Capítulo 31: Esto.

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-Nos vemos más tarde, Jamie.- me despido y subo la ventanilla del auto de Micah, quién está en el asiento del copiloto.

Brad y Sam están detrás, pero al cabo de unos minutos, ambos quedan dormidos.

La música de la radio no parece rellenar el "espacio" del vehículo.

-Él nunca se fue-suelto con mi vista hacia el frente.

-¿Perdón?-inquiere el rubio.

-Brad,- digo señalándolo con un gesto hacia atrás.- nunca dejó la mente de Sam. -completo.

Micah me mira todavía sin entender.

-No estamos casados, fue sólo una mentira para poder obtener nuestra antigua casa. Estuvimos juntos casi un año, pero ya sabes... el "un clavo saca otro clavo", no resulto para ella.- me explico.

El rubio asiente, y luego guarda silencio.

-Entonces, tú eres el Tommo del que todos hablan, ¿no?

Oh, mierda.

No esperaba eso.

-Eso dicen-me encojo de hombros.

-Oh...-es lo único que sale de la boca de Micah hasta que aparco en el garage del edificio.

Despierto a Brad y reacciona asustado.

-¿Qué?-dice adormilado.

-Llegamos-le informo de mala gana.

-No-detengo su mano cuando quiere remover a Sam.

Él me mira con el ceño fruncido y yo lo empujo hacia afuera para agarrar a la chica en brazos.

La pobre está muerta y no pienso molestarla.

Eso, y porque que me gusta molestar al retrasado que me asesina con la mirada.

Una vez todos fuera del auto, esperamos a que Micah cierre el auto, pero no lo hace.

-¿No vas cerrarlo?-inquiero.

-Tengo que buscar algo antes de subir.-explica- Adelántese, los veo luego.-se despide.

Brad se despide con un apretón de manos, y yo todavía con Sam en brazos, le hago un gesto y le agradezco por todo antes de adentrarnos al ascensor.

El enano de jardín hecha humo por los oídos y yo me aplaudo internamente por tenerlo de esta manera.

-No veo lo gracioso-murmura cuando ya no puedo ocultar mi sonrisa burlona.

-Mal por ti-digo antes de instruirle que las llaves están en mi bolsillo.-Cuidado con lo que tocas, eh.-bromeo y Brad sólo bufa.

-¿Louis?-escucho su voz suave.

-Tranquila, ya estás en casa.-le digo a Sam que acaba de despertar cuando atravesamos la puerta.

-Sí, ya puedes bajarla.-agrega Simpson.

Las mejillas de Sam de tornan rosadas al darse cuenta de la presencia del enano, y se remueve para que la baje.

-Brad no quiso cargarte porque dijo que eras muy pesada-lo provoco.

-¡Eso no es verdad!-se defiende y yo sólo río.

Sam me mira mal al descubrir mi juego y me veo obligado a callarme.

-Como sea-digo poniendo mis ojos en blanco, para luego mirarla serio.- Nosotros dos, tenemos que hablar,-le advierto- pero por hoy dejaré de molestarte.-le guiño un ojo, y enseguida oigo un bufido de parte del enano.-Cúlpame de todo-susurro en su oído, para luego darle un sonoro beso en la mejilla.

Burn | B.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora