Ya habían pasado las semanas que hacían falta para poder realizar el proyecto por binas, y debo decir que en ese tiempo me la pasé casi siempre en la casa del chico del cabello negro (que efectivamente aún no me había querido decir su nombre). Debo mencionar que dentro de las semanas que la pasamos haciendo esa mierda el chico mostró un poco más de lo que es, por lo menos ya no era tan serio conmigo, ahora se reía de las estupideces que decía o hacía y me golpeaba cada vez que le hacia un drama, como si fuera su novio. Sin duda pude conocer un poco más de él, aunque aún faltan muchas cosas más. Se podría decir que una amistad empezaba a surgir, de una forma rara, ya que yo le contaba varias cosas y tenía un poco más de confianza con él, aunque por su parte no decía nada acerca de su personalidad, es algo como un desconocido amigable. Por otro lado, en la universidad seguía siendo el mismo chico de siempre, mis idiotas amigos (que no dejaron de hacer preguntas y comentarios acerca de "mi muerte segura por ese chico" o cosas así), se la pasaban contando como si de testigos se tratase acerca de las "atrocidades" que el chico de los ojos azules hacía. Sin embargo, se podría decir que, o soy un completo distraído o simplemente un idiota para no ver lo que según ellos, él hace. Es decir, yo lo molestaba en la cafetería o en las clases y no pasaba nada más, a veces me golpeaba para que le dejara poner atención o porque era sumamente tonto. El punto es que él no es para nada lo que todos dicen, es mucho más y ellos tienen tanto ¿miedo? que no se dan a la oportunidad de conocerlo bien, o siquiera vencer el notable rechazo que el pelinegro siempre está transmitiendo.
Justamente me encontraba en su casa, me había ido con él después de clases para poder dar los toques finales al lindo proyecto que a base de esfuerzo, tonterías y muchas cosas más se logró hacer, por primer vez había puesto real empeño en algo, cosa que me sorprende de mi mismo, que la mayoría de veces hace las cosas hasta el último día que se pueda entregar. Me encontraba sentado en el sillón tomando una lechita de chocolate que había comprado en la tienda cerca de su casa (que por cierto, hasta el vendedor ya me conocía de tantas veces que voy), mientras que el otro se aseguraba de que todo funcionaba de la manera correcta y que no tuviera fallas. En cuanto se aseguró, dejó el proyecto y se paró del suelo para arrebatarme la lechita que traía y acabarse el contenido, a lo que yo solamente lo miraba mientras que hacía como si aún la tuviera entre mis manos.
—Eso fue muy cruel.—dije mientras hacía un puchero a lo que rió.
—No te quejes, todos los días te tomas una.—dijo rodando los ojos, aplastó el empaque y lo tiró en un bote cercano.
—Como sea, es hora de que cumpla mi legendario trabajo de poner nuestros nombres, o no tendrá identidad.
Tomé un bolígrafo color negro situado en la mesa de vidrio para buscar una esquina del proyecto y empezar a escribir mi nombre.
—O..live..rrr S..cott. Sy..kes.—decía lentamente mientras que lo escribía, poco después miré al chico—. ¿Y tú eres?...
Me quedé mirando a su persona mientras que éste dejaba salir una risa.
—Andrew Biersack.
Después de decir eso una inmensa sonrisa apareció en mis labios ya que por fin sabía el nombre de la persona con la que me había estado reuniendo. Terminé de escribir los nombres y me acerqué al chico con una sonrisa de loco maniático.
—¡Joder!, por fin sé tu nombre, esto es especial, ¿qué debo decir para éste momento?. Vale, cálmate Oli.
—Vamos, no es para tanto.—dijo mientras reía.
—Está bien. —mordí mi labio inferior con todos mis dientes para después pronunciarlo—. Andy.
—¡Hey!, ¿quién te ha dado permiso de ponerme un apodo?.
—Ya que somos amigos, creo que tengo el derecho a decirte Andy, así como tú me puedes decir Oli. Así es como funciona. Vamos a cenar, yo invito, por ésta ocasión especial podemos ir a comprar unas malteadas y comer unos panqueques, toda esa mierda, vamos.
Tomé su mano para empezar a arrastrarlo hasta la salida, sin embargo antes de que pudiera llegar se soltó de mi agarre y fui hasta una mesa para poder tomar sus llaves, su celular, cartera, toda esa basura que lleva un chico cada que sale de casa, a excepción de mí, que normalmente todo lo tengo fuera de su lugar. Salimos de su casa y estaba a punto de caminar rumbo a aquel restaurante que tanto me fascina para celebrar el hecho de que sé su nombre, sin embargo el chico me tomó del brazo y me arrastró hasta un lado de su casa, pronto pude ver un auto color negro brilloso, me quedé un poco sorprendido y él solamente se limitó a reír. Subimos al vehículo y enseguida se puso en marcha hacía la dirección que le había dado.
—Conque, con auto... ¿entonces por qué siempre caminas a la universidad?.
—Es saludable caminar, además de que no es mucha la distancia como para recorrerlo en auto, ¿sabes?. No hagas más preguntas y guarda silencio.
Iba a decir algo más pero fijó sus ojos en los míos como si estuviera a punto de matarme si hacía lo que estaba a punto de hacer, por lo que me reí. Pronto me di cuenta de que su auto tenía compartimiento para conectar tu celular al estéreo, por lo que lo conecte al mío para sí poner una canción a un alto volumen y empezar a cantar como un demente que no tiene consiente que hay personas al rededor que se pueden quedar traumadas por ello. Por suerte Andy (es genial decirlo) no me dijo nada ante mi acción y comenzó a mover un dedo sobre el volante al ritmo de la música, o sea que ese chico tiene buen gusto en cuanto al aspecto musical, cosa que me agradó y seguí cantando con fuerza usando el puño de mi mano como si fuera el micrófono, sin embargo no me quedé satisfecho con eso y mientras yo cantaba las estrofas hacía que él cantara los coros, al oír su voz un escalofrío recorrió mi cuerpo poniéndome los pelos de punta, su voz literalmente era hermosa. Al fin llegamos hasta el restaurante, él estacionó el auto y bajamos de éste para entrar al restaurante, la chica que ocupa el puesto de recepcionista me conocía ya que nos volvimos amigos hace un buen tiempo por la frecuencia que venía a este lugar.
—¿La mesa de siempre?.—preguntó con una sonrisa.
—Tú sabes que sí.—respondí—. Hoy vengo con un nuevo amigo.
Le presenté al chico y lo único que hizo fue saludarlo para guiarnos hasta la mesa junto a la ventana que dejaba ver un jardín, porque el restaurante se encuentra al lado de uno, justamente. Estoy seguro de que la chica se hubiera aventado a él por sus razones, pero sabía que no podía hacerlo ya que estaba trabajando y su jefe la echaría por acosar clientes. Y eso siempre pasa cuando le presento a alguien, hasta les podría asegurar que es como mi hermana mayor. Dejé a un lado esos pensamientos y me dediqué a mirar al chico, quien revisaba con determinación el menú.
—Es un logro para mí poder conocer tu nombre al fin.—dije.
—Me imaginaba que no pararías de hacer comentarios acerca de eso si te decía mi nombre.—dijo después de un rato—. Y podría golpearte las veces que sean necesarias hasta que dejes de hacerlo.
Reí ante su comentario y a los pocos minutos llego un chico a pedir nuestras ordenes, las cuales les dimos y esperamos a que la cena llegara mientras que intentaba crear una conversación que seguramente él terminaría con una amenaza contra mi persona. Si tuviera un dólar cada que me amenaza con golpearme, entonces sería rico.
E/A
Dos capítulos, nada más porque me caen bien pinche bien (๑•ᴗ•๑)♡
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Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fanfiction¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...