Capítulo 27: Blanco.

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¿Quién es?

¿Qué quiere?

¿No estaba muerto?

¿Louis mintió?

Algunas otras preguntas martillean mi mente, pero es sólo por unos segundos, porque en un momento determinado, ya no puedo pensar más.

Estoy perdida.

Veo cómo la luz de Sol se desvanece mientras mi mirada sigue perdida en el piso madera.

Ya no me siento enferma.

De hecho... no siento nada.

Mi espalda pide a gritos ser enderezada debido a la postura que adopte al sentarme en el suelo, pero no hago nada.

Simplemente permanezco así, y me uno a la oscuridad cuando la noche cae y ninguna luz artificial esta prendida.

Él o ella podrían estar observándome en este momento... Sí, es una posibilidad pero... ¿Importa?

En este punto, todo parece haber perdido sentido.

Se terminó...

Mis ojos se cierran, y cómo si sólo hubiesen pasados cinco escasos minutos, veo los primeros rayos de luz colarse a través de las cortinas en lo que parece el transcurso de un parpadeo.

¿Estoy despierta?

¿Estoy en una pesadilla?... ¿O mi pesadilla en realidad es mi vida?

Nada cambia en el paso de lo que supongo son horas.

Las quejas de mi cuerpo siguen sin ser escuchadas.

Mi mente sigue sin pensar, en blanco...

La oigo susurrar en mi mente cosas inentendibles, pero como dije, no puedo pensar, lo que significa que sus susurros pasan desapercibidos por mi.

***

Oigo mi teléfono sonar en un momento, pero no sé si eso también proviene de mi cabeza.

El blanco manda, así que es como si nada pasara.

***

-¡Estoy haciendo todo lo posible!

Boom.

El estruendo de la puerta abriéndose me devuelve a la realidad.

El sujeto casi cae al suelo, mas sólo se tambalea y se recompone.

-Todo está bien. Adiós.-dice mirándome a los ojos.

¿Qué?

Eleva su mano a la altura de su oído y... oh...

Se quita el auricular que lleva puesto.

Paso de confundida a asustada en escasos nanosegundos.

Es él.

El chico rojo.

Me paralizo.

-Mi gato me causa menos problemas-comenta para darse la vuelta y cerrar la puerta de entrada, no sin antes echar un vistazo hacia afuera.

Después de esto, cierra las cortinas que quedaron abiertas del día anterior, y finalmente me enfrenta, llegando a ponerse frente a mi.

No es hipnótico, porque no es el término correcto, pero me tiene con la cabeza en alto para mantener su mirada.

-¿Por qué no atendiste cuando te llamaron?-pregunta.

Mi voz no existe.

El ceño del chico se frunce y sin que me lo espere, lo tengo en cuclillas frente a mi.

Burn | B.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora