Me quedé ahí parado por un par de minutos mientras seguía bebiendo el líquido que traía aquella caja, que parecía como si fuera infinita porque todavía le faltaba un poco para que se acabara. No decía palabra alguna, simplemente miraba al chico que estaba perdido en su cabeza, dando vueltas de un lado para otro, murmurando cosas que no podía oír, tomando su cabello con algo de fuerza en señal de desesperación, si, todo parecía normal con aquel chico, nada raro. Seguro que si.
Mientras seguía esperando me di cuenta de que se había acabado mi leche de chocolate, así que decidí mirar el envase como si por arte de magia se rellenara, pero eso nunca pasó lo cual me dejó bastante desconcertado, sino hasta que sentí unos brazos rodearme como nunca antes lo habían echo, abrí mis ojos completamente, no puedo creer que esto esté pasando. Un enorme sonrisa apareció en mi rostro y sin pensar más tiempo correspondí el abrazo, ese momento era el más raro de toda mi vida, pero igualmente hermoso, porque solo tal vez, aquella seña significaba que por fin me tiene la confianza que tanto he esperado por parte de él.
Nos quedamos unos cuantos minutos más en aquel abrazo hasta que él decidió separarse, lo miré con una gran sonrisa y a él apenas y se le notaba un gesto de alegría. Sin decir nada entramos a su casa y nos sentamos el sofá, todo parecía tan extraño y ninguno tenía pensado en soltar una sola palabra, al menos hasta que hice el intento de hablar.
—Sabes yo...
—No digas nada, por favor.—pidió—. Sólo, quiero cambiar un poco, aunque sea solo contigo.
Me quedé pensando mucho tiempo en sus palabras, él estaba tan raro, es decir, nunca creí que tan pronto sería así de abierto conmigo y en verdad me siento agradecido por ello. Unos cuantos momentos después, Andy me miraba extraño, pero muy profundamente, como si quisiera adivinar lo que pasaba por mi mente en aquel momento, lo cual de cierta forma me parecía gracioso, e incluso tierno, aunque no lo mostrara.
—Entiendo que eso sea raro para ti y...
No lo dejé terminar porque de un momento a otro le di otro fuerte abrazo que correspondió al cabo de unos segundos. Si íbamos a empezar con esta cercanía, entonces que fuera de la mejor manera posibles, ¿qué más da?. Ay, me siento como una chica que fangirlea ahora mismo, después de todo mi plan no resultó del todo fallido, solo había que darle un poco de tiempo para que las cosas avanzaran con gracias, y al fin he conseguido un nuevo y grandioso amigo que bien podría golpear a cualquier persona que se le cruce en el camino, menos a mí. O, eso es lo que espero. Después de ese segundo abrazo nos separamos y esta vez reí como nunca.
—Entonces, ¿serás una linda persona conmigo?.—bromee.
—Solamente estoy pensando en ser.. yo, otra vez.—dijo tranquilamente.
—Me parece una muy buena decisión.—respondí feliz.
—Pero, no sé cómo cambiar frente a ellos...—mencionó con la mirada perdida—. Me tienen miedo, y es por mi culpa.
—Tan rudo que parecías y ahora eres una chica insegura.—me reí a carcajadas hasta que él me dio un fuerte sape—. Bueno, tal vez eso realmente sea parte de ti.—dije refiriéndome al sape de hace un momento—. En fin, no te preocupes, para eso me tienes a mí, la persona más sociable de todo el mundo.
—Pero solamente te he visto con tus amigos.—dijo riendo.
—No es que no sea sociable por no tener amigos.—reclamé—. Tal vez no sea tan sociable, pero no porque no tenga amigos.
—Como sea.—rodó los ojos—. ¿Quieres comer pizza?.
—¿Debería asustarme por tu cambio repentino de actitud?.—pregunté.
—Responde a mi pregunta antes de que te golpee la cara.—respondió entre dientes.
Enseguida asentí y fuimos a la cocina para poder comer aquellas rebanadas de pizza con mi casi nuevo pero mejor amigo.
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Decidí levantarme temprano para irme hasta la institución y así no tener que correr de nuevo, porque de otra manera mis pulmones morirían, en definitiva no es lo mío eso de querer correr todo el día sin parar, y mucho menos cuanto no llevas la pijama adecuada, sino un pantalón color negro con las rodillas rotas, algo muy genial para mi gusto.
Al cabo de llegar a las siete en punto me di el genial lujo de darme cuenta de que el profesor de esas horas no había asistido por una diarrea, lo cual dejaba a un pobre Sykosaurius sin hacer nada interesante en aquellas dos horas, y no podía volver a mi casa porque si me dormía entonces no despertaría sino hasta que fuera de mañana, así que no gracias, no pienso faltar hoy, por le menos. Acomodé mi mochila y me puse a caminar sin rumbo por cada pasillo tratando de encontrar algo en qué distraerme.
Primero, intenté llegar y sentarme en una clase que no me correspondía, y por un momento funcionó, hasta que me di cuenta de que era algo fuera de lo mío así que me estaba yendo sino fue porque la profesora mencionó que no podía hacer eso ya que esa era su clase y debía respetarla. Así que sin más me paré en frente, con la vista de todos clavada en mí y entonces fue cuando decidí hacer la operación.
—¡Todas las personas que están cansados de esta otra bruja, salgan despavoridos y vayamos a comer unos cuantos tacos!.—dije con aires de líder.
Enseguida todos ellos alzaron las manos mientras gritaban cosas aleatorias y en un abrir y cerrar de ojos el aula se encontraba vacía con un montón de alumnos que salían del lugar para después separarse, cada quien por su camino. Había hecho mi acción heroica del día, que se hizo cada vez más grande a tal punto que todas los alumnos se unieron en una puta bola y se fueron corriendo dejando vacías las instalaciones, no pensé que algo como eso fuera a pasar, pero bueno. La vida es tan impredecible como mis sueños todos hermosos.
Voltee a ver a la profesora con una sonrisa de victoria, a lo que ella simplemente rodó los ojos y ambos miramos al frente, había un chico que todavía estaba sentado con su cuaderno afuera, lo cual me dejó con el ceño fruncido.
—Siga con si clase, profesora.—dijo con una voz tan ñoña.
—¿Qué no oíste nada?.—pregunté—. A chingar a su madre de aquí.
—Alumno Murphy, salga de este salón, ¿no ve que no hay nadie aquí?.—dijo la mujer mientras hacía una seña con su mano de que se fuera.
Entonces aquel nerd tomó sus cosas y salió del aula sin decir más. Miré aún más burlón a la mujer y salí del lugar dando unos cuantos saltos de alegría, asomándome por todas las aulas, que no tenían señales de tener vida, hasta que en la ex clase de ciencias, un chico que conocía bastante bien se encontraba ahí sentado mirando atentamente al frente, con la cabeza en otro lugar, como si estuviera muerto o algo así. Obviamente me adentré y me senté al lado de aquel chico con una gran sonrisa.
—¿Por qué no has salido de aquí?.—pregunté más burlón—. ¿El nuevo Andy es muy responsable?.—silencio—. De hecho, un chico se quedo y entonces yo..
—No sé, creo que es mejor para todos que sea así.—dijo sin pensar.
—¿De qué estás hablando?.—pregunté desconcertado—. ¿Mejor para todos?, que ese 'todos' se vaya a la mierda, lo que importa es lo mejor para ti.
—Quizá tengas razón.—dijo con una sonrisa.
—En verdad, esa sonrisa es la más hermosa que he visto en todo este tiempo.—mencioné —. ¿Quieres ir a un café que está por aquí?.
—Bueno, no tengo nada mejor que hacer. Y no hay nada comparado con una tarde oyendo estupideces del chico más raro de aquí.
—¿Y qué esperamos?.—dije con una sonrisa.
Ambos nos paramos de nuestros asientos y comenzamos a caminar hasta la salida de la institución rumbo a aquel café ya antes mencionado.
—Sólo para que sepas. Tú eres el chico más raro de aquí.
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Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fiksi Penggemar¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...