El tiempo fue pasando poco a poco. Las cosas iban mejorando, o al menos eso es lo que pensaban todos. Al ya estar cerca de la graduación, sentían que las cosas iban a cambiar totalmente. Porque después de ello, dejarían atrás muchas de las actividades que pudieron haber hecho para adentrarse en un nuevo mundo. Donde las cosas no eran iguales. A final de cuentas, durante toda su vida se habían estado preparando para llegar hasta ese punto, y ahora que se encontraban tan próximos, era como si pudieron saborearlo o algo parecido. Tenían en mente que ahora, tan cerca de la graduación, iban a tener que despedirse de muchas cosas que antes podían hacer libremente. O al menos, eso es lo que la mayoría siempre hacía. Sin saber que las cosas pueden ser totalmente diferentes.
Durante todo este tiempo, las cosas fueron siguiendo su curso con total normalidad. Claro, ahora se le podía decir normal, pero en cierta parte no era de esa manera. Porque desde aquel día en el que el castaño pisó por primera vez el estudio para grabar una de sus canciones, básicamente había firmado el contrato de que su vida estaría enfocada específicamente en el inicio de su gran carrera musical. Cosa que obviamente no le molestó en lo absoluto, pues ese era su sueño. Y no pensaba dejarlo pasar tan fácilmente.
Por ello es que en aquella gran universidad ya no existía la presencia de aquel pendejo que por tantos años había hecho de las suyas. Ya no corría nadie por los pasillos con un estúpido plan entre manos; la mesa que solían usar en la cafetería se encontraba ocupada por otros chicos... ¿que se quedara vacía? Claro que no, ahí era comer o ser comido y aquellos chicos que por tanto tiempo comieron en los baños, no iban a desperdiciar la oportunidad de tener una mesa para ellos solos. Aunque claramente no era lo mismo, ya que esos cinco no estaban en ella. Incluso la agradable señora de la cafetería tomaba una leche de chocolate al día en memoria del ojiverde, que ya no pasaba por ahí.
Algunos se emocionaron por la idea de que Syko ya no se pasara por las aulas gritando cualquier cosa que se le viniera a la cabeza, o arrojando costales de harina a la cara de los demás. Costales de harina que ni siquiera estaban abiertos. Por otro lado, existían las personas que pensaban, que cuando aquel idiota hacía algo, era para que todos pasaran un grandioso día. Es decir, era casi imposible que ningún tipo se riera de las cosas locas que hacía cada cinco minutos. Y si lo había, es porque era sordo. El Olisaurus Style era único en su especie; y su creador ya ni siquiera estaba a los alrededores.
Pero quien más iba a extrañar todas esas cosas, era precisamente, la jirafa de casi dos metros. Que ya no pasaba por la casa de su amado para ir juntos. Ya no habían quien lo molestara cada que lo viera pasar, o alguien que lo involucrara en sus pendejadas cada día de la semana. En cierta parte se sentía feliz de poder tener una vida normal por fin; pero en el fondo de su oscuro corazón con forma de murciélago, sabía que ya nada era igual con su ausencia. Y lo peor de todo, es que el papel se acababa en los baños.
Durante mucho tiempo habían deseado que el castaño les diera un respiro; que cuando se los dio, empezaron a extrañarlo. Algo así como aquel dicho, que era como un dicho que se dice cuando alguien quiere dar una lección.
Así que ahí se encontraba el tipo del cabello negro. Parado frente al espejo tratando de arreglar el mismo de forma que no se viera como si un nido de ratas se hubiera pasado por este; mas bien, el objetivo era hacer que se quedara exactamente como todos los días, aunque estaba a nada de ir a la estética para hacer un corte. Aunque ese no era el punto, sino, que mientras realizaba el labor de arreglar su imagen -claro que no tenía que hacer demasiado, él ya era perfecto- por su cabeza se pasaban distintas ideas de lo que podría realizar para hacer pasar a su queridísimo novio, una salida inolvidable. Tal vez no sería tan épica como las que el castaño daba, pero se iba a esforzar porque al menos, riera.
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Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fanfiction¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...