Capítulo 37

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Narra Oliver

Sábado por la mañana y todo iba de maravilla, ya saben, como siempre. El sol se asomaba por el cielo siendo como un círculo amarillo que ilumina todo y te quema cuando caminas porque somos tan estúpidos que hemos permitido que nos haga esto. Pero no hay que fiarse del sol porque tiene un arma secreta y mortal que no haría cenizas en un abrir y cerrar de ojos. ¿Quieren saber de qué arma estoy hablando? Bueno, pues no puedes mirarlo directamente a los porque te podrías quedar ciego, lo cual puede ser bastante horrible, ¿Comprenden la gravedad? Si uno se quedara ciego entonces ya no podría enamorarse a primera vista nunca jamás en la vida. Eso es bastante triste ya que lo menciono de esa manera, pero supongo que ya no importa, al menos algunos aún tenemos vista. Creo que ya me desvié un poco del tema.

Como iba diciendo, el día era muy bonito, el cielo estaba despejado, y el azul claro era bastante lindo. A esto se le agrega una acogedora brisa que pasa rápidamente por todos lados. Y claro, no debían faltar las personas caminando por las calles de un lado a otro con rumbos distintos, no se veían conflictos por ningún lado y parecía que todo estaba en orden, lo cual es genial. Bueno, sin mencionar al sujeto que está parado a media calle lamentándose porque su hot-dog está muerto ahí mismo. Pero fuera de eso, todo está en perfectas condiciones. Y se preguntaran, ¿cómo demonios lo sé? Supongo que es obvio, estoy asomado al balcón saludando a las personas que pasan, algunas me ignoran, otras me devuelven el saludo y algunas otras me miran como si fuera un bicho raro y aceleran el paso, como si tuvieran miedo a que fuera un asesino cereal y vaya a matarlos.

Había despertado más o menos hace quince minutos e ir a respirar un poco de aire fue lo primero que se me ocurrió. Sin embargo, me aburrí de esa acción por lo cual decidí regresar adentro donde me senté sobre el borde de la cama para poder ver a mi novio dormir pacíficamente. Debo admitirlo, ¡Se ve tan lindo así! Es decir, su cabello negro estaba despeinado, sus hermosos ojos se encontraban cerrados, sus rosados labios estaban ligeramente abiertos mientras que su pecho subía y bajaba lentamente debido a su respiración. Además, tenía una pierna estirada por encima de la otra, digamos que estaba en una pose rara, pero no lo suficiente como para parecer una maldita persona retorciéndose como si se tratase de una película de terror. Nada de eso, estaba dentro del rango: Lindo pero extraño.

Algunos minutos después, abrió lentamente sus ojos dando la vuelta para quedar boca-arriba, parpadeo un par de veces, estiró los brazos y giró la cabeza posando sus hermosos zafiros sobre mi persona. Enseguida una sonrisa se formó en mis labios.

—Buenos días —dije con una sonrisa.

—No sé cuánto tiempo llevas mirándome —observó—, pero creo que eres lindo.

—Creo que llevas diciendo eso desde hace un buen tiempo —respondí con aires de superioridad.

Negó con la cabeza con una sonrisa divertida mientras extendía sus brazos hacia mí, por lo cual me acerqué lentamente hasta quedar a escasos centímetros de él, enseguida me envolvió con sus brazos para después besar mis labios de forma lenta y cariñosa, una corriente eléctrica recorrió toda mi columna vertebral y un estallido de emociones explotó en mi interior. Sin mas, simplemente me dejé hacer disfrutando del contacto que hacían nuestras bocas al moverse como si de una danza se tratase. Hasta podría jurar que ese imbécil se pone algo en los labios, pues estos me saben a cereza o algo así. Tal vez sea una invención mía, pero el sabor era dulce, así que no importaba. Simplemente disfrutábamos de la sensación sin preocupaciones de ningún tipo. Sin embargo, y como en todas las ocasiones, el puto y vital aire comenzó a hacer falta, por lo cual tuvimos que separarnos de repente.

Enseguida fijé mi vista en esos hermosos ojos cielo que tiene, aquellos que me hacen perder por completo los estribos y hace que un estallido de emociones se desemboque dentro de mí. No podría describir lo que siento cuando estoy con él porque es algo que solamente pasa y ya. Es como, si cada vez que estamos juntos no existiera nadie más en el mundo. El tiempo se detenía por completo, podría pasar todos los días de mi vida a su lado y estoy casi seguro de que cosas nuevas habría en cada uno, del tipo que fueran. Definitivamente estaba como todo un idiota enamorado que se pone a pensar en miles de cosas tan cursis que mataría a los ponis de una maldita diabetes crónica. Pero bah, como si los ponis fueran vitales para nuestra vida diaria o para el equilibrio de la naturaleza, ¿o no? ¿En realidad serán los ponis los que mantienen el orden de lo natural? Estaba casi seguro de que eran los osos polares, esos chicos son unos genios, es decir, llenarse de nieve que sirve de camuflaje, ¡Unos malditos genios!

Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora