Capítulo 8: Tommo.

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-¿Estás bien?-pregunta la mujer.

Asiento con la-todavía- mirada perdida.

-Perdóname, pero soy enfermera y tú no estás bien-afirma, tomando entre sus manos su móvil.

-No-digo inmediatamente.

-No voy a dejar que manejes en este estado, o llamo una ambulancia o llamas a alguien para que venga por ti.-me advierte con una severa mirada.

Genial.

-Llamaré-digo sacando el celular de mi bolsillo.

-Mejor déjamelo a mi, yo hablo.- dice la mujer.

-Sam-dice ni bien baja del taxi.

-Ella está bien, pero quería asegurarme.-habla la mujer cuyo nombre todavía no sé.

Melina camina hacia nosotras con el ceño fruncido.

-Yo me ocuparé-dice con sus ojos verdes clavados en mi.

Ellas hablan un momento más en voz baja, pero ni me intereso en descubrir cuál es el tema.

Mi mente sigue perdida.

No por el pequeño choque, mi cabeza ya estaba así desde que salí del Starbucks.

-... Mi linda novia se llama Liberty.

Duele.

Mi pecho parece estar siendo aplastado por un contenedor de una tonelada.

De repente, empiezo a gimotear, pero no me permito llegar más lejos.

-Puedes explicarme qué paso-exige saber Melina, con un taza de té para mi.

-Nada-suelto con ese mismo tono de muerto viviente.

-No chocas un auto por nada, Sam-replica.

-Sólo me distraje, sólo eso.-miento quitándole la taza de las manos y tomar un sorbo para mantener mi silencio.

-Sabes que puede confiar en mi, cuéntame. ¿Te peleaste con Louis?-vuelve a preguntar.

-Se fue de viaje-respondo, y vuelvo a tomar otro sorbo de mi infusión.

-Brad-dice firme.

Mierda.

-Pensé que no querrías volver a verlo después de lo de la biblioteca-dice un tanto dudosa.

Suelto un suspiro, dejo la taza en mi mesa de luz y me acuesto en la cama.

-Soy un asco-suelto, mientras me coloco en posición fetal.

Melina se pone en frente mío, al borde del colchón y acaricia mi hombro.

-No digas eso. Yo no creo que lo seas-dice intentando reconfortarme con su tacto.

Si sólo supieras quién soy realmente...

Mis ojos comienzan a aguarse, y luego de unos segundos, la lágrimas empiezan a correr.

-Dicen que si compartes tus tristezas, se vuelven menos pesadas-comenta ella.

No respondo en ese mismo momento, sino que dejo un silencio antes de volver a hablar.

Contándole todo lo sucedido desde que entre a esa bendita biblioteca.

-Oh, Sam.-dice abrazándome- No estés así por eso.-agrega para luego volver a sentarse frente a mi.- El otro día, Danny me envió un mensaje, y juro por mi Cadillac que estuve a punto de arreglar un encuentro con él. Sabes...A veces extraño tocar sus brazos... sus abdominales... su espalda... Emm, bueno, sí lo extraño, pero no a Danny, sino a sus músculos, no sé si me entiendes. El caso es que, la carne es débil, Sam.-afirma- Louis ese día no estaba y digamos que el enano no te la puso fácil. Nosotras tenemos necesidades también, ¿no?-pregunta con una ceja alzada.

Burn | B.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora