Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]

Capítulo 45

Narrador omnisciente 

Otro día comenzaba en la vida del joven universitario de nombre Oliver, quien se encontraba alistándose para ir a la institución a cumplir con su obligación educacional o algo por el estilo. El tiempo que contaba hacia adelante pareciera ir bastante normal, no había algo que lo alterara, o al menos no algo sumamente grande que llegara a ser global y cambie el mundo entero en un abrir y cerrar de ojos. Aunque eso no quita el hecho de que se trate de un día que para aquel sujeto significara demasiado en su vida, pues con el día de hoy prácticamente esta sellado su destino y todo lo que pueda pasar en su vida. A partir de este día las cosas iban a estar escritas y ya no habría forma de cambiarlas a menos que el mismo castaño lo decido, cosa que es casi imposible que ocurra. En definitiva se trataba de uno de los mejores días que el ojiverde ha vivido. Aunque no se haya dado cuenta de eso, al menos no todavía. 

Tomó sus cosas y salió de casa donde su querido novio lo esperaba, como casi siempre. Sin vacilar se subió al auto negro el cual se puso en marcha segundos después sin demorar tanto en llegar hasta su destino. En el rostro del castaño lo único que se mostraba era felicidad, pues a pesar de haber despertado relativamente temprano, de verdad era feliz con todo lo que tenía en aquel momento, porque no le hacia falta nada y tampoco lo tenía todo. Sin embargo, para él era como si todo estuviera en paz de una forma u otra. Y caminar al lado de la persona que ama era la cereza que remataba el pastel de un día que se veía muy prometedor.

Se detuvieron en un pasillo cualquiera, ambos se miraron a los ojos y entonces juntaron sus labios en un tierno beso que no duró más de ocho segundos, pues se separaron con una enorme sonrisa pegada en sus rostros. No había nadie que les molestara y ninguna persona mataba arañas sin piedad, ¿había algo mejor que eso? La respuesta es sí, porque se avecinaba un suceso mucho más grande de lo que Sykes podría llegar a pensar. Y es que después de todo lo que ha vivido seguramente se le ha olvidado que aún tiene cosas externas que hacer. Pero eso no importaba en ese momento ya que quería vivir el instante en el que se despedía de su novio.

Acordaron verse cuando tuvieran tiempo, que posiblemente sería hasta el siguiente día. Eso para nada era un obstáculo para los dos. Aunque se querían bastante y amaban pasar el rato juntos, también sabían pasarla bien con ellos mismos, no por más de un día, pero eso ya era un avance. Su relación poco a poco iba floreciendo más —por más cursi que haya sonado el término— y eso no era situación que los incomodaba, más bien pensaban que cada oportunidad de ser mejor y crecer es buena de aprovechar, a veces eso es lo que todos necesitamos. Aprender a creer tomando nuestras propias decisiones.

Oliver caminaba hasta su casillero contento de que todo marchaba de maravilla. En su mente lo único que pasaba eran todas las tareas que debía entregar, y que claro, esta vez había hecho con tiempo de anticipación, a pesar de que no era un experto en ello, hizo todo lo posible porque fuera la tarea más genial que se haya entregado en el día. Incluso agregó un dinosaurio en la última parte para agregar un poco de rareza a un trabajo que se supone, deber ser serio. Pero nada lo es estando con ese chico. Eso es lo mejor de todo.

Abrió la puerta del casillero y hurgó en todas partes tratando de hallar unas cosas que había metido ahí el día previo. Si bien era feliz con el día, no quitaba el hecho de que fuera todo un desordenado con sus cosas. Algún día iba a poner limpieza a ese lugar, pero ese día definitivamente no era el que se presentaba ya que sus cuatro amigos se acercaron corriendo hasta él con caras de emoción extrema mientras gritaban un montón de cosas a la vez que era imposible entender lo que querían transmitir. De hecho, a los ojos del ojiverde, era como si quisiera tomar a la chica detrás de ellos y arrojarla por un aro de baloncesto y después gritar como si no hubiese un mañana. Y ahí iba a estar el castaño apoyándolos, como lo buen amigo pendejo que es.