Capítulo 28: Puntos.

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-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir... que si eso no lo alejo, podemos hacer otras cosas que lo hagan. -responde sonriente.

Estoy temblando.

Comienzo a hiperventilar y enseguida pierdo el equilibrio.

Hola, piso.

Su risotada hace eco en toda la casa.

Mi respiración es pesada y creo que voy a desmayarme en cualquier momento.

-Ni se te ocurra-escucho su voz y acto seguido lo tengo tironeando de mi brazo.

-Suéltame-me quejo.

-A penas y te puedes mantener derecha. O te levantas o te pateo hasta el auto, linda.-dice gangoso.

Me quedo unos segundos intentando estabilizarme antes de ponerme de pie.

-Voy a llamar al jefe...-canturrea.

-¡Cierra la maldita boca!-grito y me pongo de pie.

-Pero qué irritable... te van a salir arrugas-comenta para luego darme la espalda y caminar hacia la puerta.

Estoy rogando para que el vomito venga a mi para largarlo en su maldita cara.

-Adelante, señorita.-dice el loco manteniendo la puerta abierta del auto, cuando estoy a sólo unos pasos.

Un momento.

¿De dónde carajos salió este maldito Beetle rosa?

Esto tiene que ser una broma.

¿Dess?

¿Ella está detrás de todo esto?

-O te apuras o llamo al jefe-dice sonriendo.

Me apresuro con el ceño todavía fruncido, y cuando estoy por llegar, cierra la puerta por poco y en mis narices.

El tipo se parte de la risa y va hacia el asiento del conductor.

Idiota.

-¿De verdad creíste que iba a sostener la puerta por ti?-pregunta todavía riendo.- Escuché por ahí que tu mejor amiga tenía este mismo coche...-otra risa.

No entiendo una mierda.

-Todavía no puedo creer que el jefe me hiciera comprar este puto coche sólo para molestarte...-continúa, para luego encender el vehículo.-Oh, vamos. Ríete un poco, linda.-vuelve a hablar y me da una palmadita en la pierna.

Qué carajos.

-Oh, mierda.-se queja dando un golpe al volante, haciendo que lo mire confundida- Olvidé lavarme los dientes. Toma el volante por mi.

¿Qué?

-¡Mierda!-grito viendo como el rojizo suelta el volante y por poco y se pasa a los asientos traseros.

Tomo el control con nerviosismo y doy gracias a que no hay autos delante nuestro.

Lo escucho hacer... ¿gárgaras? , y vuelve a ocupar su lugar.

Baja la ventanilla de su lado y escupe hacia fuera.

-Gracias-me dice mientras cierra la ventanilla.- No me gusta andar con mal aliento por la vida.-explica.

Mi corazón está volviendo a su lugar.

***

Es cuestión de minutos para que el salvaje estacione frente a una cafetería, haciendo que casi me de la cara contra el vidrio frontal.

Burn | B.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora