CAPITULO 62

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Fernando y Lety no habían pegado ojo en toda la noche, estaban derrotados. Leticia decidió llamar a Paula María y avisarle que no llegaría en todo el día , no quería separarse de él por ningún instante, necesitaba de su piel, y de su contacto para aliviar y sanar a su corazón que había sufrido tanto por unos días.

P.M: Conceptos. ¿En que puedo ayudarle? Le atiende Paula María.

L: Buenos días Paula María, te llamo para avisarte que hoy no voy a ir a la oficina, tengo que solucionar unos asuntos muy importantes – Y mirando a Fernando le guiñó el ojo –. Un asunto que he deseado durante muchísimo tiempo. Pero para cualquier cosa urgente llámame, ¿de acuerdo?

P.M: Claro, así lo haré. Amiga no cuelgues aún, tengo algo importante que decirte..., ayer te mentí, cuando Fernando llamó le dije que estabas en Acapulco. Perdóname pero no entendí que no había que decírselo a nadie, solo pensé en el cuartel de las feas.

L: Ya lo sé Paula María, deberías habérmelo dicho. Pero no te preocupes ahora ya no tiene importancia.

Leticia había llamado a Paula María desde la cama, ya lucía tapada hasta el cuello con la sábana y estaba alargando su brazo para coger su ropa interior , y el vestido del suelo.

F: No Lety. Por favor no te vistas – dijo con voz sumamente tierna – déjame abrazarte así, un ratito solo ¿si?

Fernando y Leticia estaban tumbados en la cama bajo las sábanas. Él la rodeo con sus brazos por su espalda y unió todo su cuerpo desnudo al de ella.

F: Justo ahora podría morirme porque ya he alcanzado la máxima felicidad terrenal. Pero eso sí, tú tienes que venirte conmigo yo solo en el cielo no quiero estar.

L: ¿Pero tú crees que iras al cielo? Jijijijij.

F: ¡JA¡ que graciosa, pues por supuesto que sí...

Bajo las sábanas los dos se quedaron dormidos, él durmió enterrado en su cabello, mientras sus brazos abrazaban su cintura. Solo era el medio día pero estaban cansados por no dormir durante toda la noche, y por haber padecido tanto el uno por el otro.

Dos horas más tarde Fernando se despertó. Leticia estaba de espaldas, y él empezó a acariciarle el cabello. Dominado por la necesidad de mirarla la destapó de las sábanas, deslizándola hasta su cintura y se deleito con la belleza de la línea de su espalda desnuda, y empezó a rozar las yemas de sus dedos por toda su espina dorsal hasta llegar a la comisura del inicio de sus nalgas, no podía creer que esa piel y ese cuerpo fueran para él, lo había deseado con tantas fuerzas, que sentía cumplir un milagro. Le retiró el pelo de su nuca, y empezó a besarle el cuello con suavidad, posando sus carnosos labios y humedeciendo en cada beso su piel, derritiéndose con su calor, y degustando su dulzura. Leticia se despertó al sentir un escalofrío que recorría su cuerpo y se volvió hacía él, lo miró con deseo y lo rodeó con sus brazos apretando sus manos por toda su espalda.

Los dos cuerpos desnudos se rozaban. Ella volvió a notar como palpitaba y se agolpaba la sangre de Fernando entre sus piernas, podía sentir su calor y dureza en su piel. Él con firmeza le agarró del muslo y colocó su pierna encima de su cadera, y con su mano en el trasero la aferró con una solidez vigorosa, estrechando y aniquilando cualquier espacio entre sus miembros. Quería que sintiera toda la pasión que le despertaba en su propia intimidad. Y mirándola a los ojos , y reconociendo el placer en su mirar, le dijo.

F: Lety, ¿te casaras conmigo? – dijo temeroso.

L: No ¿cómo cree?...Solo bastara con no divorciarme de ti – dijo con firmeza.

Se miraron con la satisfacción de sentir un amor correspondido y se volvieron a derretir en un beso que confirmaba su complicidad y sus más impuras ambiciones. El ardor volvió a circular por sus venas, el fuego en su mirada volvió a quemar. Fernando le acariciaba los pechos mientras sus miembros seguían rozándose con mayor avidez y armonía, con un inconsolable y audaz apetito.

F: ¿Te quedaras siempre a mi lado? – le susurró.

L: No me iré a ningún sitio que no estés tú – dijo entre suspiros.

La humedad de Leticia cada vez era mas tangible e incitante, y Fernando quiso sentirla. Su mano se deslizó a lo más sagrado y divino de su reino, y con suma delicadeza sumergió su dedo en las profundidades de su ser. Leticia suspiró aceleradamente, ahogando gemidos y abrumada por sus sentidos; Fernando deleitándose en sus ojos inundados de gozo, no cesaban en un movimiento exacto, con la velocidad exacta para que ella se derritiera en un océano de sensaciones. En ese momento retiró su mano ante su mirada desesperada que le suplicaba más, más de esa maestría, de esa mano que en poco segundos había tenido el poder de elevarla a las más bellas alturas.

F: Te amo Lety, te amo como nunca creí que se podía amar.

L: Yo también lo amo – dijo entre suspiros.

Fernando volvió a posar su mano en su trasero y la aferró a él , y demostrándole todo el esplendor de su virilidad se abrió paso en su ser y se introdujo despacio, con suma suavidad y exquisitez dentro de ella, se filtró hasta el fondo de sus huesos, y entró hasta el final de sus agonías. Sus ojos se regocijaron en su mirada satisfecha y rebosante del más dulce elixir. Se mezclaron en un sin fin de sensaciones. Un hervidero de emociones recorrieron su cuerpo, y sintiéndose una única persona, empezaron un mismo compás, primero despacio para después acelerar motivados por el balanceo de sus caderas. Quemaron minuto, tras minuto, bailando la misma música. Su compenetración y acoplamiento era escrupulosamente preciso. Hasta que sintieron la cercanía. Se sintieron temblar. Sentían la cima demasiado próxima. Leticia deseaba y suplicaba en su interior que Fernando la llevara a lo más alto y la hiciera volar. En ese instante sus cuerpos se vieron dominados por espasmos de placer que contraían sus músculos y estremecían su alma. Leticia le apretó el hombro conteniendo y perpetuando la duración electrizante que recorría su cuerpo , y él entreabrió su boca dejando escapar un suspiro del desgarre del propio corazón. Un suspiro de alivio proveniente del consuelo del rescate de sus miedos. Leticia por fin era suya, y él por fin era de ella. El sufrimiento, la desconfianza y el miedo se evaporaron en cada aliento y en cada suspiro de esa unión.

Abrazados siguieron en la cama, en todo el día a penas se levantaron para comer la comida pedida a domicilio, y para refrescarse con la ducha. Bajo las sábanas hablaron, rieron, y se confesaron. Fernando no dejo de dedicarle sus suaves caricias en cada milímetro de su piel , parecía que nunca mas la iba a tocar , no se cansaba de sentirla. Y Leticia no dejaba de besarlo y abrazarlo. Llegó la noche del martes y volvieron a quedarse dormidos.   

FANFIC: BÉSAME EN LA BOCA CON TU LÁGRIMA DE RISA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora