Capítulo 19: Mareada

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-No mande a ningún chico a seguirte, Sam.

Le toma dos segundo transformar su cara de confusión en...

-¡Mierda!-grita enojado y choca su puño contra la puerta.

¿Qué?

-¿Qué... pasa?-titubeo.

-¡Lo sabía!¡Lo sabía!-repite y sin dar explicaciones, abre la puerta y sale directo al ascensor-¡Puto mugroso!-avanza y toca una y otra vez el botón para llamar al elevador.

-¿A dónde vas?-pregunto y me veo obligada a seguirlo.

-¡Que fue él, Samantha!¡Es él!-me contesta, y puedo ver una vena sobresaliendo de su cuello.

El característico "tín" del elevador, suena antes de que las puertas de este se abran, y revelan una persona en él.

El vecino.

Quién no tarda en mostrar su rostro incómodo por el estado de toro salvaje bufando que interpreta Louis.

-Hola-musita con un leve asentimiento mientras pasa por nuestro lado para darnos paso.

Mi educado acompañante da una zancada hacia adelante, adentrándose, y lo ignora.

Me quedo viendo la cara del vecino y las ganas de disculparme por el momento no me faltan, pero las puertas del ascensor me alerta y no puedo hacer más que un gesto torcido para luego evitar que se cierren las puertas del aparatejo.

-¡Louis!-llamo su atención y entro a la caja metálica.

-¡Quédate!-grita entre dientes mientras las puertas se cierran y la cara perpleja de nuestro vecino desaparece.

Qué vergüenza.

-¡Deja de gritar!

-¡No estoy gritando!-replica.

Respiro profundo antes de volver a hablar.

-¿Me puedes explicar qué está pasando?-pido calmada.

-¡Nada! Si para ti nuncaaa -alarga exageradamente- pasa nada.-dice revoleando los ojos.

-¿Qué te pasa?- insisto.

No entiendo una mierda de lo que está diciendo.

-Pasa que voy a matar a ese bastardo-dice con tanta seriedad que asusta.

El elevador se detiene y las puertas se abren, y acto seguido, Louis camina a paso acelerado hacia el garage.

-Louis, espérame.-digo intentando alcanzarlo.

-No, tú quédate.-dice dándose vuelta y me apunta con su dedo índice, provocando que me detenga en seco- En esta no te metes, Sam-me advierte para luego darme la espalda nuevamente. Saca su celular, teclea rápidamente y lo coloca a la altura de su oreja.

Las luces de su auto parpadean, desactivando la alarma, y se sube en él mientras habla en voz baja de manera que no puedo llegar a escucharlo.

Mierda, va a dejarme.

Lo alcanzo de inmediato y entro al vehículo sin su permiso.

Oigo un bufido de su parte.

-Ponte el cinturón.

Y es lo único que dice antes de comenzar a manejar de su peculiar forma.

Avanza zigzagueando, esquivando otros autos, y evitando los semáforos en rojo en cuanto ve que no hay policías alrededor, hasta dar vuelta en una esquina y clavar los frenos, haciéndome rebotar en mi asiento.

Burn | B.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora