se separó de Fernando y se deshizo con suavidad de sus brazos que se resistían a soltarla.

L: ¿Puede dejarme sola? Debo hacer una llamada.

Fernando sabía a quien iba dirigida esa llamada, la cual le hacia enfurecer y temer por igual.  Hacía un mes y medio que había leído su diario, desde entonces no sabía si sus sentimientos habían cambiado o no. En ese tiempo había estado con Aldo, y también se había ofrecido a ayudarlo de la manera mas solidaria jamás imaginada. Quería y necesitaba pensar que su ayuda estaba avalada por un sentimiento mayor a un acto de generosidad para todos. También había apreciado en varias ocasiones sus celos pero ella siempre los había justificado por inseguridad y orgullo. Estaba muy confundido, en realidad no podía asegurar que ella siguiera amándolo. Su miedo a esa llamada aumentaba por momentos.

F: Sí, por supuesto,  me retiro. Con permiso ─dijo serio y hermético.

Leticia estaba nerviosa y solo sabía dar vueltas por su oficina con el teléfono en la mano. No sabía  que decirle, ni como expresarlo, tampoco sabía en que estado se encontraría a Aldo, si estaría enfadado, decepcionado . Llevaban dos semanas sin hablarse y eso convertía una mera conversación en un evento extraordinario. Se tranquilizaba al pensar que él sabía que todo entre ellos dos estaba acabado y que a partir de unos días le devolvería todo el préstamo para que pudiera seguir construyendo  sus sueños. 

L: Vamos Leticia tienes una gran noticia que darle. Le vamos a devolver todo su dinero y eso le hará muy feliz , y la mala noticia él ya la conoce. ¡Vamos, vamos, yo puedo!

Leticia entró en la cueva, se sentó en su silla, inhalaba y exhalaba mientras marcaba su número de teléfono. Una vez marcado empezó a dar llamadas que ella escuchaba al mismo volumen que sus palpitaciones:  una llamada, dos llamadas, tres llamadas, cuatro llamadas...

A: Está llamando al celular de Aldo Domenzaín, en estos momentos no puedo atenderle , por favor deje su mensaje después de la señal y le llamare lo antes posible. Gracias.

L: Soy, soy Lety. Aldo necesito hablar contigo lo antes posible. Llámame por favor. El viernes vamos a celebrar una junta de comité a las nueve de la mañana para hablar del estado financiero de la empresa. Tengo muy buenas noticias para ti referente a la empresa. Llámame.

Colgó y se sintió aliviada de no haber hablado con él. Ya solo quedaba esperar. Se tranquilizó y quedo pendiente al celular.

El día trascurrió rápido. Leticia pasó el día obsesionada con su celular. Cada llamada que recibía le hacía respingar el corazón, pero Aldo no  llamó.

 Mientras tanto Fernando estaba desanimado. Tenía que volver a ver a Aldo en la Junta del viernes. Su Lety volvería a encontrarse con el tipo cursi que conocía las palabras perfectas para encandilar a cualquier mujer boba y,  ante la junta,   quedaría  de nuevo  y como  siempre, como un príncipe  al ser rememorada su buena acción . Odiaba a ese tipo, le producía arcadas, le hacía recordar sus defectos y todas sus fallas con Leticia, y eso le hacía sentir horrible e inseguro. Se aliviaba  al pensar que a partir de ese día no se le debería nada , y la empresa estaría por fin a salvo después de tanto tiempo, pero.... ¿y si Lety cambiaba con él? ¿y si al desaparecer la agonía de salvar la empresa se acababa también su complicidad? No podía evitar como el miedo a perder su cercanía  recorría y sacudía todo  su cuerpo.

Eran en estos momentos en los que  necesitaba un poco de esperanzas, pero  ella siempre se las ingeniaba para ser impenetrable en sus sentimientos. Hoy dormirían en la misma recamara,  y quizás hasta en la misma cama,  al juzgar por el silencio de Leticia al exponerle su desconformidad por la incomodes . Pero aun en la remota posibilidad de dormir  juntos.  No tendría porqué significar  nada. Para ella siempre había una excusa para su cercanía. Todo lo hacía por 'deber' y necesitaba saber cuanto había de 'querer' en todo esto.

Llegó la hora de salida, y Fernando entreabrió la puerta de presidencia, y sin entrar le dijo.

F: Doña le espero abajo para irnos a mi..., a nuestra casa.

L: Don Fernando váyase usted. Yo llegaré más tarde con mi auto ¿si? Quiero ir a mi casa y llamar a mis papas desde allí para que vean el número de teléfono reflejado y se queden tranquilos pensando que ya llegué.

Leticia no dejaba de demostrarle lo contrario a lo que él solicitaba. Sintió la necesidad de presionarla a que se fuera con él u ofrecerse a acompañarla argumentando que necesitaban pasar tiempo juntos y conversar para el cuestionario. Pero, él mas que nadie,  sabía que forzar a una persona a estar junto a otra, aniquila las ganas que tenga. Él se había sentido siempre presionado con Marcia y lo único que consiguió fue alejarlo más y más.

Fernando sufriendo una rabieta interna al sentirse no correspondido a su inmediata necesidad de ella . No pudo evitar responder sumamente orgulloso.   

F: Como quiera doña. De hecho, mucho mejor así. Yo tengo que ir a visitar aaaa...alguien. Doña le voy a dar las llaves de mi casa, tengo otras copias escondidas en mi jardín. Así puede llegar cuando quiera y yo podré demorarme todo lo que necesite.

A Leticia le cayeron sus palabras  como un cubo de agua fría: «¿Qué? ¿Visitar a alguien? ¿Así podrá demorarse todo lo que necesite? ¿Por qué no le decía quien era 'alguien'?».

L: De acuerdo. Claro. Váyase todo el tiempo que necesite. Eso sí, no llegue muy tarde vayamos que aparezcan de nuevo los agentes y usted no esté. Y por favor le pido, es más, le suplico ─dijo mientras achinaba sus ojos de rabia─,  no se pasee por la calle con ninguna mujer. Lo que tenga que hacer hágalo en la intimidad ¿le parece?

Leticia cogió su bolso con furia, se acercó a él , le mostró la palma de su mano para que le diera las llaves, y reanudó el paso sin añadir mas nada.

Fernando la detuvo cogiéndole del brazo, mientras siseaba. 

F: Esposa mía. No se enfade ─sonrió por el evidente mosqueo de ella y le dijo─. Yo soy un marido fiel y  soy todo suyo y de nadie más. No voy a visitar a nadie. Solo iré al supermercado y me vuelvo para la casa.

A Leticia le calaron sus palabras ''soy todo suyo y de nadie mas'', era todo lo que deseaba, no pedía más, solo quería llegar a confiar en eso.   

Fernando fue al supermercado compró todo aquello que se le ocurrió (jugo de limón, de mora, vino, chocolates, fresas, etc...). No era ningún experto, él casi nunca había hecho la compra siempre comía fuera, o le preparaban la comida. Se dijo a si mismo que tenia 15 días para mimar a Leticia, y convencerle que solo le pertenecía a ella.

Llegaron las ocho de las noche , y Fernando desde el interior de su casa escuchó como alguien se peleaba con las cerraduras. Él mas que nadie sabía que no era fácil abrir esa puerta, tenía su enrevesado y mañoso truco, pero la dejó que luchara con ella a ver si así se arrepentía un tantito por no haberse ido con él. A los segundos Leticia desistió y decidió tocar al timbre.

Fernando le abrió la puerta y ella pasó aliviada, primero por poder entrar en casa y no quedarse en la calle y,  más aún,  por saber que no se había demorado con nadie. Al entrar le sorprendió que había preparado una fondue  que no olía ha  quemado y en  la mesa había una olla de queso, taquitos de pan, una botella de vino y dos copas...

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora